Etiopía – Bitácora de Viaje (Parte 1): Lalibela

INTRODUCCIÓN:

Lalibela, corazón espiritual de la Etiopía cristiana

Lalibela es hoy un pequeño pueblo en el corazón de las montañas etíopes al que la historia le otorgó el privilegio de ser sede imperial de Abisinia durante el S.XII, legando uno de los tesoros más sorprendentes de África, las iglesias excavadas en roca. Once monumentos monolíticos increíbles, horadados en peñas basálticas y construidos como si fueran gigantescas esculturas labradas a cincel. Son Patrimonio de la Humanidad desde 1978.

Segunda ciudad Santa de la religión ortodoxa etíope tras Axum, es meta de peregrinaje para muchos, siendo escenario de muchas celebraciones religiosas como a la que pudimos asistir en el templo rupestre de Makata La’ab. Nuestra experiencia se enriqueció además por la visita al Colegio público a dónde fuimos invitados por alumnos suyos que conocimos durante la visita.

Bitácora de Viaje: Etiopía (Parte 1) – Lalibela

BITÁCORA DE VIAJE – PARTE 1

Lalibela: Centro espiritual de Etiopía (Tradiciones, peregrinos e Iglesias Rupestres)

Tras una corta escala en Addis Abeba, capital de Etiopia y tercera capital del mundo más elevada tan sólo detrás de La Paz y Quito, un vuelo de hélice nos ayuda a cubrir cómodamente los 600kms que la separan de esta pequeña localidad encaramada en las lomas de unas montañas agrestes y erosionadas que rozan los 3500mtrs de altura.

Abajo queda un valle muy cultivado de cereales que tan solo se llena de verdor durante los meses de lluvia del verano. Pocos árboles, acacias dispersa por las laderas de las colinas y algún eucalipto en medianeras de campos. De los 25kms que hay entre el aeropuerto y la localidad de Lalibela, doce son de una subida pronunciada. Casi 400 metros de desnivel superados en una atreverá que le falta el repaso final de asfalto para estar completa.

Celebración religiosa en la Iglesia de Makuta La’ab

Cuatro kilómetros antes de llegar, el guía que nos ha venido a recoger nos propone parar para poder asistir a la parte final de una ceremonia religiosa que está teniendo lugar hoy sábado. Se trata de una especie de romería. Todo el pueblo y la gente de los alrededores se ha congregado vestida para la ocasión, engalanados con túnicas blancas de base y conjuntados con capas de fino algodón que les cubren los hombros. Las mujeres cubren sus cabezas y portan colores en sus fulares. Todos llevan cruces en sus cuellos, sean de madera o de metal, y muchos portan en sus manos el símbolo cristiano.

Hay un grupo de fieles que sostienen timbales. Efectivamente han empezado a tocar y eran parte programada de la celebración. La emoción aumenta cuando la gente acompaña los cánticos y te ves enmedio, además han empezado a dar palmas. Esas palmas que se tocan con las manos totalmente paralelas y que van acompasadas haciendo un movimiento giratorio como de arriba a abajo y hacia adentro y volví eso a empezar.

La gente que nos rodea nos observa tanto como nosotros a ellos, tienen mucha curiosidad. Si estableces contacto visual enseguida habrá un saludo amistoso. Se respira una tranquilidad y un respeto completo. Somos foráneos extranjeros pero no sentidos en ningún momento como amenaza y se nota en sus miradas cálidas.

Tras una primera parte de la celebración en la iglesia, los peregrinos (y nosotros) nos dirigimos a la ermita que se haya en una gruta natural donde brotan aguas de montaña. La ermita lleva construida más de ocho siglos, en los que ha estado ininterrumpidamente habitada por monjes cristianos. Por el camino en puestos improvisados hay gente vendiendo cirios y el trajín es abundante.

Ya en la ermita, nos invitan a entrar descalzándonos, como es habitual en todas la iglesias en Etiopía. El interior humilde conserva algunos tesoros de orfebrería en forma de arcones y cruces ceremoniales. Pudimos saludar al sacerdote. Un hombre menudo y cargado de carisma que nos invitó a besar la cruz que portaba en sus manos. Las cruces son omnipresentes por estos lares. Las portan cada uno de los peregrinos, y son muy características ya que en cada región, tienen un diseño característico. La de Lalibela es una de las más bonitas. Se pueden comprar de muchos tamaños, calidades y antigüedad. Es uno de los recuerdos más bonitos que puedes llevarte.

