La mayoría de los viajeros que llegan a Santiago de Chile, lo hacen por necesidad, porque es el centro de conexiones aéreas imprescindible para visitar este hermoso país lleno de contrastes. Habitualmente los turistas eligen circuitos que incluyen el norte; el desierto de Atacama, el sur; la región de los lagos y la isla de Chiloé, la Patagonía y su ruta Austral o los glaciares de Torres del Paine y Tierra del Fuego; algunos también prolongan su estancia unos días más para incluir la exótica y remota isla de Pascua.
A menudo los turistas pasan inadvertidos por la capital del país, sin embargo es una ciudad recoleta, limpia, con una alta calidad de vida que bien merece al menos un par de días de estancia para descubrir sus secretos, visitarla y llevarse una muy grata experiencia.
Santiago de Chile es una de las ciudades de Suramérica con mayor calidad de vida. Esta gran urbe que agrupa prácticamente un tercio de la población de Chile, es una referencia para la región en cuanto a orden, limpieza y atractivo. Aunque carece de los grandes monumentos coloniales que puedan tener otras ciudades como Arequipa, México o Quito, resulta realmente interesante conocer la capital de un país cuyos patrones de desarrollo contrastan mucho con otros países Hispanoamericanos.
Desde su independencia triplicó su extensión, multiplicó su población, cobró un gran impulso económico que se basó desde sus inicios en la explotación de los recursos mineros y la producción agroalimentaria, y que alcanzó uno de los equilibrios económicos más estables de la región. Todo ello se puede palpar en Santiago observando como todo su desarrollo económico principalmente entre 1870 y 1960 se tradujó en la construcción de numerosos edificios públicos y privados, que dan a toda la ciudad un empaque admirable.
En este artículo os propongo una visita de dos días en los que podamos hacernos una idea clara de como es esta ciudad. Dedicar una mañana a pasear por su centro histórico, disfrutando de su ambiente, y admirando sus monumentos. Pasar la tarde visitando alguno de sus museos y paseando por el parque urbano del Cerro Santa Lucia. Culminaremos el día visitando el Mercado de Artesanía en el Pueblo de los Dominicos.
Al día siguiente iremos hasta Quinta Normal, un parque levantado para alojar una Exposición Internacional, allí visitar el Museo de la Memoria que revisa una parte controvertida de la historia reciente de Chile, la dictadura de Pinochet, después atravesaremos el parque para ver el curioso Museo Ferroviario, con una de las mejores colecciones de locomotoras de Iberoamérica. A mediodía, nos dirigiremos hasta el barrio de Bellavista, para comer en alguno de sus coquetos restaurantes con terraza. En el mismo barrio visitaremos la Casa-Museo de Pablo Neruda, la Chascona, y aprender de uno de los personajes más universales de Chile, premio Nobel de literatura. Y para culminar nuestra visita, subiremos en el antiguo funicular hasta el Cerro San Cristóbal, descendiendo después en el teleférico admirando las mejores vistas de Santiago de Chile con los Andes como telón de fondo.
El vuelo dura 12h30′, y es uno de los más largos que existen entre la península y el continente americano.
Santiago de Chile posee un eficiente suburbano. El metro llega a los principales puntos de interés, es rápido, seguro y económico, por tanto una excelente opcion para moverse y llegar a todos los lugares descritos en este post. Lo más cómodo es sacarse la tarjeta «Bip» y recargarla para realizar los viajes que necesitéis. Esta tarjeta también vale para los autobuses urbanos, pero en una visita rápida es posible que no lleguéis a estar familiarizados con los que más os convengan.
Otra referencia muy útil es Transvip (www.transvip.cl) una compañía que ofrece muy buen servicio que ofrece transporte compartido desde el aeropuerto o hacia el aeropuerto a precios mucho más económicos que un taxi. También se puede usar para desplazamientos dentro Santiago, e incluso para realizar transfers en otros destinos como en el norte de Chile, donde es la solución óptima para desplazarte desde el aeropuerto de Calama a San Pedro de Atacama que está a 96 km. Su app también funciona muy bien.
