La noche del 24 de diciembre la melodía de “Noche de Paz” (Silent Night) suena constantemente en Salzburgo. El villancico se interpretó por primera vez en 1818 muy cerca de aquí, en Oberndorf, un pequeño pueblo pocos kilómetros al norte de la ciudad. Escrita por Joseph Mohr, coadjutor de Salzburgo, y compuesta por Franz Gruber, el párroco de Obendorf, la canción se hizo popular en Europa muy rápidamente. Pero el episodio definitivo que convirtió el villancico en una pieza inmortal ocurrió en la I Guerra Mundial. El 24 de diciembre de 1914 tras la declaración de la Tregua de Navidad los soldados a ambos lados de las trincheras comenzaron a cantarlo; era el único que conocían todos los contendientes y el que mejor expresaba los anhelos de paz. En 2018 la canción fue declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Que Salzburgo sea el lugar de origen del villancico más universal no parece una coincidencia. La impronta de uno de los más grandes genios de la música en la vieja capital del arzobispado es tal que presume de ser el lugar con mayor porcentaje de habitantes que saben tocar un instrumento musical.
El Festival de Salzburgo, uno de los más importantes y populares del mundo, celebra en este año, marcado por la pandemia del coronavirus, su centenario. Lo que empezó siendo una forma de homenajear al más ilustre de sus ciudadanos acabó de identificar Salzburgo con Mozart. No es sólo el Festival. El pequeño principado, gobernado por el arzobispo, estaba en su esplendor en la época en que Mozart nació y la ciudad se remodeló completamente durante el siglo XVIII. De manera que el casco histórico en el que hoy apreciamos unas características tan uniformes es el mismo que vio el genio. Esa uniformidad barroca de sus construcciones a juego con la música de Mozart es lo que ha valido a Salzburgo el título de Patrimonio de la Humanidad.
El nombre de Salzburgo proviene de la sal, con cuyo comercio se desarrolló la ciudad a lo largo de sus primeros siglos
El Aeropuerto de Salzburgo – W. A. Mozart es el segundo más importante de Austria y está localizado a sólo 4 km de del centro de la ciudad. Sin embargo, su tráfico es limitado y actualmente no tiene conexiones directas con España. Lo más fácil es utilizar el Aeropuerto Internacional de Múnich – Franz Joseph Strauss. Las compañías Iberia, Lufthansa y Cóndor enlazan Múnich con varias ciudades españolas. Desde el Aeropuerto de Múnich lo mejor es alquilar un coche. Salzburgo está a escasos 150 km de Múnich por una magnífica autopista. La otra opción es utilizar el tren. Hay un buen servicio de trenes entre el aeropuerto y la estación de Múnich. Entre Múnich y Salzburgo hay más 30 trenes diarios que realizan el trayecto en menos de 2 horas desde 30 EUR i/v.
A menos que sólo se pretenda dar un paseo por la ciudad, adquirir la Salzburg Card merece la pena. Permite el uso gratuito del transporte público (incluyendo el tren de cremallera que sube al Hohensalzburg y un paseo por el río) y la entrada a todas la atracciones turísticas y museos. La tarjeta se puede adquirir online y cargar en el móvil (www.salzburg.info/es/hoteles-ofertas/salzburg-card) o en las oficinas de turismo y hoteles. El precio en verano es de 29 EUR un día o 38 EUR dos días.
El 27 de enero de 1756 nacía en Salzburgo el que sería considerado el mayor genio musical de todos los tiempos. Su obra profusa y extraordinaria abarcó todos los géneros, desde la ópera a la música sacra y las sinfonías. Su agitada vida por su carácter rebelde y caprichoso le granjeó enemigos irreconciliables, pero le permitió mantener su originalidad hasta su prematura muerte en 4 de diciembre de 1791 en Viena.
Wolfgang Amadeus Mozart nació en el seno de una familia acomodada. Su padre, Leopold Mozart, era compositor y violinista. Su madre, Anna María Pertl pertenecía a una familia burguesa de funcionarios públicos. Mozart y sus hermanos crecieron en un ambiente dominado absolutamente por la música. Su padre ocupaba el puesto de compositor en la corte del príncipe-arzobispo Segismundo von Schrattenbach, quién sería el gran mecenas familiar. En el tiempo del nacimiento de Mozart el pequeño principado estaba en un periodo de gran crecimiento económico tras las guerras de religión que habían ocupado prácticamente todo el siglo anterior.
