Dubrovnik: La Perla del Adriático

Dubrovnik es la ciudad más fascinante del Adriático. Su situación, ocupando una península completamente amurallada, su patrimonio artístico, que la convierte en un museo al aire libre, la belleza de los paisajes que la rodean y su sorprende historia no dejan indiferente a nadie. Todas estas virtudes la han servido para ganarse el sobrenombre de “Perla del Adriático” y figurar en la lista de ciudades Patrimonio de la Humanidad.

¿Cómo pudo la pequeña República de Ragusa resistir el empuje de los Imperios que la rodeaban y convertirse en uno de los lugares más prósperos de toda Europa? La historia de la República se extiende, además, durante varios siglos, ¿cómo consiguió mantenerse en la élite del comercio durante tanto tiempo? La palabra mágica es libertad. Al igual que los norteamericanos, si a los ragusanos les hubiesen preguntado cómo definir su país, ellos hubieran elegido la “tierra de la libertad”. La inscripción situada sobre la Puerta del Fuerte de Lovrijenac expresa el sentimiento de la ciudad estado:”Non bene pro toto libertas venditur auro” (“La libertad no se vende ni por todos los tesoros del mundo”). No es de extrañar que en la bandera de la República figure también la palabra LIBERTAS.

Cómo llegar:

El aeropuerto de Dubrovnik es uno de los de mayor tráfico del país. Tras la guerra tuvo que ser completamente reconstruido por lo que hoy ofrece instalaciones especialmente modernas. Las compañías aéreas Iberia, Vueling y Norwegian enlazan Madrid y Barcelona con la ciudad croata.

Las carreteras que conectan la ciudad con el resto del país, con Bosnia-Herzegovina y con Montenegro están en muy buen estado aunque no permiten desplazamientos rápidos porque atraviesan constantemente poblaciones y la orografía del terreno obliga a un trazado particularmente sinuoso. La policía suele establecer frecuentes controles de velocidad.

Un Poco de Historia: La República de Ragusa:

El Nacimiento de la República de Ragusa

Las invasiones de ávaros y eslavos al comienzo del siglo VII obligaron a los habitantes de Epidaurum (actualmente conocida como Cavtat o Ragusavecchia) a buscar refugio en una península cercana a la que los romanos habían llamado Ragusium. La península parecía mucho más fácil de defender que su antigua ciudad. Los terrenos que rodeaban la ciudad eran poco aprovechables para la agricultura pero había abundantes bosques. Así que los astilleros fueron la primera industria en ponerse en funcionamiento. El futuro estaba en el mar.

Mapa de la República de Ragusa

Muy pronto empezaron a liderar el comercio con las ciudades y países vecinos. Una cuestión importante era tener buenos amigos para defenderse así que se pusieron bajo las órdenes del Imperio Bizantino que, aunque debilitado, era la potencia más fiable del momento. El Imperio no ejercía un control férreo y permitió a la ciudad gozar de gran autonomía. Así empezó su desarrollo mercantil.

A partir del año 1000, con el debilitamiento de Bizancio, la ciudad se va sometiendo a la soberanía de las potencias hegemónicas del momento: venecianos, normandos, húngaros… Hay una característica fundamental en estos cambios. Al revés que otras ciudades, los ragusanos aprendieron muy pronto a “negociar” el cambio de poder de una forma pacífica; pidiendo siempre a cambio una amplia autonomía. ¿Qué podían ofrecer para negociar? Su capacidad comercial y su control de las rutas marítimas. Y así, poco a poco, van pasando de estar sometidos al Imperio Bizantino a ser tributarios del Reino de Hungría y de ahí, en el siglo XV, a república independiente. De manera que, más que no vender su libertad, la República de Ragusa siempre supo comprarla.

La Edad de Oro de la República y la Invasión Napoleónica

Escudo de la República de Ragsa

Desde el siglo XV al XVII la República vive su edad de oro. Tenían representación diplomática y comercial en casi todos los países de Europa incluyendo, por supuesto, a España. Los judíos sefardíes expulsados de España contribuyeron significativamente a su auge comercial. Ragusa llego a ser la mayor potencia comercial del Mediterráneo Oriental. ¿Quién era el mayor enemigo de la República: el poderoso, despiadado y nada afín culturalmente Imperio Otomano o el refinado y semejante culturalmente (hablaban prácticamente el mismo idioma) Imperio Veneciano? No hay duda: ¡Venecia! El Imperio Otomano no era rival comercial, de hecho les venía bien el comercio generado por el pequeño país y las otras asperezas se limaban pagando un tributo anual nada desdeñable. Por cierto, el tributo se llevaba anualmente por dos nobles que debían permanecer en la corte turca hasta el año siguiente en calidad de rehenes. Los intentos de invasión fueron siempre de la República de Venecia. De hecho, la República de Ragusa acabo cediendo una pequeña franja litoral al Imperio Otomano para evitar la frontera con la República de Venecia. Esos territorios cedidos a los turcos son el origen de la salida al mar de Bosnia-Herzegovina, el llamado corredor de Neum.