Una forma idónea para conocer más Santiago es usar el Funicular y el Teleférico, como describo en el apartado de visitas. Hay un billete combinado para subir por un extremo del cerro San Cristóbal y bajar por el otro extremo combinando los dos medios de transporte.
La historia de la fundación y emergencia de Santiago de Chile está marcada por el esfuerzo, la lucha contra las adversidades y los ataques indios que arrasaron los establecimientos españoles por dos veces. En 1535 la primera expedición de conquista fue realizada por Diego de Almagro, que desde Perú por el Camino del Inca, atravesó el altiplano más allá del lago Titicaca hasta Salta. Desde aquí, atravesó los Andes con grandes penurias para llegar hasta el valle del Mapocho. Estableció un asentamiento, regresando a Lima en 1537 para buscar refuerzos, que nunca llegaron y encontraría los restos de la expedición arrasados.
La segunda expedición fue llevada a cabo en 1540 por uno de los hombres de confianza de Pizarro, Pedro de Valdivia. Con 157 soldados inició su empresa, esta vez por el camino de la costa. Alcanzó el valle Central, tomando posesión en nombre del Rey de España de estos territorios, denominándolos Nueva Extremadura (nombre que hacía una doble referencia a su Extremadura natal -era oriundo de Castuera- y a la sazón Chile se convertía en el nuevo extremo del Imperio Español).
En febrero de 1541 fundó la ciudad que llamaría Santiago del Nuevo Extremo. Por cuestiones de política interna y para buscar apoyos en Lima, Valdivia regresó hasta la capital del Virreinato, cuando regresó se encontró de nuevo con la ciudad en precarias condiciones de por ataques indios, aunque esta vez si hubo supervivientes que soportaron todo tipo de calamidades y hambrunas para poder levantar la ciudad de nuevo.
Poco a poco el dominio español fue afianzándose, y extendiéndose hacia el sur. Sin embargo los mapuches en el sur, presentaron una feroz resistencia. Las principales fundaciones españolas en Chile, que hoy son las ciudades más importantes del país, fueron fundadas entre el final del siglo XVI y mediados del XVII. Al norte de Santiago, La Serena fue fundada como puerto de apoyo en la navegación de Santiago a Lima; al sur en la costa, fueron fundadas Concepción y Puerto Montt. En el interior, algunas ciudades como Osorno fueron fundadas y devastadas por la guerra con los mapuches. La resistencia fue tan importante, que a finales del siglo XVII, los españoles se vieron forzados a firmar acuerdos de paz por los cuáles se reconocía un territorio mapuche entre el río Bio Bio y Puerto Montt. España controlaba desde la isla de Chiloé todos los territorios hasta el estrecho de Magallanes.
La vida en Santiago de Chile fue evolucionando y progresando poco a poco. Administrativamente en la periferia del Imperio, dependía del Virreinato del Perú, convertida en una Capitanía General. Durante el siglo XVII, la élite social correspondía a los grandes terratenientes que iniciaron la explotación de grandes latifundios de producción agropecuaria.
Dicen que las expectativas pueden marcar mucho la satisfacción en un viaje. Mi consejo en Santiago, sería no llevar grandes expectativas para dejarse cautivar por los aspectos más amables de una ciudad con muy buenas infraestructuras, cómoda y segura y sobre todo agradable. Es entonces cuando uno valora la calidad de vida que ésta ofrece y empieza a disfrutar de su belleza, y de sus incontables ventajas y puntos fuertes: ocio, buenos y variados restaurantes, buena vida social, barrios con mucha personalidad arquitectónica y una nutrida red de parques y jardines para el esparcimiento.
PRIMER DÍA
El centro histórico de Santiago reúne los alicientes para un agradable paseo para descubrir sus rincones y visitar alguno de sus museos. El punto de partida, como no puede ser otro, ha de ser la Plaza de Armas. Verdadero centro de la vida colonial durante centurias, y hoy centro neurálgico de la vida social de la capital.