Mozart fue un genio precoz. A los 4 años leía sin dificultad las partituras, tocaba el clavicordio y se atrevía a componer. A los 6 tocaba con destreza el clavecín y el violín y dio su primer concierto en público. Comenzaron entonces sus giras por las principales cortes europeas, donde era presentado como niño prodigio, y su carrera como compositor incansable.
En 1773 la familia Mozart se muda a una mansión más grande al otro lado del río Salzach. Para entonces Wolfgang Amadeus Mozart ya era un concertista y compositor consumado. Sin embargo, ese mismo año moría el príncipe arzobispo Segismundo, quién siempre les había apoyado casi incondicionalmente. Las cosas no serían iguales con su sucesor, Hieronimus von Colloredo. No es que el nuevo príncipe arzobispo no siguiera empleando a padre e hijo, pero sus salarios y encargos bajaron. Dado que para entonces la fama de Mozart en la ciudad era ya muy importante, la familia siguió teniendo suficientes ingresos con los trabajos encargados por la aristocracia de Salzburgo. A pesar de lo cual, en sus giras europeas Mozart buscaba ya otro lugar para trabajar donde su salario estuviese en consonancia con su categoría.
En 1781 Mozart se trasladó definitivamente a Viena. Las relaciones con el arzobispo Colloredo se habían ya deteriorado completamente. La capital del Imperio Austrohúngaro resultó especialmente estimulante para Wolfgang Amadeus. Los conciertos se multiplicaban y no paraba de componer. Al año siguiente de su llegada a Viena se casó con Constanze Weber lo que ahondó en el deterioro de las relaciones con su padre, ya resentidas por la ruptura con el arzobispo. Sin embargo, Mozart estaba en la plenitud de su vida, componía sin cesar y era el músico más reconocido de Europa.
Las cosas se torcieron a finales de la década de 1780. La crisis por la guerra entre Austria y Turquía redujo los encargos y los conciertos, surgiendo grandes dificultades económicas, agravadas por el lujoso estilo de vida del compositor. La situación empezó a recuperarse en 1790. Los encargos volvieron y Mozart pudo hacer frente a sus deudas. El último año de vida de Mozart fue especialmente productivo, compuso algunas de sus más grandes operas, de sus mejores conciertos y su inacabado Requiem. Sin embargo, la salud del genio se deterioraba por momentos. Mozart fallecía en Viena el 6 de diciembre de 1791, a la edad de 35 años, sin que sepamos a ciencia cierta la causa de su muerte.
Stefan Zweig. «Veinticuatro Horas en la Vida de una Mujer». Editorial Acantilado 2000. 102 pags
Stefan Zweig vivió 15 años en Salzburgo. Llegó en 1919, tras el fin de la Gran Guerra, y allí escribió sus mejores novelas y se convirtió en uno de los escritores más reconocidos del mundo. Vivió en una antigua mansión de la colina de los Capuchinos. Por su casa desfilaron los más grandes escritores y artistas de la época. La amenaza nazi le llevo a exiliarse en 1934. Justo a tiempo; aunque el resto de su vida fue ya un tormento hasta acabar suicidándose en Petrópolis (Brasil) en 1942.
Veinticuatro horas en la vida de una mujer, publicada en 1927, es una de sus mejores novelas breves. La historia de una inmensa y repentina pasión de una mujer que parecía incapaz de dejarse llevar por sus emociones. Un relato que describe también los cambios que estaban ocurriendo en una época especialmente convulsa, la de principios del siglo XX
En el siguiente mapa interactivo podrás localizar con exactitud todos los lugares de los que se habla en el artículo. Podéis usarlo para llegar hasta ellos fácilmente y para seguir el itinerario propuesto que incluye los lugares más representativos de Salzburgo.
El Café Tomaselli es un buen punto de partida para iniciar una visita a Salzburgo. Situado en la calle Alter Markt (calle del Mercado Viejo), a sólo unos pasos de la Catedral, fue fundado en 1705 y pronto se convirtió en toda una institución para sus habitantes. Presume de haber sido el favorito de Mozart. Paladear un buen café y una tarta mientras se escucha la música del genio es la mejor forma de entrar en el ambiente de la ciudad.
