INTRODUCCIÓN:
Depresión y Desierto de Danakil
Esta remota región del norte de Etiopía, que linda con Eritrea y Djibuti, apenas si registra precipitaciones y soporta las más altas temperaturas de la Tierra (llegan fácil a los 50ºC durante el verano y durante nuestra visita en el mes noviembre estuvimos a 42º). Está poblada por los «AFAR«, un pueblo indómito y semi nómada con diferencias notables con respecto al resto del país en lengua, etnia (más espigados, altos y más negros) cultura y religión (son musulmanes principalmente).
Geológicamente, la depresión de Danakil, es el extremo norte de la gran falla del Rift que corta el Este de África desde el Mar Rojo hasta Malawi. Es una plataforma hundida (está a -120m bajo el nivel del mar) que en su día formó parte del Mar Rojo quedando aislado por la incesante actividad volcánica.
La evaporación de amplias extensiones del agua del mar; ha dejado expuestos los fondos marinos colmados de sal; ha formado montañas de sal petrificadas y lagos hipersalinos como el LAGO AFRERA, y el LAGO ASSALE cuyas aguas tienen tal densidad que te permiten leer un periódico mientras te bañas (como en el Mar Muerto); y una gruesa corteza de sal que es explotada como mina por los «Afar» en condiciones extremas.
Por otro lado la acción volcánica ha contribuido a crear paisajes de otro planeta. Géiseres de sulfuro, potasio, hierro y otros elementos que forman piscinas y montículos de colores imposibles en DALOL. Y por supuesto, la posibilidad casi única en el planeta de acercarse hasta la misma caldera, que posee el lago de lava en activo ininterrumpidamente más antiguo del mundo. El Cráter del ERTA ALE.
Todas estas cosas las vimos, las experimentamos y fue realmente una aventura de tres increíbles días, de los que es difícil destacar algo sobre lo demás:
- Subir hasta la cumbre del Volcán ERTA ALE por la noche para evitar el sol castigador y aún así estar a 27º; ver el espectáculo de lava, fuego y gases… hipnótico; pasar la noche al raso por millones de estrellas como techo… alucinante.
- Observar los mil intensos colores de las sulfataras de DALOL; oler el azufre y oír rugir a borbotones el suelo volcánico…
- Ver en vivo caravanas de camellos transportando esa sal, obtenida por hombres trabajando como hace miles de años se hacía en las Minas de Sal en DALOL.
- Tocar las aguas de lagos de aceite, y bañarse en el Lago AFRERA en el que flotar es obligado, y la capa superficial del agua está tan caliente que quema.
BITÁCORA DE VIAJE – PARTE 2:
La Depresión de Danakil
Este es el relato de la aventura de viajar por la Depresión de Danakil. El recorrido total fue de 870kms en tres días. El primer dia (250kms), y la ruta nos llevó por carretera desde Mekele, capital del estado de Tigray, al Volcán Erta Ale. Allí una caminata de cuatro horas durante la noche para evitar el sol matador, nos llevó hasta el cráter incandescente del volcán. Pasando la noche al raso con millones de estrellas por techo, regresamos al campamento base con las primeras luces del amanecer.
El segundo día (200kms), de nuevo en 4×4 llegamos al Lago Afrera, nos dimos un baño en las aguas saladas de este lago endorreico en donde se puede leer un periódico sentado, disfrutamos del jacuzzi natural de las aguas surgentes volcánicas que alimentan el lago…. y por carretera nos dirigimos hasta las montañas en Abala, para disfrutar de mejores temperaturas durante la noche.
El tercer día (450kms): El último día, dos horas más de carretera nos llevaron hasta Dalol, en donde visitamos por este orden, los estanques y géiseres de colores, la montaña de sal, lagunas aceitosas y agujeros de aguas subterráneas salinas, las minas de sal y como colofón, caminamos por la extensísima llanura de sal que otrora fue el fondo del mar. Y desde allí tras una comida típica con los Afar, retornamos al punto de partida por carreteras que remontan las montañas hasta alcanzar los 2200mts de altura sobre el nivel del mar, sobre los que se asienta Mekele.