Después de las emociones vividas en las celebraciones religiosas, llegamos a nuestro hotel, comimos y nos relajamos un rato. Por la tarde esperan las primeras visitas a las iglesias rupestres monumentales que son Patrimonio de la Humanidad desde 1978.

Visita de las Iglesias rupestres monolíticas de Lalibela: Grupo noroeste

Lalibela toma su nombre del Rey Etíope Gebra Maskal Lalibela, quien durante la dinastía Zagüe, entre 1172 y 1212 buscaba crear en este paraje de montañas una representación simbólica de Jerusalén, trasladando la capital a este pueblecito conocido hasta entonces por Roha.

Las iglesias monolíticas están distribuidas en dos grupos principales que están separados por un arroyo cuyo nombre, Yordanos, hace alusión al río Jordán.

El primer grupo que visitamos esta tarde se le conoce como el grupo noroeste, y está compuesto por siete iglesias y capillas. Conforman claramente un conjunto, y están comunicadas por pasillos y túneles, lo cuál hace pensar que fueron concebidas como un todo por el monarca. Si bien, hay estudios arqueológicos que dictan que podrían tratarse de construcciones (algunas de ellas) que se podrían remontar incluso cinco siglos más atrás.

El primer templo que visitamos es Bed Medhane Alem (La Casa del Salvador). Con sus más de 11mts de altura, sus 36 pilares y casi 800 metros cuadrados de espacio construido, es ¡el mayor monumento monolítico del mundo!

Los estudiosos han encontrado indicios de que la construcción pueda haberse basado en el antiguo templo de Axum de Maryam Tsion; y éste a su vez habría estado inspirado en el Templo del Rey Salomón de Jerusalén.

Pasando un túnel se accede a un amplio patio excavado en la roca. En el centro el templo dedicado a la Virgen María, Bet Maryam. La tradición sostiene que es el más antiguo de todos. Tiene unos 10m de altura, y presenta algunas decoraciones en su fachada. En uno de sus pilares están escritos en griego y ge’ez (el antepasado del idioma amhariña, el oficial de Etiopía) los Diez Mandamientos, y unas explicaciones de cómo fueron construidos los templos.

A los lados dos capillas la Meskel, o capilla de la Santa Cruz; y al sur la capilla Bet Danagel, o casa de las Virgenes, construida en honor a las 50 vírgenes martirizadas por el Emperador Romano, Julián el Apostata. Son completamente rupestres, oscuras e íntimas.

Grabados en las paredes de la Capilla de Bet Mikael
Grabados en las paredes de la Capilla de Bet Mikael

Justo antes de cruzar otro túnel que se dirige a un tercer patio, éste mucho más pequeño, nos encontramos con la capilla de a Trinidad, Bet Selassie; en la que según la leyenda se encuentra la Tumba del Rey Lalibela, uno de los rincones más sagrados para los locales.

En el tercer patio, otras dos capillas, una dedicada al arcángel Miguel, Bet Mikael y otra al Monte Gólgota, Bet Golgotha. Son quizá las más esotéricas o las que guardan un ambiente más enigmático.

La visita finaliza en la puerta de entrada del conjunto donde se erige una ermita cruciforme, situada justo bajo la simbólica Tumba de Adán

La joya de Lalibela, Bet Gyorgis

Tras visitar el conjunto noroeste, nos dirigimos a pie a uno de los símbolos emblemáticos de Etiopía, a Bet Gyorgis, el templo de San Jorge. San Jorge es el patrono de Etiopía y es venerado en todos los rincones del país. Su iglesia, perfectamente tallada en la roca, y con una altura de unos 15m es un verdadero icono para el turismo de Etiopía.

Como el resto de las iglesias del grupo anteriormente visitado, la iglesia se levanta bajo el nivel del suelo, y está realizada de una solo pieza de roca, es decir, se vació la roca para crear el templo como si fuera una auténtica escultura arquitectónica.

La leyenda cuenta, que habiendo construido todos los templos, el Rey Lalibela recibió la visita de San Jorge, que le preguntó por qué no había erigido ninguna para su devoción. El rey le prometió entonces construir la más bella de las iglesias. Al parecer, los ángeles bajaron para ayudarle en su empeño y consiguieron realizar la obra en una sola noche. A mi me parece que la leyenda es preciosa, pero es que además, ha dado pie a muchos amantes de lo desconocido, a relacionar la construcción de estas alucinantes obras monumentales con otras civilizaciones misteriosas, con lo oculto, hasta con los extraterrestres. Yo siendo escéptico como soy, por supuesto que lo dudo mucho, pero no deja de maravillarme el nivel de precisión técnica, la capacidad constructiva y la imaginación que llevó a un pueblo inmerso en el África subsahariana, a construir estas maravillas en pleno siglo XII con un nivel de desarrollo tecnológico medieval.