Salzburgo había sido fundado por los romanos con el nombre de Juvavum pero tras la caída del Imperio el lugar quedo deshabitado. En el año 700 fue refundada por San Ruperto como sede de un obispado y un siglo más tarde ya era un arzobispado. El territorio del actual estado de Salzburgo sería un principado independiente gobernado desde entonces por su arzobispo hasta su desaparición tras las guerras napoleónicas y su definitiva anexión a Austria.
Hohensalzburg: La Fortaleza y el Origen de Salzburgo
Una vez familiarizados con la atmósfera de la ciudad de la música se puede emprender la visita a su monumento más emblemático. Sobre la estratégica montaña que domina la ciudad, Festungsberg, se empezó a construir en el siglo XI la que había de ser una de las fortalezas más grandes de Europa Central y hoy es, además, la mejor conservada. La Fortaleza de Hohensalzburgo fue siempre la residencia del arzobispo de Salzburgo. Desde allí se domina todo el amplio valle del Salzach, el caudaloso río que da nombre a la ciudad. Por el río llegaba la mercancía que fue el motor económico de Salzburgo hasta los tiempos modernos. La sal se extraía en las minas cercanas y, tras ser preparada, se enviaba a la ciudad para su distribución por Europa.
Un tren de cremallera, Festungbahn, facilita desde 1892 la subida a la fortaleza. La otra opción es un moderno ascensor. El interior sorprende por sus dimensiones. La mayor parte de lo que puede verse actualmente data de los siglos XVI y XVII. Vale la pena visitar el Museo de la Fortaleza para hacerse una idea de lo que era la vida en la corte principesco-arzobispal. De todas formas, lo mejor son las vistas sobre Salzburgo y su comarca, con las altas cumbres de los Alpes perfilándose al sur y al oeste.
La Salzburgo Barroca: El Omnipresente Mozart
En el siglo XVII Salzburgo llegó a ser uno de los epicentros de la Contrarreforma en Europa Central. Tras las guerras de religión se recuperó el comercio y comenzó una transformación completa de la capital del arzobispado. Se edificaron sus grandes iglesias barrocas y a su sombra se levantaron grandes edificios con bellos portales y ventanas profusamente decoradas.
1. Barrio de la Catedral
La Catedral de San Ruperto fue el primer edificio levantado en el nuevo estilo en Salzburgo en el siglo XVII. Aquí fue bautizado Mozart al día siguiente de su nacimiento, el 28 de enero de 1756. El imponente templo marca el centro de la ciudad y su perfil al pie de la Fortaleza de Hohensalzburg forma parte de su estampa más característica.
La Catedral está rodeada por grandes plazas que tratan de realzar más su importancia. Frente a la fachada, la Plaza de la Catedral es uno de los grandes escenarios del Festival de Salzburgo. En los laterales la Kapitelplatz, presidida por el Palacio del Obispo y la Fuente de Neptuno, y la Residenzplatz, la más grande de la ciudad, dominada por los palacios Residenz. En el centro de la Residenzplatz se encuentra la emblemática Fuente de la Residencia (Residenzbrunenn), con sus imponentes caballos marinos. Las pintorescas calesas esperan en los alrededores a los turistas.
El conjunto de las plazas y edificios que rodean a la Catedral junto con el adyacente Monasterio Benedictino de San Pedro forman el Barrio de la Catedral (DomQuartier), repleto de museos y galerías de suntuosa decoración barroca.
2. Mozart y el Mercado de Salzburgo
El espacio dedicado a Mozart por la ciudad es continuación de la Residenzplatz. La plaza está presidida por la Iglesia de San Miguel y tiene la primera estatua erigida en honor del genio de la música. Muy cerca de allí, atravesando de nuevo la Residenplatz, se encuentra otra de las cafeterías de obligada visita, el Café Konditorei Fürst donde nacieron los mozartkugeln o bombones de Mozart, unas bolas de chocolate negro rellenas de mazapán, pistacho y pasta de avellanas, que se siguen elaborando de manera tradicional. El envoltorio de los bombones originales es plateado mientras que en el resto de los establecimientos siempre se encontran envueltos en papel dorado. Difícil resistirse a la tentación de traerse un paquete de bombones para casa.
