Lübeck: la Reina del Hansa

Liubice, La Preciosa. Los colonos eslavos que fundaron el primer asentamiento en estas tierras lo tuvieron claro. El lugar era ideal. Buenas tierras fertilizadas por los ríos y un puerto fluvial que les daba acceso al Báltico.

Siglos más tarde, cuando el comercio en el Báltico empezó a despuntar con fuerza, la ciudad estaba en una inmejorable posición. Era la salida al Báltico del Sacro Imperio. La Preciosa fue también una ciudad con suerte. Federico Barbarroja le dio el estatuto de Ciudad Imperial Libre regida por un Consejo de 20 miembros. Y aunque los comienzos fueron difíciles, el estatuto y el Consejo pervivió hasta el siglo XX. Pero el mayor golpe de suerte llegó unas décadas más tarde. La Liga Hanseática estaba cogiendo fuerza y Lübeck había entrado a formar parte de una asociación comercial y militar que aseguraba su posición comercial. La ciudad sueca de Visby era la líder de la Liga, pero los daneses (el enemigo más importante) la conquistaron en 1361. Lübeck se convirtió así en la Reina del Hansa.

La ciudad medieval más próspera del Báltico ha llegado prácticamente intacta a nuestros días. Sus iglesias, las puertas de las antiguas murallas y sus casas de ladrillo son el mejor ejemplo del gótico báltico. Pero, además, en ella se respiran todavía las virtudes de una asociación comercial y militar que siglos más tarde fue un claro ejemplo para la propia fundación de la Unión Europea. Razones no faltaban para que fuera declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1987. Pero sobre todo Lübeck hace honor a su nombre, es una preciosidad.

Cómo llegar:

El Aeropuerto de Hamburgo tiene conexiones diarias regulares de las compañías Iberia, Lufthansa, Ryanair, Eurowings y Vueling con Madrid, Barcelona, Sevilla, Valencia, Bilbao y Palma de Mallorca. Las compañías Cóndor Airlines y Tufly mantienen conexiones estacionales con las Islas Baleares y con las Islas Canarias.

La forma más sencilla y económica de ir desde el Aeropuerto a la ciudad de Hamburgo es utilizar el tren. La línea S1 conecta el Aeropuerto con la Estación Central en poco más de 20 mn. Los trenes salen cada 10 mn. La línea forma parte del sistema de transportes de la ciudad HVV (Hanburger Verkehrsverbund) y enlaza en el recorrido con distintas paradas de metro, al que se puede acceder con el mismo billete. Los billetes cuestan 3,5 EUR y se adquieren en las máquinas expendedoras del propio aeropuerto. Se puede adquirir también un billete válido para todo el día en la red de transporte por 6,90 EUR.

Lübeck está a unos 70 km de Hamburgo. El tren es la mejor opción para viajar entre las dos ciudades. Parten de la Estación Central de Hamburgo más o menos cada 30 mn y tardan unos 45 mn en llegar a la Estación Central de Lübeck. Por cierto, un bonito edificio de estilo historicista que está a unos 5 mn andando de la Puerta de Holsten. El precio por trayecto es de alrededor de 14 EUR.

La Liga Hanseática:

La Formación de la Liga

Tras el fin de las invasiones vikingas surgieron nuevas ciudades en la costa del mar báltico y del mar del Norte y las relaciones comerciales entre ellas dieron lugar a un gran desarrollo económico. La liga hanseatica fue una alianza comercial y defensiva de ciudades del norte de Alemania que fue ampliándose progresivamente por toda su área de influencia hasta llegar a incluir casi un centenar de aliados

Lubeck fue la capital del Hansa desde 1361. Fundada en la segunda mitad del siglo XII su posición geográfica, en el sureste de la península de Jutlandia, le proporcionaba un lugar privilegiado para el comercio con las ciudades bálticas. Su alianza con Hamburgo, fundada también en la misma época y que ostentaba igualmente una posición privilegiada para el comercio, desde el sureste de la península de Jutlandia con las ciudades del mar del Norte, fue el germen de la liga hanseática. Se ha comparado la situación y poder comercial de ambas ciudades con las de Génova y Venecia a ambos lados de la península itálica, quienes en la misma época controlaban el comercio en el Mediterráneo.