Ragusa en el siglo XVII

La República era gobernada por la aristocracia. Todas las familias pertenecientes a esa elite estaban representadas en el Gran Consejo. El matrimonio entre las distintas clases sociales estaba prohibido. Los plebeyos, y mucho menos individuos pertenecientes a etnias eslavas, nunca participaron en los órganos de gobierno. El poder ejecutivo recaía en el Senado, compuesto por 45 miembros elegidos del Gran Consejo. A su vez el Senado delegaba en Consejos, elegidos anualmente, las funciones judiciales y de administración. Había una figura principal, el Rector, que era elegido mensualmente y sólo podía permanecer en el cargo un máximo de un año. La mayor obsesión de la República era que nadie pudiese acaparar el poder. Lo consiguieron. Sólo hubo un intento en la historia de la República en que un Rector quisiera convertirse en dictador… y acabo suicidándose por la falta de apoyo.

En 1667 un fuerte terremoto destruyo la mayor parte de la ciudad medieval y acabo con un tercio de sus habitantes. Ragusa fue reconstruida, había dinero de sobra para hacerlo, pero su poder comercial no volvió a ser el mismo. Un decreto napoleónico puso fin a la República en 1808. Desde entonces la historia de la ciudad corre paralela a la del resto de Dalmacia.

La Historia de Dubrovnik tras la República

La pequeña República siempre fue fervientemente católica. Cuando el Imperio Austrohúngaro tomo posesión de la ciudad, los funcionarios se sorprendieron de la enorme cantidad de iglesias. Los nobles locales les explicaron que siempre les habían sido útiles. Y es que un estado tan católico situado en la frontera de ortodoxos y musulmanes se aseguraba la protección de dos grandes potencias: España y el Papado. La astucia diplomática de Ragusa no tenía límites.

El nombre eslavo Dubrovnik procede de la palabra Dubrava, robledal, y se refiere al barrio poblado por eslavos construido en las laderas de la montaña, fuera de la ciudad antigua

Los eslavos fueron aumentando su porcentaje en la ciudad con el paso de los siglos. Tras el terremoto la lengua eslava paso a ser casi oficial y la ciudad se nombraba esporádicamente como Dubrovnik. Sin embargo, hasta el siglo XX los eslavos no fueron mayoría.

La guerra de independencia croata castigo duramente a Dubrovnik. Era lógico, constituía un enclave aislado en el sur del país y la población estaba más cerca de Belgrado que de Zagreb. El comportamiento del ejército que sitio y bombardeo duramente a la ciudad acabo por decidir a los ciudadanos.

Qué visitamos en este post

En el siguiente mapa interactivo podrás localizar con exactitud todos los lugares de los que se habla en el artículo. Podéis usarlo para llegar hasta ellos fácilmente y para seguir el itinerario propuesto que incluye los lugares más representativos de Dubrovnik.

Visitando Dubrovnik

Conocí Dubrovnik en los meses finales de la Guerra de los Balcanes. En aquellos días nadie visitaba la ciudad. Muchos tejados todavía no habían sido reparados y los monumentos más emblemáticos estaban protegidos con maderas y sacos terreros. La ciudad me cautivó desde mi primera visita. Las enormes murallas, los ricos palacios e iglesias construidos en su mayor parte tras el terremoto de 1667 en el más puro estilo barroco, las estrechas calles empedradas cruzadas por dos grandes avenidas, el pequeño y resguardado puerto…todos juntos forman una de las ciudades históricas con mayor armonía. Cierto es que, en aquellos días, con la guerra prácticamente acabada, pero sin la seguridad necesaria para que comenzaran a llegar visitantes, se respiraba una atmósfera de tranquilidad que hacía más mágico el lugar. Sin embargo, fue un domingo mientras andábamos cerca de la catedral el día que pase más miedo de toda mi estancia en los Balcanes durante la Guerra. De repente sonaron las alarmas de bombardeo y la gente que en ese momento salía de misa corrió a los refugios antiaéreos. Todas las puertas se cerraron y pasamos minutos de angustia, solos en la plaza mientras oíamos las sirenas. Afortunadamente una señora nos llamo desde la entrada de una bodega y nos condujo a un refugio. Debimos mirarla con una cara de agradecimiento inmensa porque acabo invitándonos a comer y acompañándonos a un paseo por la muralla cuando había pasado el peligro. Por cierto, finalmente no bombardearon aquel día.