PRIMER DÍA:
Descenso a la Depresión de Danakil
Desde la meseta de Mekele, la carretera se dirige al escarpe de montaña que hay que descender. El descenso es larguísimo, casi 200kms de recorrido por una carretera que ha sido asfaltada hace tan solo cinco años. Hasta entonces, una caravana de camellos podía tardar en realizar este trayecto unos cinco días.
La cota se inicia en 2200mts, los campos cultivados de cereal se suceden en color pardo con los pueblecitos de piedra. En cuanto comienza el descenso empieza a cambiar el paisaje. La potente insolación a 8º de latitud del ecuador hace que la aridez sea progresivamente más patente.
Tras unos 60kms de descenso, llegamos al Valle de Abala a uno 1500mtrs. Es un llanura rodeada de montañas, bastante fértil que representa la frontera natural entre las tierras altas del estado de Tigray, y la árida depresión de Danakil, ya en el estado de Afar. En Abala se mezclan ambos pueblos. Los»Tigriñas» son predominantemente cristianos, los segundos (Afar), con rasgos diferenciados culturales y étnicos, son más espigados, más altos y más oscuros y son musulmanes. Ambos conviven con cierta armonía. Abala es la última población con algo de comercio que vamos a encontrar en el camino. Por sus calles podemos ver ganado, y muchos niños. En los puestos de carretera se vende unas ramas verdes que se usan para el aseo personal, sirven para limpiarse los dientes, y también como incienso o esparcidas en los suelos de las casas para perfumarlas, se llaman «güeira».
El camino continúa y atravesamos unas montañas.Subimos un nuevo puerto de montaña y sorprenden los bosques de drácenas muy parecidos a los dragos canarios. Hay profundos escarpes hacia el norte bordeando las crestas. Hasta que llegamos a una gran bajada. Las laderas son cada vez más rocosas con puntos verdes de acacias escamoteadas más dispersos. La luz es cada vez más cegadora, el resplandor del sol se mezcla cada vez más con el polvo en suspensión y las gafas se hacen más imprescindibles.
Cuando la cota es de 900mts, llegamos a otra pequeña población llamadaIrrepty (a uno 100kms de Mekele). En un pequeño restaurante que es realmente una choza grande de cañas, tierra prensada y techos de hojalata, comemos un arroz con verduras para recuperar fuerzas. Continuamos por este valle bastante plano viendo al fondo una montaña totémica y picuda, se trata del Pico Afdera, un volcán de 1280mts que destaca ya sobre la depresión de Danakil. Mientras tanto vamos observando los primeros torbellinos de polvo en la llanura cada vez más árida (bajamos la cota de los 750m) El suelo va cobrándose el precio de la sequía y va tornándose en desértico.
La carretera es ahora una larguísima recta atravesando este predesierto cuyos límites están recortados en casi todas direcciones por montañas, salvo al este, la dirección que seguimos. La temperatura va subiendo. Comenzamos a 21ºCen Mekele, 24ºCmarcaba ya el coche cuando iniciábamos la bajada, 27ºCdecia en Irrepty y una vez avanzada esta llanura desértica ya marca 34ºCy son solo las 13h30. Seguirá subiendo, y nosotros, seguiremos bajando.
Hacia el km.267 (a unos 150kms de Mekele aunque los PK aquí marcan la distancia a Semara, capital del estado de Afar) la llanura cobra algo de humedad permitiendo a unas preciosas acacias enanas que pareen querer calmar el calor de la tierra proporcionando sombras casi perfectamente circulares sobre sus frágiles tallos y troncos.
Justo después, comienzan los terrenos volcánicos. Aún estamos lejos del Erta Ale, que a pesar de no ser muy alto, ha producido una campo de lava de más de 50kms de radio a lo largo de sus últimas erupciones. La carretera surca ahora terrenos de lava negra, de «malpaís» como los llaman en Canarias. Intercalados con terrenos arenosos, en los que descubrimos los primeros camellos ensillados y poblados Afar. Con sus característicos trajes, más oscuros y más espigados. Bajamos un quiebro de montañas que mezclan terrenos negros y rojizos volcánicos con otras rocas más pobre de origen sedimentario. El altímetro se acerca a los 450m y el termómetro a los 36ºC. Delante una prolongada y suave descenso que se abre a la vastísima llanura de Danakil. La monotonía cromática queda parcheada por algún camello.