Ciudades libres con nuevos barcos

Las ciudades pertenecientes a la liga fueron fundadas como ciudades libres. Dependían, en muchos casos casi nominalmente, de la autoridad imperial pero no de señores feudales. La libertad propició el establecimiento de burgueses que se agrupaban en gremios para defender sus intereses comerciales. Estos gremios, hansa (en alemán significa liga, línea, asociación o alianza; Lufthansa, las líneas aéreas alemanas podría traducirse simplemente por aerolíneas), pronto buscaron alianzas con otros semejantes en las ciudades cercanas.

La ingeniería naval había producido por aquel entonces embarcaciones capaces de transportar mucha más mercancía que antes. Las cocas eran naves veloces, derivadas de los drakar vikingos, especialmente adaptadas para navegar en las habitualmente revueltas aguas del norte. El comercio marítimo era mucho más rápido y estaba libre de los aranceles que debía pagar el comercio terrestre en todos los sitios de paso. Además, había abundantes materias primas en Escandinavia y en el Báltico que las ciudades alemanas y de Flandes se encargaban de manufacturar.

La alianza entre las ciudades les daba un gran poder para defender su libertad y sus intereses comerciales. De hecho, la liga se nutría de la inestabilidad política y de la fragmentación del poder a lo largo de las costas del mar del Norte y del mar Báltico. Los poderes regionales no podían garantizar la protección de los intereses comerciales de las ciudades y ejercer una influencia para lograr privilegios en Londres o Flandes.

El poder de la liga fue aumentando progresivamente. A finales del siglo XIII Noruega hubo de plegarse a sus intereses tras sufrir un bloqueo comercial. A mediados del siglo XIV se enfrentó en una guerra con Dinamarca que acabó con el reconocimiento de los privilegios comerciales de la liga.

La Decadencia de la Liga

La liga comenzó a perder poder a finales del siglo XV. La consolidación de las nuevas formas de Estado redujo el número de ciudades libres y aparecieron grandes competidores en el comercio. Finalmente, el descubrimiento de América, con el consiguiente desplazamiento del flujo comercial hacia oeste, y el poderío de las flotas navales inglesa y holandesa redujeron la liga a las ciudades alemanas de Lübeck, Bremen y Hamburgo. Las tres conservaron la denominación de ciudades hanseáticas y una relativa independencia política hasta el siglo XX.

Qué visitamos en este post

En el siguiente mapa interactivo podrás localizar con exactitud todos los lugares de los que se habla en el artículo. Podéis usarlo para llegar hasta ellos fácilmente y para seguir los itinerarios propuestos, que incluyen los lugares más representativos de Lübeck:

Otros artículos sobre ciudades del Mar Báltico:

Un Día en Lübeck

Sopla una fría brisa en una mañana azul y nítida. La primavera empieza a brillar tras los gélidos inviernos del Báltico. Desde la parte más alta de la Torre de San Pedro la vista sobre la capital hanseática es espectacular. Los brazos del río Trave delimitan la ciudad vieja convirtiéndola en una isla fluvial. Una buena defensa y a la vez su razón de existir. En el río estaba el puerto que se convirtió en el bastión más importante de la Liga en el Báltico durante la Edad Media.

Las instalaciones portuarias continúan activas al norte de la ciudad. Desde lo alto, la isla fluvial aparece repleta de graciosos tejados puntiagudos, salpicados de esbeltas torres de ladrillo. Hasta 6 se cuentan, 7 si tenemos en cuenta nuestro observatorio. De ahí el apodo de «ciudad de las 7 torres». Entre todas, sobresalen las del gran templo de Santa María, las más altas de Lübeck.

A lo lejos verdes bosques y fértiles praderas. A nuestros pies el Ayuntamiento medieval preside la Plaza del Mercado y los Almacenes de Sal se agolpan junto al río. Desde aquí uno imagina fácilmente la ajetreada vida de la que fue una de las ciudades más prósperas del Norte de Europa. Una ventana a una increíble historia de prosperidad medieval.

La Plaza del Mercado

En 1932 las autoridades de la ciudad libre hanseática de Lübeck prohibieron a Hitler hacer propaganda en la ciudad estado. Aquello le costó caro a la orgullosa capital. Cuando Hitler llegó al poder, una de sus primeras medidas fue acabar con su estatuto de independencia y hacer que entrara a formar parte, como una pequeña capital de provincia, del estado de Schleswig-Holstein. De esta forma se ponía fin a 711 años de independencia. De las 3 grandes ciudades hanseáticas alemanas (Hamburgo, Bremen y Lübeck) solo la reina del Hansa no sigue siendo un estado autónomo.

