Perú: El legendario lago Titicaca

Cuenta la leyenda que los apus, dioses de las montañas, velaban por los humanos que vivían en las profundidades del valle. Sólo existía una prohibición para ellos: subir a las cumbres nevadas, donde ardía el fuego sagrado. Los espíritus del mal despertaron la codicia de los hombres y los animaron a subir a las montañas. Por eso los apus ordenaron que los hombres fueran devorados por una jauría de pumas. Inti, el dios del Sol, viendo la masacre, lloró durante 40 días y 40 noches. Sólo una pareja de hombres, sobre una barca de juncos, vio nacer el sol de nuevo para contemplar asombrados cómo el valle tenía ahora forma de lago y los pumas se habían transformado en estatuas de piedra. En aymara Titicaca significa “el lago de los pumas de piedra”

El lago Titicaca se encuentra en el altiplano andino, a una altura de 3812 metros. Es el lago navegable más alto del mundo y el más extenso de Sudamérica. Un poco mayor que la Comunidad de Madrid. Esta inmensidad azul se reparte entre Perú y Bolivia, aproximadamente el 60% para Perú y el 40% para Bolivia. Los habitantes de ambos países suelen mofarse del contrario atribuyéndose la parte “Titi” del lago y dejando el resto del nombre para sus vecinos.

Todas las leyendas se entienden cuando se contempla por primera vez el amanecer en el inmenso lago. Los cielos rojos se mimetizan con el color de las colinas del altiplano que rodean el lago y envuelven el azul cada vez más claro de sus aguas. El nacimiento del nuevo día parece alumbrar la tierra por primera vez. Este lugar es realmente mágico.

Cómo llegar:

Lo más práctico y saludable (para aclimatarse a la altura) es llegar al Lago Titicaca desde Arequipa. Un viaje de dos días por el Valle del Colca es la mejor forma de cubrir el trayecto entre Arequipa y Puno. El viaje se puede contratar fácilmente en Arequipa. Las agencias disponen de buenos vehículos y el coste es asequible. Un tour privado incluyendo las visitas al Cañón del Colca (sin comidas ni hotel) sale por alrededor de 80 EUR por persona.

Las excursiones en el Lago Titicaca suelen estar muy estandarizadas. Resulta muy barato contratar una excursión a las Islas de los Uros pero a menudo la experiencia es frustrante porque la visita se asemeja mucho a una atracción de parque temático. Mi consejo es contratar una excursión privada o al menos con un número limitado de viajeros y visitar las Islas de los Uros y la Isla de Taquile. Dos buenas agencias son Edgar Aventures (www.edgaradventures.com) y Puno Tours (www.punotours.com.pe). El coste de una excursión privada que incluye los traslados al alojamiento, el transporte en barco, guía y las comidas es de alrededor de 35 EUR por persona.

El trayecto entre Puno y Cuzco es conocido como la Ruta del Sol. La forma más barata para viajar entre las dos ciudades es el autobús. Son unas 8 horas de viaje y los precios oscilan entre 10 y 25 EUR. Hay también autobuses turísticos, que van haciendo paradas en los lugares de mayor interés como La Raya, Racqui y Andahuaylillas, cuyo coste es algo más elevado (alrededor de 40 EUR). Una experiencia preciosa, si os lo podéis permitir, es hacer el recorrido en un tren de lujo. Hay dos posibilidades. El Tren Titicaca Perurail cubre el trayecto en vagones restaurantes (www.perurail.com/es/trenes/perurail-titicaca) y cuesta alrededor de 200 EUR por persona. El Belmond Andean Explorer realiza el viaje entre Arequipa y Cuzco (con parada y excursión en Puno) en coches cama (www.belmond.com/es/trains/south-america/peru/belmond-andean-explorer) y el precio ronda los 600 EUR/persona

Un Poco de Historia: Las Culturas del Lago Titicaca:

Varios pueblos preincaicos se desarrollaron junto a las orillas del lago. El más importante de todos ellos fue el de la Cultura Tiahuanaco, que dominó estas tierras desde el 200 dC y construyó grandes centros ceremoniales en las islas y alrededor del lago.

En el siglo XV Pachacutec Inca Yupanqui anexionó el lago al Imperio Inca. Según las tradiciones de los Uros, éstos huyeron de los incas refugiándose en el lago. Por eso construyeron islas artificiales utilizando como materia prima la totora. Así se explicaría la población de las islas flotantes.