Lalibela y sus gentes

Durante nuestra visita a Makuta La’ab, nos dábamos cuenta de cómo éramos observados con curiosidad. Algunos estudiantes, menos tímidos y más decididos, se nos acercaron y preguntaron de dónde éramos y cuánto tiempo íbamos a pasar en Lalibela. Rápidamente establecían conversación con nosotros, preguntándonos todo tipo de cosas y mostrando mucha curiosidad y también mostrando conocimiento de la actualidad en cuanto les decíamos que éramos españoles.

Estos mismo chavales que vimos por la mañana en Makuta La’ab estaban en los alrededores de los templos visitados por la tarde, y nos acompañaron en el paseo de una media hora a pie que separa la zona arqueológica del hotel donde nos hospedábamos.

La amabilidad y bondad de estos estudiantes, que nos contaban sobre su vida, sobre su colegio, sobre las asignaturas que cursaban, etc, nos hizo cogerles cariño rápidamente. Hubo algunos en concreto, que estaban empeñados en invitarnos a su casa a una ceremonia de café o «Buna«. Quedamos en hablar al día siguiente tras nuestra visita al sitio arqueológico del sureste que nos restaba por conocer.

Antes de llegar al hotel, paseamos por el pueblo, siendo testigos de la normalidad de la vida cotidiana de un pueblo humilde tocado por la historia. Al llegar al hotel, cenamos y descansamos bajo un cielo despejado, lleno de estrellas que no competían con las luces del pueblo, pues la iluminación de sus calles y casas es muy escasa.

Visita de las Iglesias rupestres del conjunto sureste

El segundo día de nuestra estancia en Lalibela, madrugamos para visitarlo. Nuestro guía nos estaba esperando en el acceso principal. El conjunto sureste está encaramado en una peña, a mayor altura que el pueblo.

La visita comienza por Bet Gebriel-Rafael, la Casa de los arcángeles Gabriel y Rafael. Es menos vistoso que los templos anteriores, pero su peculiaridad reside en la tipología de su arquitectura, concebido como si fuera una fortaleza, incluso con un foso profundo que limita el acceso a través de una pasarela e madera. Hay quienes afirman que se trataba de una parte de un recinto palacial del Rey Lalibela. Aunque también por este motivo y por su estilo de construcción, hay investigadores que piensan que la construcción podría ser incluso anterior, hasta del siglo VIII, y que sería la respuesta defensiva al proceso de desintegración del Imperio Axumita.

Se cuenta que hay pasadizos secretos que aún no han sido descubiertos, túneles que comunican con salas escondidas que no han visto ni la luz ni la visita de un hombre en siglos, y lo cierto es que el recorrido incentiva a soñar con estas historias, porque tuvimos que atravesar un largo túnel a oscuras para acceder al siguiente patio en el que se levantaba la iglesia de Bet Emanuel.

Es la única de este conjunto que es completamente monolítica. Se parece en forma las del conjunto noroeste, excavada bajo el nivel de la roca, tiene 12m de altura y  es posiblemente la más bonita y mejor decorada de todas las de este grupo. Quizá porque se trataba de la iglesia privada de la familia real. El estilo es ligeramente distinto a las otras, ya que sus fachadas presenta una armoniosa alternancia de franjas decoradas que asemejan el estilo constructivo de las iglesias Axumitas, en los que los colores y materiales constructivos se van alternando en sucesivas filas.

Otro túnel enigmático nos lleva ante la fachada de Bet Mercurios, cuya curiosidad es estar excavada en una roca vertical y presentar su fachada como los templos de Petra en Jordania. Un surco gigantesco formado por la erosión de las aguas, pasa junto a el, y conforma el camino de salida del recinto monumental. Hemos visitado uno de los lugares más místicos, misteriosos y alucinantes del continente africano, también por qué no, del cristianismo, y desde luego de este maravilloso país que en apenas tres días ya nos ha llegado al corazón.

CarlosdeViaje en Lalibela

 

Acabas de terminar de ver/leer la PRIMERA parte de los seis capítulos o etapas (1/6) en las que he dividido el Viaje a Etiopía. Continúa viendo o regresa a la etapa anterior pulsando en los «Tuk-tuk-iconos».