Tallín: La capital medieval del Báltico

Tallín es la capital de Estonia. Fundada en 1219 por comerciantes daneses, su centro histórico es de origen medieval y fue declarado Patrimonio de la Humanidad. Situada prácticamente en el paralelo 60º de latitud norte, es la ciudad medieval listada por la Unesco, más septentrional del Mundo.

Cómo llegar:
La nuevo compañía aérea de bajo coste Norwegian ha iniciado varias rutas a capitales nórdicas que incluyen Tallín. Otra forma de llegar es en Crucero, la Ruta de las Capitales Bálticas suele hacer escala en este puerto. La distancia del aeropuerto a la capital no llega a 5kms y el precio de un taxi no suele superar los 15€. En cuanto a la terminal de Cruceros, se encuentra tan cerca del Centro Histórico que se puede ir andando, lleva unos 15min acercarse hasta la Plaza del Ayuntamiento desde los muelles.

Visita de Tallín:

El centro histórico de la capital de Estonia es una pequeña ciudad medieval con mucho encanto. Tiene dos partes diferenciadas; la alta y más antigua, está construida sobre una peña y fue fundada por los daneses en 1219. Compuesta por una serie de callejuelas y de placitas muy recoletas, alberga algunos de los principales monumentos: la catedral ortodoxa rusa, el Parlamento, y la Toomkirik (Catedral luterana). Las calles adoquinadas, son irregulares y se distribuyen conforme a un trazado medieval lleno de rincones escondidos. La mayor parte de los edificios han conservado su estilo rústico de influencia centroeuropea, y muchos de ellos han sido convertidos en improvisadas Embajadas tras la independencia del país de la Unión Soviética en 1991. Desde lo alto de esta pequeña acrópolis en la que se erige Tallin, se divisan amplias extensiones de la llanura boscosa sobre la que se levanta la capital; hay varios miradores para disfrutar de las vistas. Las de dos de ellos, los orientados hacia la parte baja de la Vanalinna (Ciudad Vieja), son especialmente bellas. Desde aquí se toman las mejores fotos de Tallin.

La parte baja, aun siendo medieval, tiene aproximadamente unos 150 años menos que la parte alta. Está prácticamente rodeada por las murallas que la Orden de Caballeros Teutones de la Liga Hanseática levantaron para defenderla de ataques hostiles. Se conservan los torreones y las puertas de acceso principales, que convierten el casco medieval en un escenario cerrado cargado de encanto. Sus calles empedradas están a menudo flanqueadas por bonitas construcciones de tonos pastel. Algunas de ellas conservan el estilo típico de Estonia, con fachadas acabadas en punta y poleas de madera que servían para aupar el heno a los sobrados de las partes superiores que eran utilizadas para almacenar y secar el grano.

La más bella e impresionante de las plazas de Tallinn es la Plaza del Ayuntamiento (Raekoja Plats), que está flanqueada por terrazas de restaurantes y bares. Ideal para un descanso en la visita. La Iglesia del Espíritu Santo es quizá la más interesante por dentro, por su ambiente recogido, sus coros y techos de madera, y su precioso retablo gótico (entrar solo cuesta 1€ y merece la pena). Perderse por las callejuelas del centro es gratificante porque descubres rincones llenos de encanto, edificios curiosos, y siempre te llevas alguna sorpresa, pero si uno no quiere perderse los mejores ejemplos de arquitectura local debe asegurarse de recorrer la Calle Lai y la Calle Pikk; ambas son casi paralelas y van a parar a la Iglesia de San Olav, inconfundible por su altísima torre de 120mts de altura.

 

Un poco de Historia:
Los daneses fundaron la ciudad en 1219 pero perdieron el control de este valioso enclave comercial en el Báltico a manos de la Liga Hanseática. Liderada por la Orden de los Caballeros Teutones, esta asociación comercial de ciudades de norte de Alemania, se expandió rápidamente por todo el Báltico comerciando con los recursos que ofrecían las distintas plazas. Atraídos hasta aquí por el ámbar del Báltico, y para proteger sus intereses de potencias enemigas, levantaron una muralla durante los siglos XIV y XV que permanece muy bien conservada casi en su totalidad.