Plaza de Armas
Siguiendo el trazado típico del Imperio Español, la Plaza de Armas de las ciudades fundadas en el Nuevo Mundo, era el lugar donde se levantaban los centros de poder administrativo, judicial y religioso de los territorios. La plaza está presidida por una estatua ecuestre de su fundador, Pedro de Valdivia, quien también decidió la ubicación de la misma hace casi 500 años en 1541. La plaza y los alrededores agrupaban el palacio del Gobernador, las residencias de los principales conquistadores, los tribunales de justicia, y el poder religioso.
La plaza tiene siempre muchísimo ambiente. Familias paseando, artistas callejeros amenizando con música, pintores que venden su cuadros o la posibilidad de hacerte una caricatura, y el ir y venir de santiaguinos a su lugar de trabajo o de ocio.
En el lado occidental se levanta la Catedral Metropolitana. El templo fue comenzado en el siglo XVI, pero ha sufrido sucesivas reconstrucciones tras los numerosos terremotos que ha tenido que soportar y que la dañaron a lo largo de los siglos, siendo su aspecto actual de estilo neoclásico por las reformas de finales del siglo XVIII.
Justo en la otra esquina, en el Palacio de la Real Audiencia, el otro edificio con torre de la plaza, se aloja hoy el Museo Histórico Nacional. Junto al museo, en el solar que ocupara la residencia de Pedro Valdivia, se levanta el edificio del Correo Central, de estilo neoclásico francés.
Alrededores de la Plaza de Armas
Utilizando el mapa que proporciono en este artículo, puedes ir callejeando para descubrir los lugares más emblemáticos que se encuentran a corta distancia de la plaza. Al norte de la misma se levanta la Iglesia de Santo Domingo, una muestra más de las sólidas construcciones erigidas en América por el Imperio Español, que aquí debían adaptarse a los terremotos. También es el cuarto templo levantado en un mismo solar, que desde 1567 ocupan los dominicos. El actual data de 1747, y en su interior guarda la imagen de la Virgen de Pompeya, de gran devoción popular.
Hacia el este, en la calle Merced, se levanta la Casa Colorada. Uno de los edificios históricos más emblemáticos de la capital. Perteneció a Mateo de Toro y Zambrano, gobernador y nombrado Marqués de la Conquista por la Corona. Durante las guerras de Independencia, alojó a San Martín y O’Higgins tras la batalla de Chacabuco que determinó el destino de los países del cono sur.
Hacia el oeste, a pocos pasos se encuentra la Plaza Montt, que reune edificios oficiales de gran porte arquitectónico en estilo neoclásico, como son los Tribunales de Justicia, y en frente el antiguo Congreso Nacional de Chile, que posee jardines acotados por una verja de forja. También aquí podéis visitar el Museo de Arte Precolombino, con la mejor colección de arte pre-hispánico del país.
Hacia el sur baja el Paseo Ahumadas, que es una de las arterias peatonales más concurridas y comerciales de la ciudad. En un momento dado se cruza con el paseo Agustinas, otra calle concurrida que tomaremos como eje del resto de nuestra visita. De un lado la Plaza de la Constitución, recoleta y ajardinada, tiene como protagonista el Palacio de la Moneda, triste escenario del golpe de estado de Pinochet, contra el gobierno elegido de Salvador Allende en 1973. El Palacio era entonces usado como residencia presidencial, pero como su nombre indica, los españoles lo construyeron para alojar la ceca (1784-1799). Fue el edificio más grande e importante construido en todo el Virreinato del Perú de finales del siglo XVIII. En el otro extremo del paseo de las Agustinas, tenemos el lujoso Teatro Municipal (1853-1856) principal escenario chileno de teatro y ópera.
Cerro Santa Lucía
Para aislarse del mundanal ruido del centro, el Cerro de Santa Lucía es un jardín silvestre con mucho encanto al que vienen a pasear, almorzar o descansar muchos santiaguinos. El concepto y el estilo de este parque diseñado a principios del siglo XX es muy similar a los parques erigidos en Europa en la misma época, en los que la filosofía del romanticismo había impregnado los homenajes a las raíces, los espacios pintorescos que combinaban paisaje y monumentos, y la reafirmación de la identidad nacional.