No debían saber esto los aliados en la II Guerra Mundial cuando eligieron la ciudad para llevar a cabo su primer gran bombardeo en tierras del Reich. El 28 de marzo de 1942 cayeron toneladas de bombas desde un cielo oscurecido por las fuerzas aéreas aliadas. Entre los más de 1000 edificios destruidos estaba la mitad de la Plaza del Mercado. El viejo Ayuntamiento se salvó milagrosamente.

Curiosamente la ciudad no sufrió más ataques importantes durante la Guerra, quizás se enteraron de su oposición a Hitler. Y aunque se ven algunos edificios horrorosos, reconstruidos con prisas tras el fin de la Guerra Mundial (como la galería comercial de la propia Plaza del Mercado), Lübeck ha conservado un maravilloso casco medieval que vale la pena recorrer con calma.

Ayuntamiento

Uno de los emblemas de la capital hanseática es el Ayuntamiento. El edificio civil más sorprendente. El rápido crecimiento de Lübeck en los siglos XIV y XV obligó a ampliarlo varias veces. Hoy las piedras blancas y negras profusamente decoradas de las distintas fachadas contrastan compitiendo por ser las más bellas. No es fácil elegir.

En el Ayuntamiento se pueden ver los diferentes estilos propios de los distintos momentos de su construcción. Desde los pináculos medievales a la escalera y ventanas renacentistas. Frente a los austeros pasadizos románicos, los ornamentos de un gótico especialmente florido, testigo de la riqueza de la ciudad.

Iglesia de Santa María

Las arcadas del Ayuntamiento conducen al templo que mejor representó la condición de reina del Hansa de la ciudad: la Iglesia de Santa María. Una inmensa mole gótica de ladrillo (la tercera mayor iglesia de Alemania) cuyas dos torres sirven de vigía para la ciudad.

En la plaza, antes de entrar en la iglesia nos topamos con una pequeña escultura de bronce de un simpático diablo. Cuenta la leyenda que cuando empezaron a construir la iglesia el diablo se emocionó pensando que sería una gran taberna. Los constructores fomentaron el engaño. Tan emocionado estaba el diablo que él mismo ayudó a levantar el templo. Al darse cuenta del engaño enfureció e intentó destruirla, pero uno de los trabajadores para sosegar su ira le prometió construir una taberna justo al lado. Dicen que la Taberna Ratskeller fue el antro prometido. El diablo aceptó el trato y desde entonces se sentó frente a la iglesia para intentar desviar a los hombres hacia su taberna. Por cierto, se come bien en la taberna, aunque no es barato; cosas del diablo.

Si el Ayuntamiento es el mejor edificio civil de Lübeck, la iglesia de Santa María es su principal templo religioso. El gótico báltico en todo su esplendor. Terminada en 1350, su bóveda de ladrillo es la más alta del mundo (casi 40 metros). El impresionante interior del templo tiene dos obras que no hay que perderse: el retablo gótico y el mayor órgano mecánico del mundo. Una iglesia hecha para impresionar a los viajeros que llegaban a la ciudad. Hoy sigue impresionando de la misma forma.

Las Murallas de Lübeck y el Museo Hanseático

La mejor protección de una ciudad levantada en una isla fluvial es el propio río, pero la orgullosa Lübeck construyó además una buena muralla. Solo dos de las puertas se han conservado, pero ambas son espectaculares

Puerta de Holstein

La Puerta de Holstein es la imagen más icónica Lübeck. Es la única que fue construida por fuera de la isla fluvial, para proteger los almacenes portuarios, especialmente los que guardaban la sal, que aún se conservan junto al río. La bella puerta medieval amenazaba hundirse en las tierras fangosas de la rivera del Trave, de ahí su aspecto achatado, y sus cimientos tuvieron que ser sólidamente reforzados el pasado siglo. El interior está hoy dedicado a la historia de la ciudad.

Castillo y Puerta de Burgtor

La otra puerta que se ha conservado hay que ir a descubrirla al extremo norte de Lübeck, donde confluyen los ríos Trave y Wakenitz. La Puerta-Torre de Burgtor es lo que queda del antiguo castillo medieval. Desde allí se protegía el puerto. Junto a la Torre se han conservado varios edificios medievales y el Monasterio más importante en la Edad Media del norte de Alemania.

El viejo Monasterio sirve de marco para el Nuevo Museo Hanseático que repasa la historia e importancia de la Liga para el comercio del Norte de Europa. Uno de los imprescindibles.