Hoy los tiempos han cambiado. La guerra es un recuerdo difícil de olvidar, pero la ciudad luce nuevamente sus mejores galas. La especial belleza del lugar hace crecer cada año el número de visitantes y en verano es difícil no encontrarse con auténticas muchedumbres en las zonas más emblemáticas. En los últimos años se ha añadido el reclamo que supone ser uno de los principales lugares de rodaje de la serie Juego de Tronos. No puede negarse que han elegido bien sus escenarios.

Las Murallas

Los gruesos muros que rodean la ciudad antigua son el monumento más espectacular de Dubrovnik. El trazado de las murallas data del siglo XII-XIII y aunque ha sufrido diversas modificaciones hasta el siglo XVII, éstas siempre fueron superponiéndose de manera que se conservan las partes más antiguas. Las murallas se refuerzan con 12 torres cuadrangulares, las más antiguas, 3 circulares, de entre las que destaca la torre de Mincera (con 25 metros es el punto más alto de las murallas), 5 bastiones, los baluartes de San Juan y San Lucas vigilando el puerto y los fuertes de Revelin y Lovrjena que se sitúan fuera de las murallas, al este y oeste de la ciudad. Un impresionante sistema defensivo que sólo se rindió a las tropas napoleónicas.

Recorrer los casi 2 km de longitud del paseo de ronda es toda una experiencia. Cada tramo sorprende con espectaculares vistas sobre las distintas zonas de la ciudad y la costa adriática. Mejor elegir la primera hora de la mañana o el atardecer para el paseo, así evitaremos las horas de mayor calor y de más gente. Se puede acceder a la muralla desde la Plaza Milicevic o desde el puerto pero siempre el recorrido se hace en sentido contrario a las agujas del reloj, una buena forma de evitar aglomeraciones.

La Ciudad

El terremoto de 1667 destruyó casi completamente la antigua Ragusa en el momento de mayor esplendor de la República. La fortaleza económica permitió una reconstrucción rápida contando con los mejores arquitectos. Por eso la sensación que hoy tenemos al pasear por la ciudad es de una gran armonía. Casi todos los palacios e iglesias de Dubrovnik fueron edificados a finales del siglo XVII en estilo barroco.

La Puerta de Pile, entrada principal de la ciudad, desemboca en la Plaza Milicevic, cuyo centro ocupa la enorme Fuente de Onofrio, construida en el siglo XV como cisterna del acueducto para abastecimiento de agua. La plaza está rodeada por tres templos: la Iglesia de San Salvador, construida para conmemorar el terremoto de 1520 y cuya fachada es una joya de la arquitectura renacentista, el convento de Santa Clara, donde se educaban los hijos de la nobleza, y el monasterio de San Francisco.

La avenida principal, Placa o Stradum, va desde la Puerta de Pile al Puerto uniendo las Plazas de Milicevic y de la Logia. La gran calle corresponde a un canal que fue pavimentado en el siglo XV y contrasta con los estrechos callejones que forman el barrio judío habitado por los sefardíes expulsados de España.

La Plaza de la Logia o Luza era el corazón de la vida pública. En el centro de la plaza está la Columna del Paladín Orlando, símbolo de la libertad. Esculpida en el siglo XV por Bonino de Milán; la longitud del antebrazo del paladín era la unidad de medida oficial, el brazo ragusano. El Palacio Sponza, situado en el lado norte de la plaza, era la sede de la Administración de Aduanas. El edificio gótico-renacentista es de los pocos que resistió al terremoto. La Torre del Reloj, reconstruida en el siglo XX, y la Logia de las Campanas, llamada así porque albergaba las campanas que avisaban del peligro a la población, separan la plaza del puerto.