La Alter Markt, Plaza del Mercado Viejo, es la más popular de Salzburgo. Aquí estuvo el mercado desde época medieval, aunque hoy todos los edificios que la rodean son barrocos. Al lado de la Plaza del Mercado se encuentra el ayuntamiento, levantado en la intersección de las dos calles principales del casco antiguo. Su esbelta torre del reloj forma parte del característico perfil de la ciudad.
Getreidegasse es la calle comercial por excelencia de Salzburgo. Allí antiguamente se agrupaban por sectores los diferentes gremios. Los carteles anunciadores de los comercios son toda una tradición en la ciudad, aunque ahora publicitan marcas comerciales internacionales. Wolfgang Amadeus Mozart nació en 1756 en el seno de una familia acomodada en el número 9 de la Getreidegasse. La Casa Hagenauer es hoy uno de los museos más visitados de Austria. Se conserva el mobiliario original así como retratos del compositor y algunas partituras e instrumentos musicales.
Tras pasear por la calle más animada de la ciudad se puede utilizar alguno de los pasadizos comerciales para llegar a la Plaza de la Universidad donde ahora se extiende su mercado más concurrido y divertido. Todo el espacio está presidido por la Iglesia Colegial o de la Universidad, el segundo mayor templo barroco de Salzburgo y uno de los más bellos de Austria. La Universidad fue clausurada en 1810 y a pesar de que fue reabierta en 1962 como parte de la Universidad de Salzburgo, la iglesia nunca recupero el culto.
3. Comida en un Mirador sobre la Ciudad
Callejear y hacer compras abre el apetito así que ya va siendo hora de un almuerzo en la ciudad de la música. Detrás del ábside de la Iglesia Colegial se encuentra el Auditorio de Salzburgo, principal sede del Festival. Un edificio sin ninguna gracia construido en los años 60 que, sin embargo, goza de una acústica excepcional. El Auditorio fue inaugurado en los años en que otro de los grandes ilustres salzburgueses dirigía el Festival. Herbert Von Karajan fue uno de los mejores directores de orquesta de la historia y aún hoy es el artista discográfico de música clásica con mayores ventas de todos los tiempos.
Junto a la horrorosa fachada de hormigón del Auditorio parte una escalera que sube a un gran parque sobre otra de las colinas que dominan la ciudad. Al final de la escalera hay que coger el sendero arbolado de la derecha que de cuando en cuando deja ver buenas vistas sobre el centro antiguo de Salzburgo. Al final del sendero, junto a los restos de las antiguas murallas medievales de Salzburgo, hay un pequeño restaurante, StadtAlm, con una terraza que goza de magníficas vistas. El lugar ideal para reponer fuerzas.
El Palacio de Mirabell y Sonrisas y Lagrimas
Uno se podría quedar contemplando la ciudad desde la terraza del restaurante, pero merece la pena tener otros puntos de vista. Al otro lado de las murallas hay un centro comercial que cuenta con un ascensor para bajar nuevamente al casco antiguo. Desde allí estamos a pocos metros de la pasarela peatonal sobre el río Salzach, quizás el puente más famoso de Salzburgo. El puente está repleto de candados colocados por supuestas parejas de enamorados. Tanto la pasarela como el paseo junto al río permiten disfrutar magníficas vistas del casco antiguo.
La margen derecha del río aún tenía pocas construcciones cuando la familia Mozart decidió cambiar su lugar de residencia en busca de más espacio en 1773. La mansión conocida como “Casa del Maestro de Baile” en la plaza Makartplatz era una amplia vivienda de ocho habitaciones. Hoy alberga un museo sobre el genio. Muy cerca de allí se encuentra el Mozarteum, que desde su inauguración en 1841 es reconocido como uno de los mejores conservatorios de Europa.
La gran atracción de la otra orilla del río, y una de las visitas imprescindibles de Salzburgo, es el Palacio de Mirabell. Su construcción en 1606 esconde una historia de amor. El príncipe-arzobispo Wolf Dietrich quiso agasajar así a su amante Salomé Alt. En nuestros tiempos suena escandaloso, pero en ese aspecto la sociedad de entonces era más tolerante. El príncipe-arzobispo no reparo en gastos para contentar a su amada.
