Patmos: La Isla del Apocalipsis

La rocosa y casi desértica isla de Patmos podría pasar desapercibida entre las decenas de islas frente a la costa de Anatolia que conforman el archipiélago del Dodecaneso. Su curiosa forma de cruasán, con un delgado cuerpo y gruesas patas protegiendo una gran bahía, la convertía en un puerto seguro para los barcos. Quizás por eso estuvo habitada desde tiempos remotos, aunque siempre mantuvo una dependencia de la rica y cercana ciudad de Éfeso. Lo único destacable en ella era el templo de Artemisa, construido en el punto más alto de la isla.

Un curioso suceso histórico marcaría para siempre el devenir de Patmos. En tiempos del Emperador Domiciano, Juan “el Evangelista” fue desterrado allí por hacer proselitismo del cristianismo. Se refugió en una cueva y tuvo una serie de revelaciones que fue dictando a su discípulo hasta llegar a componer el libro del Apocalipsis que la Iglesia añadió como último libro del Nuevo Testamento. Así Patmos pasó de ser una isla habitada por pobres pastores y desterrados a un lugar de peregrinaje.

Un monje español que trabajaba en un monasterio cercano al remoto pueblo de Potes (Cantabria) contribuyó definitivamente a la fama del santo de Patmos. Ilustró con preciosos dibujos su libro del Apocalipsis para hacer comprender mejor a los creyentes, esas curiosas visiones que había tenido San Juan. El libro fue conocido como el Beato de Liébana, por el nombre del monje y el lugar en que se había escrito, y se convirtió en un bestseller de la Edad Media.

Aprovechando el resurgir de la fama del libro del Apocalipsis otro monje, Christodoulos, con el apoyo del Emperador Bizantino inició en el año 1088 la construcción del Monasterio de San Juan en el lugar que antaño ocupara aquel templo de Artemisa. La fama y con ella las peregrinaciones a la isla aumentaron hasta convertirla en uno de los más famosos lugares de peregrinaje para la Iglesia ortodoxa. La importancia histórica del conjunto monástico y la belleza impoluta del pueblo que le rodea hizo que en 1999 Patmos fuera declarada Patrimonio de la Humanidad.

Cómo llegar:

La isla no tiene aeropuerto así que es obligatoria la entrada a través del puerto marítimo.

Dodekannisos Seaways es la compañía líder en el transporte de pasajeros por las islas del Dodecaneso. En temporada turística tiene dos frecuencias diarias con el resto de los principales puertos del Dodecaneso. Blue Star Ferrries une Patmos dos veces por semana con las islas Cícladas y el puerto del Pireo.

Un Poco de Historia: El Libro del Apocalipsis:

El Destierro de San Juan y el Libro del Fin del Mundo

Beato de Liébana: Ángel y Mounstruo de 7 Cabezas

En el año 95 dC el Emperador Domiciano ordenó una nueva persecución contra los cristianos. En Éfeso, una de las ciudades más pobladas del Imperio, Juan “el Evangelista” acababa de ser acusado de hacer proselitismo del cristianismo, una secta religiosa revolucionaria. Había sido cogido in fraganti con unos escritos en los que narraba la vida e ideas fundamentales de Jesús, supuestamente de primera mano. Juan tenía amigos influyentes en Éfeso y estos consiguieron que la pena máxima fuera conmutada por el destierro a una isla cercana, la inhóspita Patmos. Este episodio cambiaría la historia de esa pequeña isla.

Juan llego a Patmos en el inicio del verano del año 95. Sólo unos pastores habitaban la casi desértica isla. Él encontró una cueva, a medio camino entre las actuales Skala y Chora, que parecía un buen refugio para albergarle junto a su discípulo Prochoro. En la cueva, en la que maestro y discípulo pasaron dos años, San Juan tuvo una serie de revelaciones que iba dictando a Prochoro hasta completar un libro que decidió llamar del Apocalipsis. El libro, de carácter profético, narra la lucha entre el bien y el mal para acabar describiendo el Juicio Final. San Juan, y se supone que su discípulo, pudieron regresar a Éfeso en el año 97. El Emperador Domiciano ya había muerto y las persecuciones contra los cristianos habían perdido fuerza. Su libro alcanzó rápida difusión y fue añadido por la Iglesia como último libro del Nuevo Testamento.

El Beato de Liébana: La Ilustración del Apocalipsis

Beato de Liébana: La Lucha entre el Bien y el Mal

Y así quedaron las cosas más o menos para los siguientes mil años. El libro del Apocalipsis se había difundido por Europa y generalmente ocupaba un lugar en las bibliotecas de los grandes monasterios medievales. Fue entonces cuando un monje de un monasterio remoto, cercano al pueblo de Potes, en Cantabria, decidió ilustrar y comentar el libro. El Beato de Liébana, como se conoció al libro del Apocalipsis comentado e ilustrado, alcanzó rápida difusión hasta convertirse en el mayor “bestseller” del medievo. El monje cántabro fue un visionario. El libro del Apocalipsis no se lo leía nadie tal y como estaba presentado pero otra cosa era añadirle unos buenos dibujos y comentarlo para que estuviera más claro. Todo el mundo quería tener uno. Pronto tuvo otros monjes imitadores, por lo que las diferentes versiones se conocieron con el nombre de «Beatos».