La otra gran avenida es la que une la Plaza de la Logia con la de la Catedral, en dirección perpendicular a la Stradum. El Palacio del Rector es el principal edificio de la calle. Lo mejor del Palacio es su fachada renacentista y el patio gótico, obra maestra de Onofrio de la Cava. En este lugar residía el máximo cargo de la ciudad durante el corto tiempo que duraba su mandato. Albergaba también las salas de reuniones de los consejos y las de recepción para visitantes extranjeros. En la Sala del Gran Consejo todavía puede verse la máxima del gobierno de Ragusa: “Olvidad vuestros intereses privados y velad por el bien público”. Sabio consejo que podría seguir dándose en todas las salas de gobierno de los modernos países europeos.

La encantadora Plaza de las Hierbas sirve de escenario para el mercado de flores, frutas y verduras. Desde allí se accede al barrio de Santa María, el que mejor conserva el sabor tradicional de la ciudad. Vale la pena perderse un poco por sus callejones, que lucen ropa tendida en muchos de sus balcones. En la zona alta del barrio, la muralla depara una pequeña sorpresa. Una puerta conduce a unas terrazas sobre los acantilados donde se encuentra el Café Buza, un lugar ideal para tomar una cerveza viendo el atardecer y para darse un chapuzón.

Las Iglesias

Ragusa se enorgullecía de tener infinidad de iglesias. En ellas se guardaron durante siglos muchos de los grandes tesoros de la ciudad. Algunas son de visita obligada:

Monasterio de San Francisco: Sólo la magnífica portada gótica y el evocador claustro románico-gótico del siglo XIV, con espléndidos capiteles románicos, resistieron el gran terremoto de 1667. Uno de los lados del claustro conduce a la farmacia que se ha seguido utilizando hasta nuestros días.

Iglesia de San Blas: El templo barroco dedicado al patrono de Dubrovnik cierra por el sur la Plaza de la Logia. El altar está presidido por una estatua en plata dorada de San Blas que porta en su mano derecha una maqueta de la ciudad anterior al terremoto.

Catedral de Santa María la Mayor: El mejor espacio de la ciudad siempre estuvo reservado para su iglesia más importante. Cuenta la leyenda que en el año 1192 cuando el rey Ricardo Corazón de León regresaba a su país, tras combatir en la Tercera Cruzada, su barco naufragó y el monarca pudo salvarse al poner pie en la isla de Lokrum. En agradecimiento decidió donar una gran suma de dinero con el que se levantó la hermosa catedral románica que destruiría el terremoto de 1667. El templo actual fue construido en estilo barroco a finales del siglo XVII. El austero interior conserva un cuadro de Tiziano en el altar mayor y un Tesoro compuesto por relicarios antiguos, obras maestras de la orfebrería religiosa. El más famoso es el de la cabeza de San Blas realizado en oro y esmalte en el siglo XII.

Iglesia de San Ignacio: Desde la Plaza de las Hierbas una pequeña calle que acaba en una gran escalinata sube hasta el enorme templo de los jesuitas. La iglesia, también barroca, fue construida por Andrea Pozzo a comienzos del el siglo XVIII.

Convento de los Dominicos: Situado en el extremo noreste de la ciudad, prácticamente integrado en las murallas del puerto. Lo mejor del convento es la portada románico-gótica realizada por Bonino de Milán. El interior guarda una magnífica pinacoteca, con obras pertenecientes a la Escuela de Ragusa.

El Puerto

El pequeño y resguardado puerto está protegido por las impresionantes moles del Fuerte Revelin y la Fortaleza de San Juan que alberga el Museo de Marina. Entre los fuertes y la isla que ocupa el centro del puerto se tendían cadenas y una barrera de madera para cerrar completamente la entrada. Resulta fácil hacerse una idea de lo que podía ser el puerto hace unos siglos, aunque hoy las naves de la gran flota de Ragusa han sido sustituidas por todo tipo de embarcaciones turísticas y las arcadas donde antes se encontraban los astilleros dan refugio a algunos de los restaurantes más famosos de la ciudad.

Las Playas

Dubrovnik no es especialmente conocido por sus playas. Una cosa es que se pueda disfrutar de un mar azul cristalino y otra que existan buenos arenales para tomar el sol. Las llamadas playas son pequeñas ensenadas de guijarros atiborradas de turistas que se pelean por una hamaca. Las más famosas son la Playa de Banje, muy cerca del puerto, y la Playa de Lapad, en el otro lado de la ciudad, donde todavía quedan algunos palacios de nobles salpicados entre los complejos hoteleros. Mi consejo es que busquéis alguna zona más tranquila para bañaros, junto a las murallas o en los pequeños recovecos de la costa.