A pesar de que el Imperio Inca que provenía del norte y conquistó estas tierras cuando ya estaba en su máximo esplendor, sus tradiciones legendarias sitúan aquí su origen. Garcilaso de la Vega ya describió en el siglo XVI el origen legendario de los incas en las espumas del lago Titicaca. Viracocha, el dios creador hizo emerger el sol, la luna y las estrellas. De la isla del Sol salieron los míticos Manco Capac y Mama Ocllo para fundar Tahuantinsuyo.

Qué visitamos en este post

En el siguiente mapa interactivo podrás localizar con exactitud todos los lugares de los que se habla en el artículo. Podéis usarlo para llegar hasta ellos fácilmente y para seguir el itinerario propuesto que incluye los lugares más representativos del Lago Titicaca.

Descubrir el Lago Titicaca

Puno: La Capital Peruana del Lago Titicaca

La ciudad de Puno tiene pocos atractivos.Casi nadie pasaría por aquí de no ser por el lago Titicaca. La fundación de San Luis de Alba a finales del siglo XVII, estuvo ligada a las minas de plata de Laykakota, 15 km al sudeste. Tanta plata desencadenó la codicia y originó batallas cruentas. El virrey del Perú, que por aquel entonces era el Conde de Lemos, tuvo que venir a poner orden y para ello se vio obligado a arrasar la ciudad. Fue entonces cuando la refundó con el nombre de Puno. La refundación trajo nuevamente la calma a estas tierras durante un siglo.

En 1780 Tupac Amaru II lanzó desde aquí una gran rebelión en favor de los derechos de los indígenas. La corona española tuvo que emplearse a fondo para sofocarla. Luego la industria textil, basada en la lana de alpaca, comenzó su crecimiento, llegaron el ferrocarril y la navegación y Puno se convirtió en un centro de comunicaciones. Más tarde llegó el turismo. Hoy Puno tiene 140.000 habitantes y sigue viviendo de los mismos negocios.

Lo mejor de la ciudad se recorre en menos de 1 hora. En la Plaza de Armas se encuentra la Catedral, construida por los jesuitas en el siglo XVIII, con una bonita portada que alterna motivos paganos y cristianos. En la misma Plaza de Armas se encuentra la Casa del Corregidor, el edificio colonial más vistoso de Puno. Luego hay que recorrer el Jirón de Lima, la arteria principal convertida en paseo peatonal, para llegar al Parque Pino, que alberga la Iglesia de San Juan, un pastiche de estilo neogótico y neomudéjar que alberga la Virgen de la Candelaria, patrona de la ciudad, entre cientos de velas permanentemente encendidas.

Quizás lo más original de Puno sea su puerto. Junto al gran pantalán yace un carguero, el Ollanta, mudo testigo de los tiempos mejores que atravesó el transporte de mercancías en el lago. El resto está ocupado por unas pocas barcas pesqueras y por decenas de blancas embarcaciones empleadas en el transporte de los turistas.

Islas de los Uros: Un ecosistema único convertido en parque temático

Crear unas islas artificiales para conseguir la seguridad que no puede dar la tierra firme. Parece una contradicción pero eso fue lo que hicieron los uros tras la conquista del territorio por los incas. Construyeron islas artificiales con superficies hechas de totora, un junco acuático, que aprendieron a trenzar con habilidad centenaria. La base, de alrededor de dos metros de grosor, se cubría con una buena capa de tallos de totora. Los troncos de eucalipto y los leños de balsa servían para reforzar la estructura de carga de estas islas flotantes. En sus extremos se clavaban estacas apuntaladas con piedras para anclar las islas al fondo del lago. Los tallos de junco se descomponen fácilmente por lo que era necesario reforzar la base cada tres meses. De esa forma, con un inmenso esfuerzo, levantaron su original hábitat en medio del lago. Sólo por verlo merece la pena venir hasta aquí.

Lástima que las islas se hayan convertido hoy en día en un parque temático con poca gracia. En primer lugar, ya no hay uros. La etnia languideció en sus islas durante siglos hasta que desapareció por completo a finales de los años 50. Sin embargo, para entonces ya estaba claro el atractivo turístico de las islas y los aymará sustituyeron a los uros, siguiendo sus tradiciones, para explotarlas con fines casi exclusivamente turísticos. Hoy cada isla es una aldea habitada por grupos de tres a diez familias. Todo en las islas, desde las sencillas chozas a los muebles básicos y las alargadas embarcaciones está hecho de totora. Bueno todo no. Todas están dotadas de energía solar y la mayoría tienen hasta televisión. Las familias complementan sus ingresos con la pesca, una agricultura rudimentaria basada en los frutos de la totora, los trabajos textiles y la artesanía.