La tremenda difusión del libro fue la principal razón de que otro beato, conocido como Cristodoulo, con el apoyo del Emperador Bizantino Alexio I Comneno iniciara en el año 1088 la construcción del Monasterio de San Juan en el lugar que ocupaba un antiguo templo romano dedicado a la diosa Artemisa. Unos años más tarde comenzaron a construirse casas en los alrededores del Monasterio. Así nació Chora, la capital de la isla. El Monasterio de San Juan fue acumulando riquezas y aunque sufrió algunas reformas permanece esencialmente inalterado.

La fama del Monasterio convirtió a la isla situada más al norte del Dodecaneso en uno de los más importantes sitios de peregrinación ortodoxos y ésta siempre ha sido su fundamental fuente de riqueza.

Qué visitamos en este post

En el siguiente mapa interactivo podrás localizar con exactitud todos los lugares de los que se habla en el artículo. Podéis usarlo para llegar hasta ellos fácilmente y para seguir el itinerario propuesto que incluye los lugares más representativos de la isla de Patmos.

Otros artículos publicados de las Islas Griegas que puedes visitar en este blog:

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  • Symi: Esplendor Neoclásico en el Dodecaneso (Islas del Dodecaneso)
  • Mykonos: Al ritmo de la luz (Islas Cícladas)
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Descubriendo Patmos

La nítida e intensa luz del atardecer tiñe de un rojo intenso el pedazo de tierra que emerge en el inmenso Mar Egeo mientras el barco se aproxima al puerto. Se diría que, en esa isla con apenas vegetación, no hay vida. De repente, el barco gira para introducirse en la gran bahía que se forma frente al istmo que une las dos partes rocosas de Patmos. Es entonces cuando se divisan los pueblos de un blanco intenso, a la orilla del mar y arriba en la cima de la montaña.  La isla parece cobrar vida.

1/ Skala. El Puerto de Patmos

El brillo del sol destaca las coquetas formas de Skala, la pequeña ciudad que se arremolina junto al puerto. El ambiente es típicamente griego. Casas blancas con ventanas azules cubren desordenadamente el istmo de la isla. Entre ellas pequeñas capillas ortodoxas de formas curiosas. En los muelles algunas personas ofrecen alojamiento en casas particulares mientras los taxis y furgonetas esperan a los pasajeros para llevarlos a los modestos hoteles situados en idílicas bahías a pocos kilómetros del puerto. No es que se pueda hablar de un gran bullicio, pero en Skala está todo el comercio de la isla. En el resto sólo encontraremos tranquilidad absoluta.

La bandera de Patmos refleja el símbolo de la isla. Estampado sobre el fondo amarillo de la cristiandad, el águila de San Juan

El conjunto de la Cueva de la Revelación, el Monasterio de San Juan y la ciudad de Chora fue declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad. Poco más de 3 kilómetros separan Skala de Chora, en lo alto de la colina. Lo mejor es coger un taxi en Skala y así evitar la dura subida bajo el sol abrasador. La bajada al caer la tarde se puede hacer siguiendo el antiguo sendero que une Skala y Chora. La caminata de poco más de media hora permite disfrutar de las vistas y conocer la dura vida rural explotando los campos, ahora abandonados en su mayor parte.

La Cueva de la Revelación

La primera parada en la subida es la Cueva de la Revelación, a medio camino entre Skala y Chora. El lugar en que pasó el destierro San Juan y su discípulo Prochoro está hoy bastante transformado. La entrada a la cueva se realiza a través de un sencillo Monasterio de blancas paredes y rústico campanario. La gruta, decorada con pinturas murales del siglo XI y hasta con un cuadro del Greco representando a San Juan con el beato Christodoulos, impresiona por su amplitud. Un pequeño recoveco era el lugar donde al parecer San Juan escuchaba las revelaciones.

2/ Chora y el Monasterio de San Juan

Chora guarda toda la esencia de los tradicionales pueblos griegos. Callejones estrechos. Casas encaladas con puertas y ventanas pintadas de azul. Ricas mansiones de comerciantes. Multitud de pequeñas iglesias (más de 50 según los lugareños). Y hasta un conjunto de molinos en la cresta de montaña componiendo una imagen de postal. Todo envuelto en una atmosfera de tranquilidad sólo rota por las misas celebradas en las iglesias (a menudo seguidas desde fuera de los templos) o por el ambiente de alguna taberna.