El Fuerte Imperial

El Teleférico de Dubrovnik permite acceder al Fuerte Imperial, a 400 metros sobre el nivel del mar. Desde el Fuerte la vista de la ciudad y las islas que la rodean es inolvidable. La mejor hora para subir es al atardecer, cuando no hace tanto calor y el sol empieza a caer en el mar. Si se camina un poco hacia el oeste, algo más allá del Fuerte, convertido en un pequeño museo sobre la última guerra, uno se topa en seguida con las trincheras utilizadas durante el asedio. Allí se puede disfrutar del mejor mirador de la puesta de sol…os entrarán ganas de aplaudir. Sin duda la mejor forma de decir adiós a una ciudad que llegó a ser una floreciente República.

Dónde dormir:

Dubrovnik es uno de los destinos europeos más solicitados. Su infraestructura hotelera es insuficiente para acoger la tremenda demanda en temporada alta. La relación calidad-precio de sus hoteles no es precisamente buena. Una opción es quedarse en un apartamento o habitación de alquiler de los que afloran en todos los barrios y que suelen estar muy bien reformados. Tampoco son un chollo y a veces os será difícil encontrar la que habéis reservado pero puede ser la mejor solución.

Entre los hoteles mis recomendaciones son:

Hotel Adria: Radnička Ulica 46, Dubrovnik (www.hotel-adria-dubrovnik.com) Tf:. +38520220500. Un hotel con fantásticas vistas sobre la bahía de Lapad, el puerto de Gruz y las islas Elafiti que ha sido recientemente renovado. La pega es que está un poco lejos de la ciudad vieja pero la distancia se puede salvar en una caminata de algo más de media hora o en autobús. Habitación doble con desayuno en temporada alta alrededor de 120 EUR.

Hotel Lero: Ul. Iva Vojnovića 14, Dubrovnik (www.hotel-lero.hr) Tf: +38520341333. Hotel muy cómodo y con buenas instalaciones situado a medio camino entre Lapad y la ciudad vieja. A unos 15mn andando de la Puerta de Pile. Habitación doble con desayuno en temporada alta alrededor de 140 EUR.

Dónde comer:

El precio de los restaurantes aún no se ha disparado tanto como el de los hoteles. Todavía se puede degustar la típica ensalada de pulpo, un buen pescado y el vino del país por un precio razonable. Algunas buenas opciones son:

Taverna Lokanda Pescarija: Na ponti bb, Dubrovnik Old Town (www.mea-culpa.hr), Tf: + 38520324750. Entre los restaurantes del puerto éste es mi preferido por su relación calidad-precio. Ocupa la zona más cercana al Fuerte de San Juan. Un servicio atento y simpático sirve el mejor pescado y marisco del día. Nada de lujos. Mesas y sillas de madera para comer en pequeñas cazuelas de barro. Precio medio alrededor de 20 EUR/persona.

Restaurante Kamenice: Gundulićeva poljana 8, Dubrovnik Old Town, Tf: +38520323682 En la Plaza de las Hierbas está uno de los restaurantes más famosos entre la gente local. Cocina mediterránea con pescados y mariscos frescos y arroces deliciosos. Tiene la pega de que no se reserva y es difícil no encontrar cola para conseguir mesa. Buena relación calidad-precio. Precio medio alrededor de 25 EUR/persona.

Pizzeria Olive: Lučarica 5, Dubrovnik Old Town (www.pizza-oliva.com), Tf: +38520324594. Este pequeño local, situado entre la Plaza de las Hierbas y Placa, sirve las mejores pizzas de la ciudad. Precio medio alrededor de 15 EUR/persona.

D´Vino Wine Bar: Palmotićeva 4a, Dubrovnik Old Town (www.dvino.net), Tf: +385(0)203211230 Un buen lugar para probar vinos croatas acompañados de tablas de embutidos y quesos típicos. El pequeño local está escondido en una callejuela de la calle principal, la tercera a la izquierda desde la puerta Pile.

Restaurante Orsan: Ivana Zajca 2 – Dubrovnik (www.restaurant-orsan-dubrovnik.com) Tl: +38520436822. Una de las mejores opciones para comer en la parte nueva de la ciudad, junto al mar: El restaurante se hizo famoso por acoger al equipo de rodaje de Juego de Tronos. Raciones generosas sin grandes pretensiones de alta cocina pero con buena relación calidad-precio. Precio medio alrededor de 20 EUR/persona.