Mirabell es un nombre de pila femenino italiano formado por mirabile “admirable” y bella “bonita”
El espacio más impresionante del interior del Palacio es la Sala de Mármol, antiguo salón de baile del príncipe-arzobispo. En él ya tocaron el padre Leopoldo Mozart y sus hijos Wolfgang y Nannerl. Actualmente se considera como “uno de los salones de boda más hermosos del mundo” y como tal es utilizado cada fin de semana. La Sala de Mármol es también escenario de los famosos conciertos dedicados a la música de Mozart (www.salzburg-palace-concerts.com).
Los Jardines de Mirabell se construyeron un siglo más tarde que el Palacio, ya con las formas geométricas características del barroco. La alineación óptica de los jardines principales y la Gran Fuente con la catedral y la fortaleza le da un efecto fabuloso, hasta el punto de haberse convertido en la imagen más icónica de la ciudad.
Uno de los mayores reclamos de Salzburgo es recorrer los escenarios de Sonrisas y Lágrimas. El exitoso musical rodado en la ciudad en 1964 cuenta las peripecias de la familia Von Trapp, quienes, con el país a punto de ser anexionado por Hitler, contratan a una institutriz para la educación de sus hijos (Julie Andrews) que transformara completamente la vida en la casa. Una de las escenas favoritas de la película es la rodada en estos Jardines con la Fuente de Pegaso y el Jardín de las Rosas como protagonistas.
La Colina del Monasterio de los Capuchinos y el Monasterio Benedictino de San Pedro
La visita del lado norte del río acaba en la Colina de los Capuchinos. Allí se instalaron los capuchinos en el siglo XVII tras la llamada de la Contrareforma. El convento parece más bien un castillo. No tiene nada interesante en el interior, pero desde sus murallas la vista de la Catedral y la Fortaleza es impresionante.
Ya va siendo tarde para nuestra última cita con Mozart en Salzburgo, la Abadía de San Pedro. El gran monasterio benedictino esconde muchas sorpresas. La primera el pequeño y coqueto cementerio que se encuentra entre la iglesia y la montaña, donde reposan los restos de muchos famosos salzburgueses como la hermana de Mozart. En segundo lugar, el restaurante Stiftskeller St. Peter, que pasa por ser el más antiguo de Europa y utiliza muchas de las antiguas instalaciones del monasterio. Por último, la Sala Románica (en realidad barroca) acoge cenas-concierto en donde se interpretan con trajes típicos de época varias piezas de óperas de Mozart (www.mozart-dinner-concert-salzburg.com). Sin duda el mejor colofón para un día en la ciudad del genio.
Difícil cansarse de callejear por Salzburgo porque siempre depara, a pesar de su reducido tamaño, nuevas sorpresas. El segundo día en la ciudad es bueno aprovecharlo para disfrutar otra vez de sus calles, pero también para conocer algunos lugares imprescindibles de las afueras. A todos se puede llegar fácilmente en transporte público.
La residencia de verano de los obispos, el Palacio de Hellbrunn, es todo un descubrimiento. No sólo por el palacio barroco y sus extensos jardines sino, sobre todo, por sus famosos juegos de agua que conservan intactos los mecanismos de funcionamiento creados con la ingeniería hidráulica más vanguardista del siglo XVIII.
Salzburgo se considera la capital cervecera de Austria. La marca más conocida de cerveza es Stiegl. Su fábrica cuenta con un museo digno de visitarse sobre la elaboración de la cerveza y un restaurante aceptable para acompañar la bebida.
La última apuesta de Salzburgo por la modernidad se creó de forma inesperada. El Hangar 7 fue construido para ser un espacio más del aeropuerto, pero acabó convirtiéndose en uno de los centros culturales más originales de Europa Central. En la zona principal se exponen aviones de época, helicópteros y coches de carreras mientras queda espacio para salas de exposiciones de arte contemporáneo, restaurantes y bares con el mejor ambiente de la ciudad.
Salzburgo tiene una amplia oferta de hoteles, pero los precios son elevados y en verano, durante el Festival, llegan a ser prohibitivos. Algunas buenas opciones son:
Hotel Stein: Giselakai 3-5, Altstadt, 5020 Salzburgo (www.hotelstein.at/en/). Situado en la orilla del río Salzach, al pie de la colina de los Capuchinos. Habitaciones amplias de diseño. Lo mejor es la terraza del hotel, con bar y restaurante, desde donde se disfruta de una de las mejores vistas de la ciudad. Alrededor de 125 EUR la habitación doble, sólo alojamiento.