Un Puerto Fluvial

Atravesando el arco de la puerta de Burgtor se llega al todavía activo puerto fluvial. Aunque la mayor parte de la actividad portuaria se ha trasladado más al norte, a Travermunde, aún llegan aquí pequeños barcos mercantes. Parte de las viejas instalaciones son ahora restaurantes (Fish Hute) donde se pueden degustar los típicos bocadillos de filetes de pescado. Así que mejor hacer ahora una parada para reponer fuerzas.

Muy cerca del puerto, varios barcos de madera atracados junto a las casas medievales de la avenida Untertrave, recuerdan el pasado glorioso del puerto fluvial. Un pequeño museo al aire libre.

La Cofradía de los Capitanes y el Hospital del Espíritu Santo

Hay que adentrarse de nuevo en la ciudad medieval para ir a conocer, muy cerca del puerto, la Cofradía de Capitanes, otro de los edificios emblemáticos de la ciudad. Una especie de casino para los capitanes de los barcos, armadores y dueños de las empresas comerciales. Hoy el edificio alberga uno de los restaurantes más conocidos de Lübeck, Schiffergelleschaft. Allí en grandes mesas de madera compartidas se puede probar la especialidad local, el Labskaus, “la comida para hombre fornidos”. El plato es una combinación de carne en salazón, patatas, arenque en salmuera, cebolla y remolacha. ¡No hay duda de que es un plato hipercalórico!

Frente a la Cofradía de Capitales, los comerciantes sufragaron la construcción del Hospital del Espíritu Santo, uno de los hospitales medievales que han seguido activos hasta nuestros días. Bien es cierto que hoy ejerce como residencia de ancianos, pero aún se puede visitar la capilla cubierta con bóveda de crucería y frescos góticos que fue durante siglos la sala principal del hospital.

La Historia de la Ciudad a través de sus Patios y sus Premios Nobel

Lübeck presume de ser la cuna de tres premios Nobel. Cada uno de ellos tiene un pequeño museo que merece la pena conocer, aunque solo sea porque las casas donde vivieron los premiados son buenas representantes de sus respectivas épocas.

Thomas Mann, Billy Brandt y Günter Grass

Los dos mejores escritores alemanes del siglo XX hicieron protagonista a la ciudad en sus novelas. La Buddenbrookhaus toma el nombre de la novela de Thomas Mann dedicada a la vida de una familia burguesa en la capital hanseática. La bella casa del siglo XVIII en la que nacieron y pasaron gran parte de su vida Thomas y Heinrich Mann recrea los escenarios de la novela.

Muy cerca de allí nació el político alemán que forjó la Alemania posterior a la Guerra Mundial. Las habitaciones y el jardín del palacio decimonónico en el que vivió Willy Brandt están dedicadas a dar a conocer los esfuerzos del Premio Nobel de La Paz por la reconciliación de Alemania con Europa y de las dos Europas que se formaron tras la Guerra Mundial.

Günter Grass, el Premio Nobel de literatura del año 1999, nació en la actual Gdansk (cuando la vecina ciudad del Báltico, hoy polaca, era parte de Alemania), pero pasó la mayor parte de su vida y murió en Lübeck. Su modesta casa con su agradable jardín está dedicada a su vida y a la exposición de sus obras, ya que el escritor fue también un excelente pintor y escultor.

Las Viviendas Sociales Medievales

Al lado de la casa de Gunter Grass está la entrada a uno de los espacios más curiosos de Lübeck. En el siglo XIV era tal el crecimiento de la ciudad que el Ayuntamiento decidió pedir a los vecinos con mayores patios traseros en sus casas que los cedieran para construir viviendas para los recién llegados. Estos patios de viviendas han seguido ocupándose hasta nuestros días y son el mejor ejemplo medieval de unas peculiares viviendas sociales.

Los patios ya no conservan las cabañas de madera, pero mantienen su antigua disposición. Siempre se entra al patio por una puerta común que da a la calle (hay horas específicas para las visitas con el fin de perturbar a los vecinos). Los mejores patios se pueden ver en Glockengiestrasse, la calle donde vivió Günter Grass. Füchtingshof fue el mayor patio fundacional; donado por el rico comerciante Johan Füchting. Glandorps Gang, un poco más al este, es probablemente el más recoleto de estos espacios.

Buscando los patios uno se pierde en el laberinto de calles medievales y va descubriendo viejos edificios que han conservado todo el encanto de los viejos tiempos. Casas de ladrillo con estrechas puertas, ventanas decoradas y esbeltas buhardillas.

¿Cuna del Mazapán?

Tantas visitas despiertan el hambre. Hay una cafetería que es tradición visitar en la capital hanseática y este es el mejor momento para hacerlo.