Ya estamos po debajo de los 200m y atravesamos un poblado de chabolas de Uralita, marca el km247, el termómetro dice 39ºCy el reloj 14hrs. Seguimos en llano ligeramente inclinado hacia el NE. Aquí vemos campos de auténtica lava solidificada pelearse por predominar en el espacio frente a pequeños parches de terreno que dan vida a plantas amarillas de color vivo y pequeños arbustos acácicos.
Altura 150, ya vemos en el horizonte hacia el N el volcán Erta Ale. Reflexionó y me digo que en dos horas hemos pasado de un paisaje similar al de Aragón y el sistema ibérico a otro desértico, similar a las montañas costeras de Murcia. Y de repente un desierto llano e inmenso. ¡España son ir más lejos! Me sonrió mientras me alegro de estar en Etiopia…
Tras más de 30km de Campos de lava, llegamos a los 40ºCde temperatura cuando bajamos de la cota de 100m. Estamos en el km235 y de aquí vemos a la izquierda el volcán Erta Ale y a la derecha el volcán Afdera que preside el lago Afrera que visitaremos mañana.
Hemos rebasado la cota 0, temperatura 41ºC. Los parches de tierra dan paso a los de arena, se ve muy fina. Aún hay arbustos. Estamos en el km215 y nos desviamos hacia el norte por un camino de tierra hacia el volcán. Nos dicen que este será también pronto asfaltado y permitirá conectar con el lago Dalol. Una compañía china se encarga de la ingeniería y construcción, y en el medio de la nada han construido un poblado de barracones para alojar a sus trabajadores.
La travesía es polvorienta, nuestro chofer tiene mucha pericia y va rápido, quiere llegar el primero y va escogiendo caminos paralelos para evitar el polvo de los precedentes. Los camellos son testigos de esta carrera con paciencia y desparpajo levantándose a nuestro paso de sus sitios a la sombra de las acacias. Otros pastan, alguno brinca sin motivo aparente y los más miran curiosos. El paisaje se puebla de unos arbustos sorprendentemente verdes con unos frutos del tamaño de manzanas. Nuestro guía se paró para coger uno y mostrárnoslo porque teníamos mucha curiosidad. Lo cogimos, era grande y muy liviano. Al agarrarlo explota como si fuese un globo, dejando salir el aire comprimido dentro en su interior, con un contenido verde y algodonoso y soltando una savia lechosa.
Nos aproximamos al Erta Ale, poco a poco se va haciendo visible el humo de la cumbre del volcán. Los últimos 9kms del camino hasta llegar a su base, hay q atravesar el campo de lava con un camino incomodísimo. La tarde va cayendo y la luz se tiñe de color rojo. Son las 17h, hace 39ºC. En el coche suena de nuevo la canción que nos ha acompañado duante todo el viaje, un cantante etíope muy famoso llamado Teddy Affo, y su tema «Olanisó» o algo así… ya la cantamos todos como si fuera nuestra.
Finalmente llegamos al campamento base. Nos dan de cenar y nos preparamos para la marcha. Antes, según va haciéndose de noche, un espectáculo nos asombra, el volcán produce un resplandor que cada vez es más visible en contraste con un cielo cada vez más oscuro. Poco a poco cobra protagonismo y se va convirtiendo en una especie de meta mágica y atrayente. Ansioso por llegar a la cima, te quedas atontado viendo este fenómeno entre tanta oscuridad.
Los camellos que van a portear los colchones y otra equipación necesaria no paran de rugir aunque pacíficamente parecen decir que les prestemos atención que les vamos a deber nuestra comodidad.