En Dubrovnik es tradición salir los días de fiesta a comer a las granjas situadas en las cercanas montañas. Si os apetece una pequeña excursión os recomiendo:

Konavoski Dvori: Ljuta b.b., 20 217 Ljuta – Konavle (www.esculaprestaurants.com/?konavoskidvori=konavle&dubrovnik=restaurant) Tf: +385 20/79-10-39. Situado cerca de Ljuta, a unos 30 km de Dubrovnik en dirección a Montenegro. Un bonito lugar en plena montaña, rodeado de pequeñas cascadas y bosques, junto a un viejo molino y los restos de un monasterio. Camareros con vestidos tradicionales sirven los platos típicos croatas. Precio medio alrededor de 20-25 EUR/persona.

Excursiones: La República de Ragusa más allá de Dubrovnik

Dubrovnik puede ser un buen punto de partida para conocer dos ciudades cercanas que también son Patrimonio de la Humanidad: Mostar y Kotor. Mi recomendación, sin embargo, es programar estancias específicas en ambos lugares para poder recorrerlas con calma. Además, ahorraremos dinero porque tanto en la capital de Herzegovina como en la ciudad montenegrina dormir y comer es bastante más barato. Mucho mejor dedicar algún día a conocer otros lugares interesantes de la República de Ragusa.

Tres lugares para descubrir en la República de Ragusa: 

Villa de Gucetic-Gozze y Trsteno Península de Pelješac: Murallas de Ston Cavtat: Antigua Epidaurum Romana

1/ Villa de Gucetic-Gozze en Trsteno

La abrupta costa de la antigua República de Ragusa esconde restos de villas rodeadas de cipreses pertenecientes a la nobleza. Una de las mejor conservadas es la de los Gucetic-Gozze en Trsteno, a escasos 15 km al norte de Dubrovnik. La residencia y los jardines renacentistas, con su famosa fuente de Neptuno y las ninfas, han sido acondicionados como un Jardín Botánico Histórico, denominado Arboretum, que merece la pena conocer. Dos plátanos centenarios señalan la entrada del parque. El recorrido desciende hasta un pequeño puerto a la vera del Adriático. No vivían mal los nobles ragusanos.

2/ Murallas de la República de Ragusa en la península de Pelješac

La impresionante muralla defensiva de Ragusa tenía una réplica más extraordinaria en el territorio de la propia República. En la alargada península de Pelješac, situada a poco más de 50 km al norte de Dubrovnik, se encuentran los pequeños pueblos de Mali Ston y Ston, dos localidades de importancia crucial para la República. Allí se explotaba una de las más grandes salinas de Europa. La sal era probablemente el producto comercial más importante para Ragusa (hay que recordar que hasta tiempos recientes era prácticamente la única forma de conservar los alimentos y un elemento fundamental para la condimentación de las comidas). Las murallas defensivas que rodean Ston y descienden hasta Mali Ston, cerraban la frontera norte de la República. Los muros y torreones se prolongan durante más de 5 km por lo que a veces es nombrada (un poco exageradamente) como la muralla china europea. Se puede caminar por el paseo de ronda con preciosas vistas sobre ambos pueblos, las salinas y la bahía de Ston. El tramo más bonito y mejor conservado es el que rodea al pueblo de Ston aunque se puede descender también por las murallas hasta Mali Ston pero acordaros que tendréis que volver a subir por el tramo de empinada muralla. Los pueblos, de antiguas casas de piedra y calles empedradas, son dos de los más representativos de lo que eran las pequeñas poblaciones de la vieja República. No olvidéis disfrutar de los mejillones y las ostras, la especialidad del lugar, en una de las terracitas junto al mar de Mali Ston.

3/ Villa de Cavtat: Antigua Epidaurum Romana

Cavtat, la antigua Epidaurum romana, ocupa una preciosa bahía a unos 25 km al sur de Dubrovnik, muy cerca del aeropuerto. La agradable villa conserva algunos edificios históricos como el Palacio del Conde, que alberga una colección privada, la Iglesia de San Nicolás y la Iglesia de San Blas, junto al monasterio franciscano situado al final del paseo marítimo. Vale la pena darse una vuelta por el pueblo, tomarse una cervecita en el paseo marítimo y, si hay ganas, subir al cementerio para contemplar las vistas desde lo alto de la colina.