Una mujer nos invita a visitar su rica mansión de comerciantes y nos cuenta su historia. Su familia italiana construyó la casa a principios del siglo XX. Los italianos se anexionaron el Dodecaneso tras la guerra italoturca en 1912 y mantuvieron su dominio sobre las islas hasta el final de la II Guerra Mundial. Quedan muchos restos de la presencia italiana en todo el Dodecaneso, pero sólo sobreviven allí un puñado de familias. Tres en todo Patmos nos dice nuestra anciana anfitriona. Ella muestra con orgullo las ricas estancias, hoy convertidas casi en un museo.

El Monasterio de San Juan

En el punto más alto de Chora se levanta la robusta fortaleza que protege el Monasterio de San Juan. Muros ciclópeos para resguardar los tesoros acumulados durante casi un milenio. El conjunto monástico alberga en su interior varias capillas con frescos bizantinos medievales y una espléndida biblioteca-museo. Las vistas de la isla desde las terrazas del Monasterio son espectaculares.

Chora te envuelve con su atmosfera mágica y sus maravillosos miradores. Uno no quiere abandonar el lugar. Así que decidimos cenar en la Taberna Vaggelis. No faltan las típicas mesas cubiertas con manteles a cuadros y sus sillas de mimbre llenando la plaza del corazón de la ciudad. Con los últimos rayos de sol emprendemos la bajada por el sendero hacia Skala.

3/ Una Vuelta en Moto por la Isla

Sur de la isla

En una isla de poco más de 30 km² todo está muy cerca. Basta alquilar una moto una tarde para recorrer todos los lugares importantes. Eso sí, la única playa de arena, la Playa de Psili Ammos, es también la más difícilmente accesible. Hay que andar una hora desde Grikos por una zona desértica bajo el aplastante calor de estas tierras o alquilar alguna embarcación para llegar hasta allí. El esfuerzo tiene su recompensa porque la playa, de reluciente arena blanca, tiene un chiringuito muy agradable a la sombra de los tamarindos.

Todas las bahías de Patmos son muy pintorescas. La más espectacular está al sur, en Grikos, con un par de buenas playas protegidas por la pequeña isla de Tragonisi.

Norte de la isla

De vuelta hacia el norte recorremos el tranquilo pueblo de Kampos, con su larga playa de guijarros y las barcas amarradas junto a las rocas. En el camino vamos encontrando blancas ermitas ortodoxas perdidas en lugares solitarios. Ya en el extremo norte, el minúsculo caserío de Lampi tiene un par de tabernas donde sentarse a ver el atardecer y una playa con curiosas piedras de colores.

Dónde dormir:

Patmos es una isla tranquila. Nunca hay mucho turismo. La oferta hotelera es escasa, aunque siempre hay habitaciones y pequeños hoteles (un poco anticuados) disponibles. Si se busca un lugar con encanto especial, dos buenas posibilidades son:

Patmos Exclusive Villas: 85500 Chora, Patmos. Tf: +30 69360 50350 (www.patmosexclusivevillas.gr). Villas de lujo repartidas por toda la isla. Casas y apartamentos bien equipados con terrazas con vistas al mar. Desde 120 EUR por noche la villa para dos personas en temporada alta.

Patmos Aktis Suites & Spa: 85500 Grikos Bay, Patmos. Tf: +30 22470 32800 (www.patmosaktis.gr). Todo un lujo con vistas a la bahía más pintoresca de Patmos. Cubículos blancos ordenados frente a una gran piscina con habitaciones espaciosas bien decoradas y un relajante spa. Desde 250 EUR la habitación doble con desayuno en temporada alta.

Dónde comer:

En Patmos no faltan las tabernas típicas griegas en todos los pueblos de la isla. Algunos locales para no perderse son:

Vaggelis Restaurant: 85500 Chora, Patmos. Tf: +30 2247 031967. Platos tradicionales griegos servidos en una de las plazas centrales de Chora. Alrededor de 20 EUR por persona.

Loza Restaurant: 85500 Chora, Patmos. Tf: +30 2247 032405. Ubicado en una antigua casa tradicional bien restaurada. Lo mejor son las vistas de la isla desde la espléndida terraza. Cocina internacional. Alrededor de 20 EUR por persona.

To Kyma Restaurant: 85500 Aspri Beach, Patmos. Tf: +30 2247 031192. Un lugar idílico al borde del mar, en una pequeña bahía muy cercana a Skala. Cocina mediterránea especializada en pescados y mariscos. Alrededor de 30 EUR/persona.

4/ Excursión: Islas de Arki y Marathi

La provincia de Patmos en la región del Dodecaneso incluye otras dos pequeñas islas: Arki y Marathi. Ambas están comunicadas con Patmos a diario con barcas. También se puede llegar a un acuerdo con algún patrón de embarcación en el puerto de Skala para pasar un día por las islas.

Akri y Marathi cuentan con dos pequeños pueblos donde conviven menos de un centenar de personas. En ambas hay coquetas playas y pequeñas bahías de aguas cristalinas. Junto a las playas, las típicas tabernas en las que degustar los platos de la cocina griega o algún pescado recién capturado.