Ascensión al Volcán Erta Ale
Y empezamos la marcha. Sin luz, de noche, sin luna, tropezando con rocas sin parar, alumbrando con linternas el camino y avanzando en fila India cual caravana de camellos. Dos horas después ya se nota la fatiga y tras caminar a buen ritmo el guía nos da un merecido descanso. El resplandor rojo del volcán parece no acercarse nunca aunque siempre parezca aqui al lado. Continuamos camino con la promesa de que son 50′ más, pero no sin esfuerzo ya que el último repecho nos hace sudar y todos pensamos, ¡qué trekking más chulo si no fuera por el calor que hace! Al fin llegamos a una especie de poblado Afar, cuatro chozas redondas de piedra y cubiertas de aquella manera, a saber, cuatro palos, algunas ramas y mucho plástico. De aquí el fulgor de la caldera es ya asombroso y el hedor de los gases que emana se hace ya patente.
Tramo final. Hay que bajar una empinada pared rocosa de color ocre. Se trata de los bordes de la antigua caldera que ahora se hace patente. El suelo cruje y a veces se parte. El guía nos dice que es de la última colada de polvo y cenizas de la erupción del pasado mes de enero. Alguna rocas onduladas están rotas y dejan ver el hueco espacio que tienen debajo. Es producto de coladas de lava que al entrar en contacto con el aire se solidifican formando tuberas por cuyo interior sigue corriendo la lava. Cuando el flujo cesa el espacio se llena de gases y aire. A veces pueden ser muy frágiles por la celeridad con la que se solidifican. Este es el caso aquí, y a nuestro paso se rompen en algunos lugares.
Antes de empinar la última cuesta ya podemos distinguir el blanco de las paredes de la caldera de unos 100m de alto, contrastando con el negro rugoso del suelo, iluminado todo por la luz reflejada por el humo teñido de luz roja que sale de ahí abajo.
Una vez arriba… ¡¡¡guau!!! Te quedas sin palabras, mirando atónito, no hablas porque el espectáculo que ves te parece de película, surreal. Estamos viendo lava incandescente fluir en ríos y en un punto bulle salpicando lava por todo el cráter. Otra de mis dudas era, ¿hace ruido una caldera? Y ahora se la respuesta. Es un ruido sordo y profundo que a veces parecen las olas de una playa y otras un martilleo industrial, pero los 200m o así de profundidad de la caldera es la distancia que tenemos de los miles de grados a los que emana la lava y la caldera hace de caja de resonancia cambiando el tono del estruendo suave aunque intenso.
Bordeando la caldera vamos viendo distintos puntos de vista. Nunca antes había estado tan cerca de lava, tan próximo a un abismo infernal vivo (literalmente). El espectáculo no tiene guión. Improvisadas explosiones nos recuerdan que estamos a expensas de la madre naturaleza. Es como si la tierra se enfadara y arrojase sus pestes sobre la superficie. Otras veces el fulgor del fuego se apaga o se tamiza con humaredas densas que a expensas del viento a veces nos llega de lleno e intoxica. Nos hace retroceder, nos asa, así te lo digo, muy caliente, hediondo e irritante. Son las menos, y normalmente basta con retirarse unos metros de la boca del volcán.
Nos quedamos más de una hora mirando como niños a la madre naturaleza explicarnos nuestra pequeñez y enseñarnos su grandeza. Satisfechos, con la sensación de haber visto algo único e incomparable nos dimos cuenta de que siendo casi media noche de un día tan largo estábamos ya muy cansados como para poder ir a dormir.
Y así fue. Sobre las cumbres de la antigua caldera, a la intemperie y bajo un cielo con miles de estrellas por techo, una colchoneta una sabana y un saco parecían el más cómodo de los descansos para recuperar fuerzas y poder bajar antes del amanecer.
SEGUNDO DÍA:
Descenso desde el Erta Ale
Cuatro horas de sueño sin pocas para recuperarse completamente pero el tiempo apremia si queremos evitar las horas centrales del día con un calor matador. Arriba a las cuatro y media y en marcha a las cinco para regresar al campamento base a por el merecido desayuno.