Su acceso principal está decorado con la Fuente de Neptuno. Un poco más arriba, desde la Terraza de Caupolicán se puede contemplar el centro de la ciudad. Detrás de la cumbre, a la que se accede por unas escaleras excavadas sobre la roca, se halla la Plaza de Pedro de Valdivia, con una estatua del fundador de la ciudad.
Para terminar nuestra ruta este primer día, tomaremos el metro en la cercana parada de la Universidad Católica, para llegar directamente con la línea 1 (roja) hasta Los Dominicos. El trayecto os llevará unos 20′.
Pueblo de los Dominicos
Este antiguo convento, fue reconvertido para albergar un gran mercado de artesanías de las diferentes regiones del país. El recinto conventual, ha sido reconstruido para alojar todo tipo de artesanos que trabajan la cerámica, la madera, el bronce / cobre, herreros. Hay cosas muy bonitas que comprar y a menudo los precios son más bajos que en las tiendas que os encontraréis en los destinos turísticos más solicitados del país. Es un buen lugar para realizar algunas compras o para descansar con un café o refresco en alguna de sus terrazas.
SEGUNDO DÍA
Quinta Normal
Este parque situado al oeste del centro histórico, fue realizado para albergar una Exposición Internacional, en la que Chile pudiera exportar su progreso, y mostrar sus adelantos en ingeniería, minería, industria y cultura. A la ciudad le ha quedado un legado de un recinto ajardinado bien conservado que alberga en su interior el Museo de Ciencias Naturales, en un bello edificio construido con el fin de alojar el pabellón de Chile, y un Museo del Ferrocarril al aire libre que ocupa la esquina suroccidental del parque.
Además junto a la parada de metro de Quinta Normal, se halla el Museo de la Memoria, una construcción contemporánea y atrevida que explica los abusos de poder cometidos por la dictadura de Pinochet, personificando el sufrimiento a través de distintos testimonios y memorabilia, artículos de periódicos contemporáneos, documentales, etc, sobre estos años oscuros de la historia política de Chile. La dictadura cometió atrocidades, y sin embargo, no es poco frecuente encontrar aún muchas opiniones que explican, que dadas las circunstancias políticas en las que ocurrió, parecía inevitable. Precisamente el museo cumple una función didáctica al acercarte a las conclusiones halladas por la comisión de la verdad que desde luego hacen reflexionar sobre el ensañamiento, y los conflictos políticos llevados al extremo de la violencia y como un estado puede convertirse en una máquina de represión.
Tras las visitas de la mañana, hay que buscar un lugar para comer. Si vamos justos, la cafetería del museo puede sacarnos de un apuro, a base de sopa del día, ensaladas y sandwiches acompañados por jugos naturales. Pero, si de verdad queréis comer bien, es mejor ir hasta el bohemio barrio de Bellavista. Aquí encontraréis variedad de restaurantes de cocina local e internacional, algunos con mucho encanto. Para llegar, tomad el metro desde Quinta Normal, linea 5 (verde) hasta la parada de Bellas Artes.
Museo de Bellas Artes
A los curiosos nos puede el deseo de conocer, y aunque sin pretensiones ni fama por su colección, el Museo de Bellas Artes queda de camino, y no podía dejar de entrar para ver el impresionante edificio de estilo neoclásico francés, con una cupula de cristal y hierro industrial «iron cast», que cubre su sala central realmente. El Museo que empezó como Pinacoteca Nacional allá por 1880, fue trasladado aqui en 1910. El edificio obra del arquitecto franco-chileno Emilio Jecquier fue levantado por la conmemoración del centenario de la Independencia, y guarda claros parecidos con el Petit Palais de Paris.