Las Islas de los Uros están a poco menos de 30′ de navegación desde el puerto de Puno. Actualmente hay unas 40 islas alineadas al norte de la bahía. La visita puede parecer (lo es) un escenario teatral hecho para el turismo pero pisar el suelo flexible de las islas, sentirte rodeado por las infinitas aguas azules del lago, ver cómo los habitantes con coloridos trajes y sombreros de hongo trabajan con la totora y sorprenderse con la vida aislada de esta gente tiene su atractivo. Claro que tanta programación en las visitas (cada embarcación tiene pactada la visita con una de las islas), el excesivo turismo y las actividades de claro parque de atracciones, como los paseos en totora, le restan mucha autenticidad.

La isla de Taquile y su tradición textil

La mayoría de los turistas que llegan hasta el lago Titicaca se conforman con la visita a las Islas de los Uros. Grave error. El sabor agridulce de la visita a las islas de los Uros se puede compensar fácilmente si se continúa la navegación hacia Taquile,. una de las islas de tierra firme del lago. Se tardan casi dos horas en una embarcación rápida pero el trayecto merece la pena.

Cambiamos totalmente de escenario. La isla de Taquile presenta paisajes ondulantes de colinas marrones que contrastan con el azul intenso del lago, el añil del cielo y el verde de las tierras cultivadas. A lo lejos las cumbres nevadas de la Cordillera Real de Bolivia. Dentro de la isla un llamativo silencio, sólo roto en el pueblo por la actividad de sus pocos habitantes en sus calles de piedra.

Los taquileños, de lengua quechua, han conservado el estilo de vida tradicional probablemente desde los tiempos de los incas. Su peculiar y magnífica tradición textil se ha hecho acreedora del título de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Su forma de vestir está inspirada en los atuendos de los campesinos españoles (posiblemente extremeños) de antaño y en los colores y motivos tradicionales andinos.

Los hombres llevan un gorro largo de lana, rojo para los casados y rojiblanco para los solteros, una camisa blanca bajo un bolero negro y un pantalón negro, que en los casados se complementa con un cinturón con bolsillos tejido por la esposa. Las mujeres llevan la pollera, una serie de faldas y enaguas superpuestas, y un chal negro con franjas bordadas. Las chicas jóvenes lucen gorros con largos pompones de diferentes colores, como las flores de cantuta, que les llegan a la cintura.

La Cantuta era la flor sagrada de los incas, con ella se adornaban las ceremonias del emperador y de las montañas sagradas. Hoy es la flor nacional del Perú.

Los barcos suelen arribar ahora al embarcadero del extremo sur de la isla con el fin de evitar subir la larga escalera serpenteante de 532 escalones que espera si se desembarca en el puerto principal de la isla, Puerto Chilcano. Buena idea porque a 4000 metros cualquier esfuerzo te hace sentir que el corazón se quiere salir del pecho. Desde el pequeño embarcadero del sur la subida es más gradual y, además, tiene el aliciente de que se puede acceder fácilmente a una preciosa playa de arena blanca con vistas a la Cordillera Real de Bolivia. Una delicia sentarse un rato en una playa a orillas del lago Titicaca con esas vistas.

El símbolo arquitectónico de Taquile son sus arcos de piedra que señalan las entradas al pueblo principal en la cima de la isla. En el largo camino las vistas sobre el lago y los verdes campos son inolvidables. Cada poco tiempo surgen pequeñas haciendas compuestas por casas de adobe y piedra. En algunas de ellas se han habilitado comedores para los viajeros. La peculiaridad es que aquí todo es comunitario. Tanto lo recaudado en sus restaurantes caseros como en sus alojamientos rurales o en su Centro de Artesanía se reparte entre toda las familias. Los habitantes se dejan ver en sus atuendos típicos e incluso interpretan sus bailes orgullosos de sus ancestrales tradiciones. Y entonces sí, uno puede volver a Puno sabiendo que ha saboreado algo del mítico lago en que supuestamente se engendró el mundo.

La Ruta del Sol en el Perurail Titicaca

El recorrido entre Puno y Cuzco ha sido bautizado como la Ruta del Sol en referencia a la antigua importancia de esta ruta para el Imperio Inca. La carretera que une ambas ciudades está en buen estado pero lo mejor es utilizar la antigua vía de ferrocarril para poder tener una experiencia inolvidable del recorrido.

Claro que la experiencia tiene un precio. Sólo circulan trenes de lujo. El Belmond Andean Explorer realiza el trayecto entre Arequipa y Cuzco en coches cama mientras el Perurail Titicaca hace el viaje entre Puno y Cuzco en vagones restaurante. Nosotros elegimos Perurail Titicaca que sale desde la sencilla estación de Puno dos veces por semana a las 7:30 y llega a la estación de Wanchaq en Cuzco a las 17:50. Unas 10:30 horas para cubrir por el altiplano andino los 338 kilómetros de la Ruta del Sol. No va precisamente rápido. Su fuerte es el lujo.