El descenso fue más agradecido aunque con el cansancio acumulado es duro (muchas horas caminando y poco descanso) en el campamento base desayunamos y a tirar millas en el 4×4. Deshacemos el camino andado y al ser por la mañana además de camellos el guía nos dice que quizá podamos ver avestruces, ya que se muestran más activas por la mañana. Y así fue, poco más de una hora después vimos una manada de estas enormes aves que caminaban a paso suelto picando aquí y allá. No fueron las únicas aunque siempre estuvieron a una cierta distancia.
Lago Afrera
Casi dos horas para salir hasta la carretera, ¡que alivio! Giramos hacia el este para llegar al lago Afrera. Este lago recoge las aguas de la parte etíope del valle del Rift (la gran falla que atraviesa de norte a sur el este de África). En Etiopia sus aguas fluyen desde el sur por el río Awash que alimenta una sucesión de lagos con una abundante vida salvaje para terminar desapareciendo en el desierto de Danakil a 110m bajo el nivel del mar (éste es uno de los tres ríos principales del país,los otros dos son afluentes del Nilo, el Nilo Azul y el Tekeze).
El Lago Afrera mantiene sus aguas a un nivel constante gracias al aporte de manantiales de aguas termales, ya que el río hace ya muchos kilómetros que fluye seco. En el paisaje dominan las siluetas de dos montañas. Una hacia el sur, el Monte Afdera (1295m) muy picudo y llamativo, y otra como fondo del paisaje del lago, llamado Borawli (812m) que también tiene forma cónica, que nos recuerda que todos ellos fueron volcanes.
El lago tiene hipersalinidaf, lo cual parece bastante normal ya que la evaporación es tremenda con las temperaturas que se dan aquí y la casi total ausencia de lluvias. No creo que supere al Mar Muerto pero también aquí podrías leer el periódico sin dificultad. La temperatura del agua es impactante, sobre todo al entrar, en la orilla parece una sopa, casi agua caliente preparada para una infusión, sin embargo se da un fenómeno muy curioso: la alta salinidad del agua produce un efecto de recalentamiento de la lámina de agua superficial de unos centímetros de grosor, sin embargo al adentrarse en el lago a mayor profundidad la temperatura es mucho menos alta y el baño llega a ser refrescante.
Nos bañamos y nos relajamos dentro del agua un buen rato, se agradece después del calorazo que se pasa en el trekking. Es toda una experiencia hacer el muerto y respirar con tranquilidad relajando todos y cada uno de los músculos sin temer hundirse, es como descansar sin gravedad.
Al salir del agua, ahora habrá que quitarse la sal de la piel, pues no queremos estar incómodos el resto del trayecto. Lo mejor es meterse en uno de los manantiales termales que hay junto a la orilla. De nuevo impacta la temperatura del agua. Debe estar a unos 40 grados, pero superada la impresión inicial se agradece mucho meterse en agua dulce, muy transparente, limpia y apetecible a pesar de su temperatura.
Esta era la ultima parte del primer día por el desierto de Danakil. Nos toca ahora regresar hacia las montañas para dormir con un poco más de comodidad y mejor temperatura.
TERCER DÍA:
Dalol – Lago Assale (Unos 400kms parte de los 870kms total de Danakil desde Mekele)
El tercer día madrugamos para poder cubrir el camino a tiempo y poder hacer la visita del lago y sus formaciones de basalto y sal antes de que las temperaturas a -116msnm empiecen a ser infernales.
Salimos desde Abala siguiendo la carretera que desde Addis Abeba alcanza Eritrea. También está pista es nueva, tan solo cinco años lleva estando asfaltada. Tenemos que cruzar dos valles en dirección norte. Luego un progresivo descenso va tornando el paisaje en más desértico a medida que perdemos cota. El paisaje me recuerda a Murcia por la zona de Mazarron y Águilas.
Nos cruzamos con una caravana de camellos. Son de los que comercian con la sal de las minas de Dallol. La sal se comercializa en lingotes de unos 6,5kg. Cada camello transporta unos 30 lingotes. Tardan unos cinco días en llegar a Mekele con cada cargamento. Sin embargo con la construcción de la carretera hace ahora unos cinco años, las perspectivas no son muy favorables a que este tipo de transporte comercial perdure mucho más. Los camiones sin duda tomarán su lugar creo yo.
