Zamora es una muy recomendable excursión cultural, para descubrir tesoros del románico, y poner escenario a numerosos pasajes de la historia medieval castellana. El ejemplo más importante, su robusta catedral, luce su silueta sobre un paisaje dominado por el ancho cauce del río Duero a su paso por la ciudad.
La capital castellana, situada a unas dos horas y media de Madrid, y a menos de una hora de Valladolid, posee una extensa colección de iglesias románicas, con una gran variedad de estilos y elementos decorativos cuya construcción tuvo lugar durante la época de su máximo esplendor, los siglos XII a XIV.
Zamora es una capital de provincia que parece haberse quedado anclada en el tiempo. Su orgulloso patrimonio histórico nos cuenta como un día, la ciudad se levantaba rica y poderosa como una de las más influyentes de lo que por entonces conformaba el Reino de León, o en algunos momentos históricos, el Reino de Castilla unificado con el primero.
Cuando se aprende a leer el pasado de las ciudades, observando sus monumentos, y en especial cuando fueron éstos construidos o fomentados, es fácil determinar las épocas de auge y esplendor de las localidades que se visitan… y en Zamora, en verdad el testimonio de sus monumentos así nos lo cuenta, ya que son los siglos XII y XIII cuando la actividad constructora de la ciudad tiene su apogeo, que es la que coincide con el estilo románico que predomina en casi todas sus obras. Existen numerosos templos románicos repartidos por su casco histórico, cada cual con sus peculiaridades y extraordinario valor arquitectónico. Pero es sin duda su Catedral, la que más nos llama la atención.
La Catedral:
Situada en el extremo del promontorio sobre el que se alza la ciudad, y dominando el cauce del Duero, se alza con factura sobria, como si se tratase de una fortaleza. Su torre se levanta maciza, gruesa y pesada, contrastando con el elemento más fino, sugerente y especial del conjunto, el cimborrio de estilo bizantino que cubre el crucero de la nave central.
El Cimborrio:
De dimensiones recogidas, exquisita decoración y de gran originalidad, el Cimborrio de la Catedral de Zamora, posee un estilo peculiar, de gran belleza que es comparable a otras dos importantes obras arquitectónicas de la región; el cimborrio de la Catedral Vieja de Salamanca, y el de la Colegiata de Toro.
El Río Duero:
A su paso por Zamora, el rio Duero tiene una anchura y caudal considerable. Ello ha significado históricamente una frontera natural (durante siglos fue la frontera natural entre territorios cristianos y musulmanes), un reto para la construcción de sus Puentes (en la Edad Media se levanto varias veces el Puente de Piedra, que quedó sucesivamente destruido en varias crecidas fabulosas del río), y una fuerza motriz para la fabricación de harinas. Esta tercera faceta, se hace patente cuando vemos los restos de las históricas Aceñas, que durante siglos movieron las muelas de piedra para conseguir harinas. Hoy algunas de estas aceñas han sido acondicionadas, se pueden visitar, o han sido convertidas en restaurantes o terrazas desde los que disfrutar de las vistas y el arrullo del agua o de la brisa fresca del río en verano.