Cartagena de Indias: El Corralito de Piedra

El nombre de Cartagena de Indias evoca una luz especial y una explosión de alegría. La luz del Caribe, pero también la proveniente de los colores vivos que brillan en las viejas mansiones de la ciudad antigua. La alegría de sus gentes, puro ejemplo de mestizaje. Negros, blancos, mulatos, indios, mestizos, zambos y asiáticos conviven en sus calles compitiendo por ofrecer sus mejores tradiciones culinarias y sus bailes. Juntos componen probablemente el mejor ejemplo de mezcla racial y tolerancia de toda Latinoamérica.

Los marineros españoles que exploraban la costa sur del Caribe a comienzos del siglo XVI veían un gran parecido entre la bahía de la actual Cartagena de Indias y la Cartagena española. Juan de la Cosa, el primer cartógrafo de América, se encargó de convencer a la Reina Isabel sobre el cambio del efímero nombre de Golfo de Barú que se había dado a la Bahía por el de Cartagena de Indias. Unos años más tarde, en 1533, Pedro de Heredia fundaba la que llegaría a ser una de las ciudades más importantes del Imperio Español en América.

La magnífica bahía marcó el desarrollo de la ciudad. Su estratégica posición la convirtió pronto en el puerto más importante para la flota española y, por tanto, en el más codiciado por los piratas y potencias enemigas. Cartagena fue mejorando sus fortificaciones a medida que crecía su riqueza hasta llegar a ser la fortaleza más robusta de América del Sur. Mientras, en el interior de sus murallas se construían grandes mansiones, conventos e iglesias. La ciudad crecía ordenadamente protegida por sus murallas desarrollando uno de los estilos más peculiares de la América española. Largos balcones finamente trabajados en madera en las viviendas señoriales de dos pisos, enormes portones y ventanas enrejadas en el primer piso. El sorprendente y original conjunto monumental sólo se descubre al traspasar las murallas, de ahí su cariñoso apodo de Corralito de Piedra.

Cómo llegar:

El aeropuerto internacional Rafael Núñez es la vía de llegada más frecuente a Cartagena de Indias. A pesar de su aspecto un tanto destartalado, es el aeropuerto más importante de la costa caribeña colombiana y el tercero por tráfico del país. El aeropuerto tiene vuelos frecuentes con las principales ciudades colombianas (operados por las compañías LATAM, Avianca y Viva Air) y conexiones internacionales con Panamá, Perú, Estados Unidos y Canadá.

Actualmente no existen vuelos directos entre Cartagena de Indias y España aunque la compañía Air Europa espera abrir una línea entre Madrid y la ciudad caribeña en los próximos años.

Un Poco de Historia: El Principal Puerto del Imperio Español en América:

La Fundación de Cartagena de Indias

La costa caribeña estaba habitada por los indios caribes antes de la llegada de los españoles. El grupo de los kalamarí poblaba la zona de la bahía. Cartagena fue fundada el 1 de junio de 1533 por el madrileño Pedro de Heredia en el asentamiento de un pequeño poblado kalamarí con el nombre de San Sebastián de Kalamarí. Unos meses más tarde, a instancia de Juan de la Cosa, el nombre fue cambiado por el de Cartagena de Indias.

Pedro de Heredia emprendió desde el nuevo asentamiento la exploración y conquista de la costa sur del Caribe y del norte de Colombia. Sin embargo, su valentía y audacia iba asociada a métodos especialmente sangrientos. Pronto fue acusado ante la Corte por maltratar y quemar vivos a indígenas y caciques, apropiación de fondos y nepotismo en el otorgamiento de cargos y encomiendas. Declarado culpable en 1554, viaja a España para pedir apelación pero murió ahogado.

El Esplendor de Cartagena: La Flota de Indias y la Defensa de la Ciudad

Mientras tanto, la ciudad crecía al abrigo de su enorme bahía. Su prosperidad atrajo pronto el ataque de corsarios y tropas inglesas, francesas y neerlandesas. El más famoso y dañino fue el de Drake en 1586 que acabo con el completo saqueo de Cartagena. Felipe II dio orden de fortificar la plaza. Los mejores ingenieros del mundo trabajarían en los dos siglos siguientes para dotar progresivamente a la ciudad de las mejores defensas del Caribe.

