Arévalo es una pequeña ciudad castellana que desde su presente humilde y austero, mira con cierto orgullo pero como de reojo a un pasado histórico de gloria, convivencia de religiones, y peculiar arquitectura mudéjar de ladrillo. Su casco histórico medieval posee un valor excepcional por su belleza y originalidad.
Se extiende Arévalo sobre un pequeña lengua de tierra flanqueada por los ríos Adaja y Arevalillo. En el extremo su castillo parece querer ser la proa de un barco que navega por las llanuras de cereal que se extienden a su alrededor. Junto al castillo, la zona monumental se articula en torno a tres plazas principales (de la Villa, del Real y del Arrabal), que concentran la mayor parte de las Iglesias y Palacios. Más al sur queda la parte nueva de la ciudad, práctica pero bastante anodina.
Situada en los ejes de comunicación que unen el centro de Castilla y Madrid, primero el ferrocarril y más tarde la autopista A6, la han permitido un incipiente desarrollo industrial y comercial.
Madrid está a 125kms algo más de una hora por autopista (1h15′), Valladolid a 75kms (unos 50′), y las ciudades turísticas de Ávila (55kms) y Segovia (65kms) están a menos de una hora en coche de Arévalo.
Territorio fronterizo y de realengo en sus inicios, también fue feudo nobiliario que acabaría pasando a manos de Isabel de Portugal, madre de Isabel la Católica (a la derecha en la imagen) Por este motivo, la futura Reina de Castilla pasaría su infancia en esta localidad, residiendo en el Castillo de Arévalo. Los Reyes Católicos visitaron numerosas veces la villa, y la guardaban en alta estima, siendo la Virgen de las Angustias (Patrona de Arévalo) la imagen que Isabel la Católica portó en la campaña de Granada, convirtiéndola tras la Conquista en patrona de la ciudad nazarí.
Tras la firma del Tratado de Tordesillas en 1494 los Reyes Católicos lo ratificaron aquí, haciendo lo propio el Rey Juan II de Portugal en Setúbal.
Además de Reyes, la Ciudad de Arévalo también ha sido cuna y patio de nobles linajes y personajes muy ilustres. En la Edad Media era conocida como la «Villa de los Cinco Linajes» en alusión a las cinco familias hidalgas que aquí tienen su origen; los Tapia, Sedeño, Montalvo, Briceño y Berdugo. En la época de las gran expansión americana, un hijo de la Villa, Sancho Briceño y Berdugo fue Capitán-Conquistador participando en proyectos de población en la India y en Venezuela, fundando las ciudades como Coro en su costa caribeña, o Trujillo y Barquisimeto en los Andes, dando origen al apellido Briceño en el Nuevo Mundo.
Ya entrado el siglo XVI, probablemente entre 1506 y 1517, las calles de Arévalo vieron crecer al fundador de la Compañía de Jesús, San Ignacio de Loyola (imagen de la izquierda)
Los siglos XVII y XVIII verían el estancamiento de la ciudad, que sufriría además el atropello del ejército francés en 1811, durante la contienda contra la ocupación Napoleónica. La llegada del ferrocarril y su situación en una de las principales vías de comunicación entre Madrid y el noroeste del país, le permitió desarrollar una discreta pero incipiente industria que a lo largo del siglo XX le ha permitido crecer hasta convertirse en el segundo núcleo de población de la provincia (si bien eso no es mucho)
´
La visita de Arévalo se realiza fácilmente andando, comenzando por el Castillo y acabando en la Plaza del Arrabal, la cuál antiguamente se encontraba fuera del recinto amurallado, hoy es el vértice de unión entre la ciudad monumental y su parte nueva.
1 / El Castillo de Arévalo
Probablemente el castillo actual se erige sobre las ruinas sucesivas de poblamientos humanos que hunden sus raíces en la prehistoria, y de los que existe una constancia escrita desde la época prerromana, en que la localidad formaba parte de territorios Vacceos, que ocupaban las llanuras de la meseta castellana. Arévalo se encontraba justo en la frontera con otro pueblo celtíbero, el de los Vettones que ocupaban el resto de la provincia de Ávila, Salamanca y partes adyacentes de la vertiente sur del sistema central.
La planta actual es obra del siglo XV, y de una posterior reforma del siglo XVI. Hogar de Isabel de Portugal, vio entre sus muros crecer a su hija, la futura Isabel de Castilla, la Reina Católica. Posteriormente abandono y pillaje, pasó a propiedad del Municipio que lo llegó a usar como cantera y camposanto, y fue cedido al Ministerio de Agricultura, que a finales del siglo XX lo convirtió en Museo del Cereal (Visitas guiadas los fines de semana, informarse en la Oficina de Turismo)
2/ El Arco y el Puente de Medina
A la entrada de la Ciudad por el camino de Medina del Campo, el valle del Arevalillo era superado por un puente de piedra y un arco monumental recibía al viajero. Toda esta zona estuvo ocupada por la morería, una aljama de las más numerosas y prósperas de Castilla, de la que se tiene constancia a través de las recaudaciones de impuestos, solo comparables a grandes ciudades del Reino como Sevilla, Toledo o Córdoba.
3/ La Plaza de la Villa
Sorprendente por sus dimensiones y armonía, esta es una de las plazas más bellas de toda Castilla. En uno de los lados la Iglesia de Santa María la Mayor muestra su ábside de ladrillos junto a la Casa de los Sexmos, que alberga hoy el Museo de Historia.