Paramos a desayunar con la salida del sol en Behe Ale. De aquí ya solo nos quedan 60kms a Dalol. Los 30kms siguientes bajamos paralelos a un torrente y a medida que perdemos altura se ve cada vez más desértico. Las montañas ya están peladas. Recortadas y rocosas dejan entrever perfectamente los estratos formados por millones de años. A veces parecen areniscas de fondos marinos, otras más de esquistos de color gris. El cauce del torrente aún conserva algo de humedad, lo que permite crecer a algunas acacias aisladas.
Pero cuando el valle se abre y se llega a la llanura todo rastro de verde desaparece. Esto sí que es un desierto. Pedregoso, llano pero salpicado de cerros que van del color beige al marrón oscuro. No se percibe roca volcánica como en Erta Ale. Es rabiosamente seco. Estamos a 70msnm. más descenso, ya nos encontramos a -100msnm. Tomamos un cruce por un camino no asfaltado y de pronto el paisaje nos parece marciano. Un mar desecado a ambas partes de un camino por el que las caravanas de camellos transportan sal. Las roderas se endurecen por el mineral salino derramado a lo largo de años. El paisaje hasta donde alcanza la vista parece un antiguo fondo marino.
20kms más adelante nos encontramos con el campamento base junto a un cambiante paisaje de rocas teñidas de colores: amarillo ocre, rico ferry giboso, y blanco. Desde aquí vamos a caminar unos 10′ hasta las fuentes termales.
Piscinas de colores de Dalol
La acción volcánica ha producido unas emanaciones de vapores que al aproximarse a la superficie van depositando los minerales que arrastran formando auras, conos, montículos y todo tipo de charcas de colores que van desde el verde fosfórico al amarillo limón pasando por el rojo ferroso o incluso algunos tipos de azul verdoso.
Recorremos una superficie equivalente a unos dos campos de fútbol. Uno no para de asombrarse ante la capacidad de la naturaleza de crear belleza. Atónito té quedas ante el panorama que parece de otro planeta. Las ráfagas de hedor sulfuroso nos recuerdan que estamos en una superficie de actividad volcánica patente. También las burbujas de vapor que de tanto en tanto y de forma irregular e inconstante se aprecian en algunas charcas; que por otro lado es el único rumor que se puede escuchar en medio de un silencio increíble que ayuda a disfrutar de esta maravilla natural. Solo que, cuando te distraes y te dejas envolver por estas escenas, de repente notas la fuerza del sol que aquí causa estragos, y del calor que incomoda y te hace reaccionar… Sigamos la visita, no está el desierto para contemplaciones demasiado lentas!
Montañas de Sal
De regreso al coche, en tan solo 10′ de trayecto cambiamos potasio, azufre y otros minerales por la sal. Aquí a lo largo de milenios se acumuló la sal en gruesas capas que al entrar en contacto con la atmósfera comenzaron a erosionarse creando formas que a veces parecen edificios de una ciudad. Un paseo de diez minutos siguiendo un cañón rodeado de montañas de sal te lleva hasta un mirador en el que se ven formas muy curiosas que recuerdan la ciudad encantada de Cuenca.
Agujero y lago subterráneo
De las montañas de sal de nuevo a la llanura salina. De vez en cuando islas de roca volcánica decoran el horizonte. Junto a una de ellas un hueco en el suelo, cuál orificio en el hielo hecho por esquimal en el polo para pescar, saca a la luz un lago subterráneo con una salinidad altísima y un color turquesa precioso. Da que pensar que quizá sea todo una corteza salina y debajo se halle el mar que parece haber ocupado todo esto, pero nos explican que tan solo son acuíferos y torrentes subterráneos con afloraciones esporádicas.
Mineros y Caravanas de Sal
Otro de los momentos emocionantes de la visita de la zona de Dalol es la visita de las minas de sal. Cuando te imaginas una mina, piensas en un pozo, túneles y galerías, sin embargo esta es al aire libre. La gruesa corteza de sal roca es primero rajada, después levantada en grandes bloques, y luego tallada en lingotes. Se necesitan varios mineros para levantar los bloques de corteza de sal haciendo palanca con largos palos que se introducen sobre las grietas, previamente trazadas con hachas. Luego otros operarios van cortando los bloques en pedazos, tallándolos y puliéndolos hasta convertirlos en homogéneos lingotes.