Imlauer Hotel Pitter: Rainerstrasse 6, 5020 Salzburgo (www.imlauer.com/hotel-pitter-salzburg/?lang=en). Situado entre la estación de tren y el Palacio de Mirabel. El centenario hotel tiene desde el bar de la terraza magníficas vistas del casco antiguo de Salzburgo. Alrededor de 125 EUR la habitación doble, sólo alojamiento.
Hotel am Dom: Goldgasse 17, Altstadt, 5020 Salzburgo (www.hotelamdom.at/en/). Este coqueto hotel con decoración clásica está situado en pleno centro del casco viejo, a un paso de la Residenzplatz. Alrededor de 150 EUR la habitación doble, sólo alojamiento.
Salzburgo es una de las mayores referencias turísticas de Europa Central. La oferta de restaurantes está en consonancia con esa avalancha de visitantes que cada año llenan la ciudad. El centro resulta a veces agobiante y vale la pena buscar un sitio más relajado en las afueras. Los hay con un encanto muy especial:
Weiherwirt: Koenig-Ludwig-Strasse 2, 5020 Salzburgo (www.weiherwirt.com). La comida en la terraza a orillas del lago Leopoldskroner no puede dejar indiferente a nadie. Los forofos de “Sonrisas y Lágrimas” disfrutaran además con la vista del Leopoldskron Schloss, la villa donde residía la familia Trapp en la película, convertida hoy en un hotel de lujo. En el menú todo tipo de especialidades regionales. Alrededor de 35-40 EUR por persona.
Restaurant Brunnauer: Fuerstenallee 5, 5020 Salzburg (www.restaurant-brunnauer.at/en/home-2). La Villa Ceconi, en el sur de Salzburgo, es una mansión con particular encanto en el que probar una comida deliciosa a un precio bastante ajustado. Alrededor de 30 EUR por persona, aunque tienen un menú por 24 EUR.
Stiftskeller St. Peter: St. Peter Bezirk ¼, 5020 Salzburg (www.stpeter.at/en/). Pasa por ser el restaurante más antiguo de Europa. Sólo per ver sus salones, especialmente el de la cena concierto merece la pena cenar allí. El concierto protagonizado por músicos de la escuela de Mozarteum es una de las experiencias imprescindibles para disfrutar en Salzburgo. Alrededor de 40 EUR por persona la cena en el restaurante y de 60 EUR la cena concierto.
Un lugar singular al alcance sólo de muy pocos bolsillos es:
Restaurante Ikarus: Salzburg Airport, Wilhelm-Spazier-Straße 7A, 5020 Salzburg (www.hangar-7.com/en/). En el Hangar 7 se puede disfrutar, si os sobra el dinero, de un restaurante de lujo galardonado con dos estrellas Michelin. El menú sale por alrededor de 175 EUR/persona. Recordar, de todas formas, que en el mismo espacio se puede disfrutar de opciones mucho más económicas para cenar.
El territorio del estado de Salzburgo incluye preciosos pueblos de montaña, y algunas de las estaciones de esquí más famosas de Austria, como Bad Gasteim, Zell am See, o Kaprun.
Una excursión inolvidable desde Salzburgo es recorrer algunos pueblos asociados al comercio de la sal, la fuente de la riqueza de la capital arzobispal. La visita puede empezar en Hallstatt, uno de los pueblos más bonitos de Europa. Allí se encuentran las minas de sal conocidas más antiguas de Europa.
La sal sigue extrayéndose hoy en día de las minas y transportándose hasta Bad Ischl, donde se termina de procesar y se deja lista para el consumo. Cuando la salmuera comenzó a utilizarse para fines médicos en el siglo XIX, Bad Ischl se transformó en el balneario de moda para la nobleza austriaca. De ahí que el emperador Francisco José I conociera allí a su futura esposa, Isabel de Baviera.
La última parada de esta ruta debe ser St Wolfgang, otro de esos encantadores pueblos austriacos a la orilla de un lago, coronado por una de las mejores iglesias góticas de Austria.