En el siglo XVII Cartagena ya había ganado en importancia a los puertos de Panamá como lugar de reunión de la Flota de Indias en América del Sur. Ser el puerto comercial de referencia para el comercio entre España y América del Sur significó un enorme desarrollo económico para la ciudad. También trajo consigo inconvenientes. La ciudad tuvo el dudoso honor de conseguir la exclusividad, junto con Veracruz, del comercio de esclavos en las tierras americanas del Imperio. De ahí la abundancia de negros y mulatos en Cartagena. Por otra parte, la plaza siguió sufriendo ataques de piratas, corsarios y flotas de los países que combatían contra España. El más dañino llegó en 1697. La armada y corsarios franceses, mandados por el Barón de Pointis y Ducasse, lograron vencer las defensas de la bahía y saquearon Cartagena. Sería la última vez en que las defensas de la ciudad capitularan ante un asedio marítimo.

La reconstrucción casi completa de la ciudad al principio del siglo XVIII coincidió con la creación del Virreinato de Nueva Granada. El antiguo Virreinato del Perú, que englobaba prácticamente toda América del Sur, era ya muy difícil de gobernar desde Lima y la nueva administración de los Borbones decidió crear entidades administrativas más manejables. La primera fue el Virreinato de Nueva Granada (que englobaba las actuales Colombia, Ecuador, Panamá, Costa Rica y Venezuela) del que Cartagena pasaría a ser la ciudad más importante.

El nuevo florecimiento de Cartagena de Indias del siglo XVIII fue incluso más espectacular que el de los anteriores siglos. La actual fisonomía de la ciudad antigua y las fortificaciones se configuro en esta época.

Mapa de Cartagena de Indias en 1741

En marzo de 1741 la ciudad fue sitiada por las tropas del almirante británico Edward Vernon. La escuadra estaba compuesta por 186 navíos y 28.000 hombres. No volvería a existir una flota tan grande hasta el Desembarco de Normandía. Las fuerzas españolas contaban sólo 6 navíos y menos de 4.000 hombres para su defensa, comandados por el teniente general de la armada Blas de Lezo y el virrey Sebastián de Eslava. La batalla fue un absoluto desastre para las tropas británicas que acabaron batiéndose en retirada tras perder más de 10.000 hombres. Fue el mayor desastre de la Armada Británica de todos los tiempos. Nunca volvería una escuadra naval a cercar Cartagena.

La Independencia. El Declive Comercial y el Resurgimiento

Estado Libre de Cartagena de Indias

El 11 de noviembre de 1811 Cartagena declaró la independencia de España. Esta fecha es recordada en Colombia como fiesta nacional por haber sido el detonante más importante para la independencia. Sin embargo, la alegría de los habitantes duro poco. En 1815 el general Pablo Morillo ganó de nuevo Caratagena para la corona española después de un duro sitio que se prolongo durante meses y por el que Cartagena pasaría a ser conocida como “Ciudad Heroica”. Paradójicamente, Cartagena de Indias fue la última ciudad de Colombia en ser liberada del gobierno hispano. El 10 de octubre de 1821 abandonó Cartagena el último gobernador español.

Tras la independencia, Cartagena sufrió una gravísima decadencia económica de la que no empezaría su recuperación hasta finales del siglo XIX. Poco a poco la importancia comercial del puerto fue volviendo a subir hasta llegar a convertirse actualmente en el primer puerto de Colombia y el cuarto de Latinoamérica. La industria petrolera y química supuso un gran desarrollo para la comarca. Por último, el desarrollo turístico de Cartagena, tanto en relación con su centro histórico como con sus playas ha supuesto un tremendo empuje económico para la quinta ciudad de Colombia por número de habitantes (aproximadamente un millón).

Una lectura para el viaje: El Amor en los Tiempos del Cólera

Gabriel García Márquez: “El Amor en los Tiempos del Cólera”

La literatura y la vida de Gabriel García Márquez están muy ligadas a Cartagena de Indias. El escritor se inició en el periodismo en El Universal, el periódico más importante de la ciudad. Más tarde, gustaba de pasar largas temporadas en Cartagena y acabo por edificarse una vivienda con vistas al Caribe al lado del Baluarte de Santa Clara. Los restos de «Gabo» descansan en el Claustro de la Merced, muy cerca de la que fue su vivienda, y la Fundación Gabo se encuentra al lado de la antigua redacción del periódico El Umiversal.