Los lubecanos se consideran los inventores del mazapán. Si, resulta increíble, porque aquí ni hay almendros ni azúcar, pero no olvidemos el poderío comercial de la ciudad. La leyenda cuenta que cuando la ciudad atravesaba un periodo de escasez decidieron utilizar las reservas de almendras y mezclarlas con huevos y azúcar hasta dar con el mazapán. No se sonrojan al decirlo, aunque admiten que en Italia ya debían conocerlo y que el nombre es decididamente latino o árabe. ¡¡¡Ninguna referencia a Toledo!!!.

Inventores o no del mazapán, ellos están orgullosos de su tradición. En la Cafetería Niederegger, frente al Ayuntamiento, llevan preparándolo desde 1806 y tiene incluso un pequeño Museo del Mazapán. El sabor es parecido al de Toledo, incluso las formas que dan a las figuras.

La Catedral y los lagos fluviales

Los tranquilos barrios del sur de Lübeck están dominados por la silueta de la Catedral con sus dos altas torres de ladrillo y la más modesta iglesia de San Gil. La de San Gil es la única que se ha conservado absolutamente intacta desde su construcción. Las demás han sufrido reconstrucciones por los frecuentes incendios y, sobre todo, tras el tremendo bombardeo de la II Guerra Mundial.

Los brazos del río Trave forman dos lagunas en el extremo sur de la almendra de la ciudad medieval en cuyas aguas se reflejan los bellos edificios góticos y decimonónicos de las riberas y las torres de la Catedral. Pasear por los jardines que los rodean es una delicia. La belleza envuelta en silencio.

Un paseo por Rivera Urbana del Trave

La tarde cae lentamente sobre la ciudad medieval. A esta hora el ladrillo brilla especialmente. Las casas y las torres de las iglesias reflejan su silueta medieval en el tranquilo río Trave contrastando con los colores de una primavera tardía que empieza ahora a florecer.

La antaño ajetreada ciudad medieval, la orgullosa Reina del Hansa, es hoy una ciudad de cuento, un espectáculo de formas y colores. Imposible resistir la tentación de sentarse en el parque, en la otra orilla del Trave, o junto a la Puerta de Holstein y los Almacenes de Sal y empezar a imaginar la vida en la poderosa capital económica del Hansa. Es fácil, solo faltan los personajes, el escenario se ha conservado casi por completo. Y quizá los personajes tampoco hayan variado tanto.

Dónde dormir

La mayor parte de la gente que quiere conocer Lübeck se queda en Hamburgo y desde allí planifica una excursión de un día. Sin embargo, si se busca la tranquilidad Lübeck puede ser mejor opción que la vecina Hamburgo y, en general, ofrece mejor relación calidad-precio. Dos buenas opciones en hoteles con encanto son:

Hotel Haase: Glockengießerstraße 24, 23552 Lübeck. Tf: +49 451 70749011 (www.hotel-haase-luebeck.de). El hotel ocupa un edificio medieval de ladrillo en el corazón de la ciudad hanseática.  Habitaciones muy acogedoras y un jardín encantador en la parte trasera. Alrededor de 150€ la habitación doble con desayuno.

Klassik Altstadt Hotel Lübeck: Fischergrube 52, 23552 Lübeck. Tf: +49 451 702980        (www.klassik-altstadt-hotel.de).  Un edificio neoclásico convertido en un hotel coqueto y acogedor muy cerca de la ribera del río Trave. Alrededor de 120€ la habitación doble con desayuno.

Dónde comer

Una visita a Lübeck no sería completa sin probar algunos de los platos tradicionales de esta zona de Alemania. Al menos los bocadillos de filetes de pescado del puerto o, si se tiene apetito, el famoso Labskaus, la especialidad local. Tres lugares para no perderse son:

Schiffergelleschaft: Breite Strasse 2, 23552 Lubeck. Tf 0451 76776. Ubicado en el edificio de la cofradía de capitanes del siglo XVI. Grandes mesas de madera compartidas en un local con historia. Cocina regional con especialidad en pescado, incluyendo el Labskaus. Entre 30€ y 40€ por persona.

Restaurante Cervecería Brauberger: Alfstrasse 36, 23552 Lubeck. La cervecería más antigua de la ciudad. Comida típica alemana. Entre 20€ y 25€ por persona.

Café Niederegger: Breite Strasse 89, 23552 Lubeck. En realidad, una confitería, pero imprescindible visitarla si se quiere conocer Lübeck. Los grandes artesanos del mazapán.