Un montón de camellos esperan pacientes de cargados con estos lingotes para iniciar la caravana hasta Mekele y venderlos en el mercado como se ha venido haciendo durante siglos. Como ya explicaba antes, la caravana tardará cinco días en llegar a su destino superando un desnivel de más de 2400mtrs
Los burros también son un medio de transporte para estos lingotes, aunque mucho me temo que una vez que la proyectada carretera quede asfaltada, el futuro del transporte animal en estas Salinas está seriamente amenazado por el desarrollo y sus camiones.
La sal y todo el proceso de su elaboración en Dalol es puramente artesanal como viene siendo desde siempre, pero lo que vemos hoy quizá no subsista por mucho más tiempo. De todos modos, tal vez lo único que haga es condenar estos puestos de trabajo, que por otro lado tienen unas condiciones durísimas. A saber: trabajo bajo un sol de justicia y temperaturas que sobrepasan los 45ºC durante la mayor parte del año.
Salar de Dalol
Tras visitar las minas, atravesamos un campo extenso de pura sal. Solo blanco hasta donde alcanza la mirada, y un horizonte de espejismos. Impresiona la monocromia, la luz se mete dentro, el sol escuece aún más, y sin gafas de sol te ciega la infinita claridad.
Con el resplandor de luz de la blanquísima llanura salina hemos completado el itinerario básico de la visita a Dalol, este confín de Etiopia que es conocido por ser el punto más bajo de África y el más caluroso del mundo.
Comida con el Pueblo Afar
Los estados de Etiopia reúnen los territorios en los que predomina una etnia determinada. Sin llegar a ser la única, los «Afar» son gentes semi nómadas y hasta hace bien poco muy hostiles con los visitantes. Se cuenta que en pleno siglo XX, sus tradiciones incluían cortar los testículos a aquellos viajeros que osaran atravesar su territorio.
Después de una comida tradicional cobijándonos a la sombra, iniciamos el camino de regreso a Mekele. Nos quedan unos 200kms de subida incesante para recuperar las tierras del altiplano etíope, con un clima mucho más benigno que las extremidades de calor y sequedad soportadas en la Depresión de Danakil.
Regreso a Mekele
Iniciamos la ruta en el Km.936. Los montes están completamente pelados hasta pasar Bere Ale y más allá hasta el desvío hacia Mekele (km.850). Desde aquí las montañas empiezan a tener esporádicamente árboles, acacias algún tipo de higuera y algo parecido a los juníperos o enebros.
A los 1700m de altura se acentúa la vegetación y aparecen los dragos. Por aquí comparten espacio con acacias y muchos arbustos. A 1950m aparecen los a cebiches., y llegando a los 2000m justo antes del límite entre Afar y Tigray las montañas se tornan verdes y boscosas. El punto más alto de la carretera coincide con la frontera entre ambos estados, a 2350msnm entramos en Tigray y comienza el altiplano. Cultivos. Campos cerealeros y cabañas de ganado, sobre todo vacas y cabras.
Hemos salvado 2500m de desnivel en apenas hora y media y hemos pasado de 36ºC a 18ºC grados. El paisaje aquí se parece más a la meseta castellana en junio en contraste con la Almería en agosto que hemos dejado atras. Nos quedan 50kms para llegar a Mekele. Tras los primeros diez, seguimos un valle con muchas huertas hasta llegar al cruce de la carretera en Agula. Ya desde aquí recorremos un tramo de la carretera general de Addis a Eritrea. En 20kms dirección sur alcanzamos nuestro destino.
Acabas de terminar de ver/leer la SEGUNDA parte de los seis capítulos o etapas (2/6) en las que he dividido el Viaje a Etiopía. Continúa viendo o regresa a la etapa anterior pulsando en los «Tuk-tuk-iconos».
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