Varias de las novelas de Gabriel García Márquez están vinculadas de una u otra forma a Cartagena de Indias pero el título con más presencia de la ciudad (a pesar de que nunca es nombrada) es El amor en los tiempos del cólera. En la historia de amor entre el perseverante Florentino Ariza y la bella Fermina Daza  se reconocen lugares y paisajes de la vieja urbe caribeña.  No puede haber mejor lectura para el viaje.

Qué visitamos en este post

En el siguiente mapa interactivo podrás localizar con exactitud todos los lugares de los que se habla en el artículo. Podéis usarlo para llegar hasta ellos fácilmente y para seguir el itinerario propuesto que incluye los lugares más representativos del centro histórico.

Descubrir La Perla del Caribe

Cartagena de Indias es uno de esos lugares que no defraudan a nadie como destino de vacaciones. La riqueza monumental y originalidad de la ciudad antigua y sus fortalezas le han valido el título de Patrimonio de la Humanidad. Pero hay mucho más. Las playas de la ciudad, y especialmente las de las cercanas Islas Rosario, invitan a disfrutar del privilegiado clima del Caribe. El ambiente nocturno del puerto caribeño tiene fama mundial y no hay que perderse algunos de sus locales más emblemáticos. Y los paseos sobre las murallas contemplando el atardecer, que describía con magia Gabriel García Márquez, dejan un recuerdo imborrable.

Las 10 experiencias imprescindibles en Cartagena de Indias:

  • Entrar en la ciudad antigua por la Puerta del Reloj y perderse por sus calles descubriendo sus coloridas casas coloniales, con sus grandes portones de madera, sus ventanas enrejadas y sus balcones con filigranas de madera.
  • Comprar fruta a las vistosas palenqueras y escuchar su peculiar lengua criolla.
  • Recorrer las murallas contemplando la lenta caída del sol en el mar y terminar tomando una cerveza en el «Café del Mar» para ver desde allí la magnífica puesta de sol.
  • Cenar en “La Vitrola” con música en vivo
  • Visitar los patios de las casas coloniales y los claustros de los conventos repletos de plantas y flores, convertidos muchos de ellos en hoteles,
  • Descubrir las pequeñas librerías del casco antiguo y aprovechar para comprar un libro de Gabriel García Márquez.
  • Comprar artesanía colombiana en las Bóvedas, el viejo cuartel militar.
  • Probar el café en cualquier establecimiento de Juan Valdez.
  • Disfrutar de los famosos locales de la noche cartagenera, especialmente de Tu Candela”, en el Portal de los Dulces, y del “Café Habana” en Getsemaní, el mejor lugar de salsa del Caribe.
  • Hacer una excursión a las Islas del Rosario que presumen de las aguas más bonitas del Caribe

La Ciudad Amurallada

Atravesar la magnífica Puerta del Reloj representa un auténtico viaje en el tiempo. Atrás quedan las atestadas calles, los rascacielos y los desvencijados edificios de la Cartagena moderna. Dentro de las murallas surge la vieja urbe española. Lo primero que encontramos es la Plaza de los Coches que siempre fue el principal mercado de la ciudad. El colorido aspecto actual, presidido por la estatua de Pedro de Heredia, fundador de Cartagena, no revela su principal actividad en los siglos de pujante comercio que no era otra que el salvaje y lucrativo comercio de esclavos. Cartagena y Veracruz eran las únicas plazas del Imperio en América donde se podía comerciar con esclavos. De ahí el mestizaje actual de la ciudad.

Caminando por los soportales del Portal de los Dulces, donde se venden todo tipo de delicias típicas cartageneras, se llega al otro gran espacio público del casco antiguo, la Plaza de la Aduana. La antigua Casa de la Aduana, que comenzó siendo la residencia del fundador y posteriormente el lugar donde se tramitaban todas las entradas y salidas de mercancías por el puerto, es actualmente el ayuntamiento de la ciudad. Este suele ser uno de los lugares de reunión de las palanqueras, las célebres vendedoras de fruta que recorren las calles del casco antiguo ataviadas con sus coloridos trajes tradicionales. Su nombre proviene de las localidades donde sobrevivían los esclavos huidos en busca de su libertad. Los palenques eran una especie de fortalezas de la montaña donde los cimarrones, así se llamaban los esclavos huidos, pudieron mantener sus costumbres y tradiciones.