En el otro extremo, la Iglesia de San Martín dibuja el flanco oriental de la plaza, con su inconfundible silueta de dos torres. Una fuente de piedra sobre escalones que salvan un pequeño desnivel añade toques pintorescos, a un conjunto rematado por una colección de casas de arquitectura tradicional de ladrillo y soportales de madera.
La Iglesia de Santa María la Mayor
Es uno de los ejemplos de arquitectura mudéjar más bonitos y valiosos de España. Su ábside románico de ladrillo sirve de modelo para numerosos templos de la comarca. Tres pisos de arcos de medio punto con dos arquivoltas con el ladrillo como único elemento decorativo.
Construida entre los siglos XII y XIII, en su interior conserva restos de frescos policromados originales de un pantocrátor (Dios Todopoderoso), una de las iconografías más típicas del medioevo. Hoy en día sirve para alojar exposiciones temporales y no tiene culto.
Su torre es la más alta de Arévalo, y tiene la peculiaridad de estar construida sobre una calle que la atraviesa por su base.
La Iglesia de San Martín
Otro ejemplo de románico mudéjar que data del siglo XIII. Posee dos torres características, «La Torre de los Ajedreces» (en la foto de la izquierda) y la «Torre Nueva» que aunque no son iguales les valió el sobrenombre de las gemelas. A pesar de haber sido declarado monumento nacional en 1931, estuvo abandonada durante gran parte del siglo XX, hoy felizmente recuperada para albergar un centro cultural y de exposiciones, como la pasada edición de las Edades del Hombre en 2013.
La fachada norte da a la Plaza de la Villa, contando el lado sur con un atrio románico al más puro estilo de la Extremadura castellana* de la baja Edad Media.
La advocación de la Iglesia es a uno de los santos más venerados en Castilla cuyo culto se introduce por el Camino de Santiago; San Martín de Tours, cuya imagen más conocida es la del personaje a caballo que cede su capa a un mendigo cortándola con su espada.
*En la Baja Edad Media, una vez superada la línea del Duero como frontera con los reinos musulmanes del sur peninsular, las nuevos límites vinieron marcados por los territorio que hoy componen las provincias de Soria, Segovia, Ávila y Guadalajara aproximadamente, dándosele el nombre de Extremadura Castellana. Toda esta zona construyó nuevos templos cristianos basados en un modelo constructivo que tomaba el atrio o galería porticada como el modelo para permitir las asambleas (la palabra iglesia deriva del griego ekklesia que significa asamblea) de las poblaciones de nueva fundación.
Casa de los Sexmos
Hoy alberga el Museo de Historia de Arévalo, que en varias salas explicativas pasa a través de las diferentes épocas de la ciudad, donde se exponen desde los hallazgos encontrados en yacimientos arqueológicos pertenecientes a las culturas prerromanas, hasta las salas dedicadas al Imperio Romano, y el Medievo.
Hay maquetas de los principales monumentos de la ciudad realizadas a escala con todo detalle, y un video divulgativo bastante entretenido.
Arquitectura Popular
La Plaza de la Villa se completa con los preciosos ejemplos, hoy en día muy bien restaurados, de casas con los populares soportales castellanos, balcones de forja y paredes de ladrillo y entramado de madera. Los materiales más pesados, la piedra, se usaban en cimientos y plantas bajas, y a medida que la construcción se le añadían pisos, los materiales usados iban siendo más ligeros, usándose el ladrillo primero, y en un segundo piso si lo hubiera, el adobe enfoscado, ambos con traviesas de madera.
El lado de la plaza abierto al río Adaja, presenta un pequeño desnivel decorado con una escalinata que presenta en el centro una fuente que no solo cumplía las funciones de ornamentación sino que además proporcionaba agua potable a los moradores de la Villa.
4/ La Plaza del Real
La Calle de Santa María que pasa bajo la torre de la iglesia homónima por la Plaza de la Villa, une Castillo y Plaza del Real. Aquí se levanta el Ayuntamiento, un quiosco de música, un busto dedicado a Eulogio Florentino Sanz, escritor y diplomático del Romanticismo español (S.XIX) y la cara «intramuros» del Arco de Alcocer.
Más al fondo se ve la torre de la Iglesia de San Juan Bautista, templo renacentista que atesora algunas obras de arte rescatadas del olvido del antiguo convento jesuita.
5/ Plaza del Arrabal
Solo hay que pasar bajo el Arco de Alcocer para saberse extramuros. Aquí hemos rebasado los límites de la Arévalo Medieval, y nos encontramos en la plaza que servía de espacio para los mercados y ferias.
Como en muchos otros lugares de la Europa Medieval, las plazas del mercado, del arrabal o incluso aquellas que más tarde se convertirían en plazas mayores, se situaban justo frente al acceso principal de las Villas y ciudades. Esto permitía a mercaderes y compradores pagar solo impuestos por las mercancías entradas y no por las comerciadas, pues se imponían derechos de portazgo, o impuestos por pasar las puertas de la ciudad.
La Plaza del Arrabal parece seguir manteniendo el pulso de la vida cotidiana, y continua siendo el centro neurálgico de toda la actividad de la ciudad. En sus soportales hay restaurantes, bares, terrazas y tiendas.
Una lástima que desde el punto de vista estético la plaza pierda encanto por el aparcamiento que ocupa la mayor parte del espacios. Tanto servicio presta y tanto atractivo resta.