Tras los Teutones, otras potencias del Báltico como los suecos o los polacos y lituanos pugnarían por la hegemonía del comercio y el control de las principales plazas marítimas, pero sería la expansión del nuevo poder regional, la Rusia zarista de Pedro el Grande la que tomaría finalmente el control de Tallinn y su hinterland. Estonia pertenecería a Rusia desde el siglo XVIII hasta alcanzar brevemente su independencia entre 1917 y 1945 cuando tras la II Guerra Mundial cayó bajo la administración de la URSS. En 1991 recuperaría su independencia, y tras su adhesión a la Unión Europea, hoy es uno de los 17 países que comparten el Euro como moneda.

 

“La ciudad de Tallinn deja al visitante muy buen sabor de boca. Quizá sus monumentos no causan admiración, ni el tamaño ni la riqueza de los mismos los hace realmente destacables uno por uno, pero el conjunto es capaz de envolverte con su encanto. Es muy fácil de orientarse y visitarlo, se podría caminar de punta a punta a buen paso en menos de 15min.”

 

Leer + sobre Estonia:
Estonia es una de las tres repúblicas bálticas que se independizaron de la Unión Soviética en 1991. Su lengua, el estonio no pertenece a ninguna de las tres grandes familias lingüísticas europeas; ni latinas, ni germánicas, ni eslavas; sí guarda un parentesco con el finés, que resulta similar al parecido que hay entre el español y el portugués.

Estonia es un país bastante extenso y muy poco densamente poblado. Su extensión, es aproximadamente la de Aragón, y sus algo más de 45,000kms cuadrados están cubiertos en más de un 40% por bosques y lagos. Al igual que Aragón, también su población ronda el 1,5mill de habitantes; un tercio de los mismos en la capital Tallín.

El territorio de Estonia al igual que los países escandinavos fueron liberándose progresivamente del hielo de la última glaciación, y las taigas y los bosques de coníferas comenzaron a progresar. No obstante, este tipo de bosques y el suelo que los sustenta resultaban muy pobres para poder soportar una población sedentaria, y sus primeros pobladores eran nómadas ganaderos que se dedicaban a la cría de especies árticas como el reno. En la Alta Edad Media, los comerciantes de la Liga Hansa y los pueblos escandinavos comenzaron a interesarse por estas latitudes al encontrarse ámbar en ellos. Este fósil de resina, considerado semiprecioso y muy valorado en Europa como joya y adorno, fue el motor de las sucesivas fundaciones de importantes plazas comerciales en la zona por daneses y teutones. A partir de la fundación de Tallin (1219) y su desarrollo comercial, comienza a desarrollarse una cultura y civilización urbana a su alrededor. En el Renacimiento las nuevas potencias regionales, sucesivamente Suecia, Polonia o Rusia tuvieron presencia y dominio sobre diferentes puntos del Báltico. Tallín cayó bajo la esfera de la Rusia zarista coincidiendo con su expansión hacia el mar y la fundación de San Petersburgo (1703) por Pedro El Grande a principios del siglo XVIII.

Con la Revolución Bolchevique de 1917, Estonia gana su independencia por primera vez, aunque la perdería al final de la II Guerra Mundial cuando ocupada por el ejército rojo, pasó a ser una República más dentro de la Unión Soviética. En 1991 en el proceso de desintegración de la URSS, Estonia recuperó su independencia junto con Letonia y Lituania. De la URSS, Estonia heredó el problema de una minoría rusa muy grande, que llega hasta el 30% de la población. El ruso durante fue la lengua vehicular durante la época soviética y a partir de la independencia sufrió un proceso de erradicación casi completa. Los más de 400.000 habitantes de origen ruso, no tienen derecho a voto en las elecciones locales, y se mueven en un espacio jurídico muy complicado, en el que no poseen los derechos completos de un ciudadano estonio convencional. Y esta situación dentro de la Unión Europea, a la que pertenecen desde 2004, la verdad, debería ser más cuestionada y estudiada porque creo que los derechos fundamentales de las personas, son los que la Unión Europea debería defender por encima de todo, sin distinción de nacionalidad.