Barrio Bellavista
Al cruzar el puente sobre el río Mapocho, nos adentramos en un barrio de casitas bajas que se apiñan bajo el cerro San Cristóbal. En los años 50 era uno de los mejores sitios para vivir en la capital, pero hoy, decadente, es el refugio de artistas y gente bohemia. Lo más atractivo de este barrio son sus casas de estilo neo-colonial que se alinean armoniosamente a lo largo de las calles en damero que lo definen. Muchas de ellas se han convertido en lienzos para el arte callejero en donde predomina el colorido, la pintada con tintes de protesta, el desenfado y otros temas sociales. Algunas son muy llamativas, y las hay realmente bellas.
Además del mencionado atractivo gastronómico, quienes amen la literatura, la poesía y las casas-museo de personajes sobresalientes del siglo XX, pueden entretenerse visitando el Museo de la Chascona.
La Chascona
Pablo Neruda, premio Nobel de literatura en 1963, fue uno de los mayores poetas de la literatura occidental según críticos literarios contemporáneos a el. Dicen que tomó su nombre de un Jan Neruda, el escritor checo, si bien él nunca lo ratificó ni lo desmintió. Hay otras teorías.
Personaje público y político, fue cónsul chileno en París, después exiliado político, retornó y más tarde representó a Chile como embajador. Viajó por medio mundo. Fue amigo de Lorca, de Picasso, y un incansable estudioso, su reconocimiento profesional le otorgó acceso a un bienestar económico que se tradujo en tres lindas residencias que hoy se pueden visitar. Dos de ellas en la costa, en Valparaíso e Isla Negra, y otra en la capital, ésta.
En La Chascona se puede palpar su presencia, es una Casa-Museo que refleja su personalidad.
Pintoresca, dividida en secciones a cuál más curiosa, cada rincón refleja la vida de una persona culta, interesada por el Mundo, y con inquietudes políticas, incluso ambiciones, pues fue precandidato a las elecciones democráticas chilena en las que ganó Salvador Allende, por quien renunció a su candidatura. Un paseo por las diferentes estancias en donde recibía a invitados, donde organizaba sus cenas, el dormitorio de su mujer (aunque oficialmente seguía casado con su primera esposa que vivía en Holanda). También sus colecciones de objetos fruto de sus viajes, su lugar de trabajo o de esparcimiento. La visita de La Chascona te hace revivir tiempos pasados y aprendarás mucho de una de las personalidades más universales que ha tenido Chile.
Cerro San Cristóbal
Unos dos cientos metros separan La Chascona de la entrada al funicular del Cerro San Cristóbal. La puerta monumental por la que se accede conserva ese aire decimonónico que exaltaba los valores y las raíces nacionales. La obra en sí fue un logro de ingeniería. Inaugurado en 1925 fue uno de los funiculares más modernos y avanzados de América. De hecho, hoy en dia sigue siendo uno de los más largos del mundo con 485 m. de longitud, salvando un desnivel de más de 300 m., y sus carricoches siguen siendo de época, con muy pocas variaciones desde los originales que portaban a los santiaguinos hasta el espacio verde más grande de la ciudad.
En 1987, el mismo papa Juan Pablo II lo usó para subir hasta el santuario mariano que corona su cumbre. Hoy una estatua gigante de la Virgen preside las mejores vistas de la ciudad de Santiago de Chile.
Desde aquí hay senderos que invitan a pasear, o a recorrer la montaña reforestada en bicicleta. Uno de ellos te acerca hasta la estación superior del Teleférico de Santiago. Una excelente manera de retornar hacia el centro de la ciudad por un camino distinto, e igualmente atractivo. Las vistas desde la telecabina son magníficas. A nuestros pies el parque forestal, a nuestra derecha se extiende la capital chilena, y de frente el barrio financiero de «Sanhattan«. A los santiaguinos les encanta bromear con los parecidos de los rascacielos que se levantan en torno al edificio Costanera, el más alto de Sudamérica, con los de Manhattan. Lo que empezó como una broma, ha acabado denominando esta parte de la ciudad, entre los elegantes barrios de Las Condes y Providencia que reúne oficinas y servicios.
Que mejor forma de culminar una visita a esta agradable urbe que posee uno de los mejores índices de calidad de vida de todos los países Iberoamericanos.
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ona – Fachada