Los palacios que cierran la Plaza de la Aduana permiten ver por encima de sus tejados las torres del templo más famoso de Cartagena, la Iglesia de San Pedro Claver. La enorme iglesia jesuita, construida en el siglo XVIII, alberga los restos del santo catalán que dedicó su vida en Cartagena a aliviar el sufrimiento de los esclavos. Las principales galerías de arte abren sus puertas a la pequeña plaza de San Pedro Claver. La propia plaza alberga unas curiosas esculturas en acero envejecido de Edgardo Carmona representando los oficios y costumbres tradicionales. Es el momento de hacer un alto y saborear el café colombiano, el mejor del mundo al decir de las gentes del lugar. Las cafeterías de Juan Valdez están por todas partes, locales donde se puede degustar el café acompañado de dulces y comprar las distintas variedades para llevar.

Ya va siendo hora de perderse en el laberinto de pequeñas calles salpicadas de plazuelas que componen la ciudad intramuros. Las fachadas de las casonas, pintadas con colores pastel, realzan los viejos portones de madera y las grandes ventanas protegidas por hermosas rejerías o celosías de madera. Las viviendas de dos pisos, las más señoriales, lucen grandes balcones hermosamente labrados en madera, herencia de antiguas tradiciones canarias. Entre los balcones a veces surge, de fondo, la torre de la Catedral o la del Convento de San Agustín. La estampa más famosa de Cartagena.

De cuando en cuando nos topamos con una pequeña plaza. La plaza de Santo Domingo, presidida por el gran convento dominico, luce una famosa estatua de Botero que los cartageneros han apodado la Gorda Gertrudis. Se ha corrido la voz de que las parejas que tocan los pezones y las nalgas a la Gorda Gertrudis tendrán una relación larga y feliz. No es extraño que ambas reluzcan sobre el resto del cuerpo. La plaza de San Agustín es la de mayor ambiente estudiantil debido a que el vecino claustro conventual es hoy la sede principal de la Universidad.

El corazón de Cartagena de Indias fue siempre la actual plaza de Simón Bolívar. Claro que su nombre es mucho más moderno. En el siglo XVI se conoció como plaza de la Catedral. El mayor templo de la ciudad creció con líneas renacentistas en una de sus esquinas. En el siglo XVII, tras la inauguración del magnífico Palacio de la Inquisición pasó a llamarse plaza de la Inquisición. Por cierto que el Palacio alberga hoy el Museo de la Ciudad y de los Derechos Humanos. Resulta un poco chocante asociar siempre Inquisición al símbolo de la represión, especialmente en América. En sus más de 200 años de existencia el Tribunal de Cartagena de Indias procesó a 800 personas y sólo condenó a muerte a 5. No parece que tuviera gran actividad el Santo Oficio, máxime teniendo en cuanta que su jurisdicción abarcaba prácticamente todo el territorio caribeño. No obstante, como la mala fama de la Inquisición era evidente, en cuanto se inauguró la estatua de Simón Bolívar en el siglo XIX la plaza volvió a cambiar de nombre.

La plaza de Simón Bolívar se prolonga al norte con la de la Proclamación que está flanqueada por la Catedral y el Palacio de Gobernación. La Casa del Cabildo o Palacio de Gobernación fue construida en el siglo XVII como edificio de gobernación de Cartagena y cárcel. Tiene el estilo de los ayuntamientos castellanos de la época. En la actualidad, después de sufrir varias reformas es la sede del Gobierno del Departamento de Bolívar del que Cartagena es la capital. Desde aquí se proclamó la independencia de Cartagena, de ahí el nombre de la plaza.

La zona norte del Corralito de Piedra recibe el nombre de barrio de San Diego. Era habitada por las clases menos pudientes, de ahí que apenas se vean viviendas señoriales de dos plantas. Sin embargo, las casas de una sola planta mantienen su estilo, grandes portones con ostentosos y graciosos llamadores y amplias ventanas cubiertas con hermosas rejerías o celosías de madera. El corazón del barrio es la plaza de San Diego, donde se disfruta de uno de los mejores ambientes de Cartagena y de algunos de los mejores restaurantes. A los lados de la plaza se levantaban dos grandes conventos, el de Santa Clara y el de San Diego, reconvertidos hoy en un hotel de lujo y en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Cartagena.