La economía de Estonia sufrió una transformación enorme después de su salida del ámbito socialista soviético. Poco a poco se ha convertido en una economía basada en los servicios, con un alto índice de penetración de internet de empresas relacionadas con las tecnologías de la información. Desde 2011 utiliza la moneda común, el euro (€). Este hecho ha favorecido la entrada de capitales extranjeros y de inversiones en el país. La propia Tallín ha presenciado su propia transformación y modernización en una metrópolis moderna, presenciando la construcción de numerosos nuevos y flamantes edificios de oficinas y rascacielos de cristal en su modesta pero orgullosa zona financiera del centro de la capital.

 

Parte Alta:

Toomkirik: Catedral de Santa María, luterana amplia y luminosa, con decoraciones en madera y escudos de la nobleza de la ciudad de Tallinn. Catedral Ortodoxa Rusa: En estilo neobizantino, destacan sus mosaicos e iconos tradicionales

Parte Baja:

Iglesia de San Nicolás (Niguliste Kirik): Ayuntamiento (Raekoja Plats): Se pueden visitar varias salas en visitas guiadas. Los horarios son restringidos salvo en julio y agosto que permanecen abiertos casi todo el día. Apteek – Farmacia Medieval: Una botica que ha conservado el mobiliario original, y ha permanecido abierta como farmacia durante más de cinco siglos. Iglesia del Espíritu Santo (Püha Vaimu Kirik): El espacio es muy bonito, con dos naves no simétricas y un altar mayor con un retablo precioso gótico de estilo flamenco atribuido a un maestro de Lübeck llamado Bernt Notke.

El centro histórico vive prácticamente del turismo, y un buen número de sus inmuebles se han convertido en restaurantes, cafés y tiendas de souvenirs. Lo más aconsejable es comer en alguno de los restaurantes que tienen terrazas sobre la Plaza del Ayuntamiento, es la principal y la más animada. También hay restaurantes con terrazas-jardín en algunas de las calles adyacentes a la del Ayuntamiento.

Un restaurante que a pesar de ser muy turístico resulta interesante de conocer es el Olde Hansa. Los camareros están vestidos de época, la decoración y ambientación está muy conseguida. Ofrecen cocina internacional y platos típicos nacionales. Está a la vuelta de la esquina de la Plaza del Ayuntamiento.

Desde la entrada en la Unión Europea el desarrollo del sector turístico ha sido enorme en Estonia. Su capital ha elevado el número de visitante enormemente y sus infraestructuras han mejorado desde la práctica inexistencia de buenos hoteles a la proliferación de muchos pequeños establecimientos con encanto. Otra de las posibilidades que ofrece Tallín, es alquilar un apartamento en el centro histórico por días, ya que muchos inmuebles fueron rehabilitados con mucho gusto, para el turismo.

Yo he seleccionado estos dos pequeños establecimientos que me parecieron excelentes por su relación calidad-precio, por su ubicación y por el valor que aportan de tradición arquitectónica y cultural cuando se visita la ciudad.

Meriton Old Town Garden Hotel

Lai 24/Pikk 29, 10133 Tallinn – Centro Ciudad. Estonia – Tel:+372 664 8800

Es un hotelito que ha aprovechado una de las antiguas mansiones urbanas tradicionales y la ha adecuado a los servicios necesarios para un hotel moderno. Lo mejor es la intimidad de su patio y la tranquilidad que se respira, estando ubicado en una de las calles más monumentales y a dos pasos de la Plaza del Ayuntamiento (Raekoja Plats) Desde 64€ la doble.

Barons Boutique Hotel Tallinn

Suur-Karja 7/ Väike-Karja 2, 10140 Tallinn Centro Ciudad, Estonia  – Tel:+372 699 9700

Es una pequeña joya de hotel, con los detalles muy cuidados, muy acogedor y con habitaciones con preciosas traviesas de madera y buhardillas. Situado junto a la oficina de turismo entre la iglesia de San Nicolás y la Plaza del Ayuntamiento, así que con el centro histórico a tiro, pero también la parte moderna de Tallín a sus espaldas. Desde 108€ la doble.