Perurail Titicaca

En el desayuno servido a bordo uno empieza a acostumbrarse a las comodidades de los exclusivos vagones de los años 20. No obstante, no conviene perder mucho el tiempo en regodearse en los confortables sofás. Lo recomendable es dirigirse rápidamente al vagón mirador porque una de las principales sorpresas del viaje es atravesar Juliaca, la ciudad situada a poco más de 40 km de Puno.

Sólo hay dos ferrocarriles que atraviesen calles de una ciudad sin tráfico rodado. Uno en Vietnam y otro en Perú. Un trayecto de 2 km por estrechas callejuelas que admiten poco más que los raíles del tren… bueno en realidad mucho más. Un enorme mercado que se desmonta mientras pasa el tren y vuelve a montarse en unos segundos. Allí se vende de todo, desde calzado a remedios de parafarmacia, desde herramientas a todo tipo de alimentos… En el vagón mirador uno contempla maravillado el espectáculo. Tan cerca, tan lejos.

Tras Juliaca el tren asciende lentamente hasta La Raya. La puna toma el protagonismo. De cuando en cuando, pequeños pueblos con casas de adobe y calles sin asfaltar. El paisaje se hace cada vez más montañoso, hasta que empiezan a verse los “nevados”, las grandes cumbres de los Andes.

Los nombres de los lugares siempre tienen un porqué. La Raya no es sólo la frontera entre los departamentos de Puno y Cuzco. La pequeña meseta, a casi 4400 metros de altitud, separa las dos grandes cuencas de Sudamérica. Las aguas de Puno descienden hacia el Pacífico. A partir de aquí las ríos recorrerán un largo camino hasta el Atlántico. En realidad La Raya es sólo una pequeña ermita levantada en el siglo XVIII con un pequeño mercado a su alrededor. Un lugar un poco inhóspito y misterioso, ahí radica su belleza.

La Raya es la única parada del viaje. Desde aquí se emprende un largo descenso hasta Cuzco. Mientras tanto en el tren nos agasajan con una comida compuesta por platos tradicionales peruanos y nos enseñan a preparar un pisco sour mientras suena la música andina. Imposible aburrirse. Poco a poco penetramos en el corazón del Imperio Inca. Una experiencia llena de lujo mientras contemplamos uno de los paisajes más bellos del planeta.

Dónde dormir:

Puno tiene una escasa oferta hotelera. Un puñado de establecimientos en el poco agraciado centro urbano y algunos más acogedores en el extrarradio que tienen como principal reclamo las vistas del lago. Razón suficiente para decantarse por estos últimos ya que el transporte hasta ellos en taxi es muy barato.

Otras posibilidades incluyen quedarse en “alojamientos rurales” en las islas de los Uros o en Taquile. Los de las islas de los Uros son un poco artificiales y el frío nocturno está asegurado. Mucho más auténticos los de la isla de Taquile. En los dos tipos la ventaja es el silencio y la contemplación del amanecer y atardecer dentro del lago, algo que no olvidareis.

Una buena opción de hotel en Puno es:

Hotel Mirador del Titicaca: Avenida Llallawan, Alto Puno (www.miradordeltitikaka.com). El hotel es uno de los mejores miradores sobre el lago Titicaca. Lo suficientemente lejos de la ciudad para quedar absorbidos por la naturaleza mágica del altiplano, lo suficientemente cerca para poder disfrutar del lago. Por lo demás, el hotel es bastante austero aunque agradable. Alrededor de 70 EUR la habitación doble con alojamiento y desayuno en temporada alta.

Dónde comer:

En Puno no es fácil encontrar un buen sitio para comer fuera de los restaurantes de los hoteles. El lugar más recomendable de la ciudad es:

Mojsa Restaurant: Jirón Lima 635, Puno. Tf +51 51363182 (www.esenciacom.wixsite.com/mojsa). Un local sencillo con vistas a la Plaza de Armas. En lengua aymara mojsa quiere decir delicioso. Se puede elegir entre los platos clásicos de la cocina regional o pastas y pizzas. Alrededor de 15 EUR por persona con bebidas.

No hay que perderse una comida en alguno de los comedores comunitarios de la isla de Taquile. Son comidas sencillas pero están amenizadas con una demostración del lenguaje del vestir en la isla y con bailes tradicionales.

Enlaces

Enlaza con la etapa anterior o posterior. Para volver al inicio de viaje, pincha aquí: Un Viaje al corazón del Perú