Las Bóvedas y las Murallas

La zona más al norte del barrio de San Diego está ocupada por el Cuartel de las Bóvedas, la última construcción militar levantada en Cartagena de Indias. Las bóvedas fueron concebidas como un conjunto a prueba de ataques con explosivos para alojar a las tropas reales, guardar municiones y defender un tramo de las murallas. Su vieja función militar ha sido reemplazada para servir de sede a un animado mercado de artesanía.

Desde el extremo norte del Cuartel de las Bóvedas se accede fácilmente al Baluarte de Santa Catalina, uno de los más espectaculares de las murallas. El paseo por el camino de ronda de las murallas desde el Baluarte de Santa Catalina hasta el de Santo Domingo sigue toda la línea costera del Caribe, al noroeste de la ciudad. Caminar por las murallas a la caída de la tarde es una delicia.

  
El Baluarte de Santo Domingo fue el punto de origen de la construcción de las murallas de Cartagena. Por aquí había penetrado el pirata Francis Drake en 1586. Los ingenieros Antonelli y Cristóbal de Roda diseñaron una fortificación pentagonal que sobresalía de los lienzos de la muralla para asegurar la protección de esta zona. Igual diseño se seguiría en los años siguientes para construir los diferentes baluartes. Hoy el Baluarte de Santo Domingo es famoso porque entre sus cañones y muros se disponen las mesas del Café del Mar, probablemente el mejor lugar de Cartagena para contemplar la puesta de sol mientras se escucha música chill-out.

Cartagena Extramuros: El Fuerte de San Felipe y el Barrio de Getsemaní

El enorme crecimiento de Cartagena de Indias en el último siglo hace difícil distinguir como era el lugar y como se establecieron sus defensas en los siglos de oro de la ciudad. Los arrecifes y las corrientes hacían casi imposible un desembarco directo en la línea de costa; había que penetrar en la bahía. La gran bahía sólo tiene dos entradas, Bocagrande y Bocachica. Bocagrande se abre desde la península de Bocagrande, hoy repleta de rascacielos, a la Isla de Tierra Bomba. Esta larga entrada era imposible de defender con cañones porque su alcance en la época era insuficiente. Así que, aprovechando su bajo calado, se construyó una muralla submarina que desde entonces impide el paso de embarcaciones. Bocachica se convirtió así en el único acceso al puerto, por lo que se construyeron fuertes de defensa en los extremos del paso, tanto en la Isla de Tierra Bomba como en la península al sur de la bahía.

En el caso de que el enemigo pudiera superar las defensas de Bocachica y penetrar en la bahía, le esperaba otro importante obstáculo: el Castillo de San Felipe. El Fuerte ocupa la única elevación de terreno frente a la ciudad amurallada. Un paso obligado para las tropas que quisieran entrar a conquistarla. Su aspecto actual data del siglo XVIII. Cuando concluyó su construcción sus defensas eran consideradas inexpugnables. La visita es obligada para conocer uno de las mejores fortalezas militares del mundo del siglo XVIII. Bajo el Castillo se libró la principal batalla entre las tropas británicas y españolas en 1741 que acabó con la completa derrota de la Armada británica.

La vuelta desde el Fuerte de San Felipe a la ciudad hay que hacerla por el barrio de Getsemaní, otro de los lugares imprescindibles de Cartagena. Getsemaní creció como barrio extramuros de la ciudad, poblado fundamentalmente con población negra y mulata. Hoy conserva la arquitectura característica de Cartagena pero con casas más sencillas, de una sola planta,, pintadas de colores y con ventanas con celosías. El barrio, cuyo centro es la plaza de la Trinidad, se ha hecho famoso por sus murales de Street Art y, sobre todo, por su ambiente nocturno. Imperdonable abandonar el puerto caribeño sin haber escuchado salsa en El Habana, el lugar más emblemático del barrio.

Dónde dormir:

Cartagena de Indias es el principal destino turístico de Colombia. La oferta de alojamiento es casi infinita. Desde los apartamentos y hoteles playeros de Bocagrande a los albergues para mochileros del barrio de Getsemaní. Mi consejo, si estáis interesados en conocer sobre todo la ciudad histórica y os lo podéis permitir, es que os alojéis en el casco histórico donde en los últimos años han proliferado los hoteles boutique transformando las viejas mansiones de la aristocracia. La oferta es extensa pero dos buenas opciones son:

Hotel Boutique Casa del Arzobispado: www.hotelcasadelarzobispado.com. Calle del Arzobispado 34 – 52 Cartagena de Indias. Una preciosa mansión del siglo XVII remodelada con esmero para convertirse en uno de los hoteles con más encanto del puerto caribeño. Situada a medio camino entre la Puerta del Reloj y la Catedral. Las elegantes y amplias habitaciones dan al gran patio central presidido por una sugerente piscina. Alrededor de 150 EUR la habitación doble con desayuno en temporada alta

Amarla Boutique Hotel Cartagena: www.amarla.co. Calle Ayos 4 – 29 Cartagema. Un pequeño hotel que ocupa una vieja casa señorial a una cuadra de la Catedral. Las habitaciones decoradas con esmero se asoman a un precioso patio central porticado y con suelo de azulejos. Con todo, lo mejor es el ático que alberga una pequeña piscina y una terraza chill-out desde donde se contempla una vista inmejorable de la Catedral. Alrededor de 150 EUR la habitación doble con desayuno en temporada alta.

El antiguo barrio de los afroamericanos, Getsemaní, es hoy el de mayor ambiente nocturno y el que ofrece hoteles a precios más económicos. El problema es el excesivo ruido que se prolonga hasta altas horas de la noche Una buena opción,, aunque de precio algo más elevado que el resto de hoteles del barrio, es:

Casa Pizarro Hotel Boutique: www..hotelcasapizarro.com. Getsemaní Calle del Pozo 25 – 56. En un rincón apartado del barrio, cerca de la bahía, que le asegura tranquilidad. Una pulcra casa blanca con espaciosas habitaciones que dan a un balcón corrido. Cuenta con una pequeña piscina y una terraza chill-out. Alrededor de 70 EUR la habitación doble con desayuno en temporada alta.

Otra opción muy económica es quedarse en el barrio de El Cabrero, al este de las murallas, tranquilo y a un paso de la ciudad antigua:

Casa Bustamante: www.casabustamante.com. Cabrero, Calle Real 42 – 67 Cartagena.  Una casa baja de estilo colonial rodeada de modernos edificios de apartamentos. Ofrece habitaciones sencillas y amplias y un agradable patio con piscina. Alrededor de 45 EUR la habitación doble con desayuno en temporada alta.

Dónde comer:

La cocina de Cartagena es una mezcla de sus raíces criollas, africanas y asiáticas. Hay todo tipo de restaurantes temáticos pero prima esa cocina fusión. Claro que como activo puerto de mar no hay que dejar de probar los deliciosos pescados y mariscos. Algunos restaurantes especialmente recomendables son:

Restaurante Vitrola: Calle Baloco 33-66, Cartagena. Uno de los restaurantes más antiguos y reconocidos de la ciudad. Ambiente de vieja casa de comidas con música en vivo. Excelentes pescados y cocina caribeña. Alrededor de 15-20 EUR/persona.

Restaurante Juan del Mar: Plaza San Diego 8-12, Cartagena. www.juandelmar.com. Un local especialmente agradable en una de las plazas con mejor ambiente de la ciudad. Presume de tener los pescados más frescos y mejor preparados de Cartagena. Ofrece también, en el local contiguo, buenas pizzas y pastas. Alrededor de 15-20 EUR/persona.

La Cocina de Pepina: Callejón Vargas (entre las calles Arsenal y Larga) Local 2 Casa Amarilla, Getsemaní, Cartagena. Un local muy sencillo, en medio del barrio de Getsemaní, que suele estar abarrotado de gente, y es que este es uno de los lugares más recomendables para probar la cocina caribeña. Alrededor de 10-15 EUR/persona.

Excursión: Islas del Rosario

El complemento perfecto para un viaje a Cartagena de Indias es pasar unos días en las playas de la Península de Barú o en las de las Islas del Rosario. Ambos lugares cuentan con magníficas playas y aguas preciosas pero tienen el problema de que suelen estar muy masificadas, sobre todo las de la Península de Barú y la Isla Mayor del pequeño Archipiélago del Rosario.

Lo mejor es optar por una excursión a una isla privada. No es difícil conseguir excursiones a las Islas del Cocoliso, del Encanto o del Pirata. En cualquiera de ellas hay buenos hoteles si se quiere pasar por allí un par de días. Las aguas transparentes azul turquesa están garantizadas y por la noche es posible ver el raro plancton luminiscente, formado por microorganismos que brillan en la oscuridad cuando hay movimiento.