Situada en el extremo suroeste del país y muy cerca de la capital, Reykiavik, la península de Reikianes tiene aproximadamente unos 50 km de longitud y una anchura media de 25 km de norte a sur. Su terreno es volcánico, compuesto por coladas de lava en proceso de colonización vegetal inicial, al estar casi en su totalidad cubiertas por musgos.
En el extremo occidental de esta península se encuentra el aeropuerto internacional de Keflavik. Aquí recogimos nuestro coche de alquiler, en una noche sin oscuridad, ya que comenzamos nuestro periplo por Islandia un 21 de junio, es decir el día más largo del año, en el que prácticamente no hubo noche, y el sol desapareció del horizonte tan solo un par de horas.
Antes de dirigirnos a la capital decidimos aprovechar el buen tiempo y la excelente luz para conocer el faro de Vitinn í Gjögurtá, el extremo septentrional de la península. Desde aquí las vistas del golfo de Reykiavik eran preciosas, con las montañas de la península de Snæfells recortándose en el horizonte frente a la claridad solar que hacía de telón de fondo. Descubrimos un paisaje completamente pelado, sin árboles, y prácticamente desnudo salvo campos de altramuces en los terrenos más llanos, y campos y campos de rocas cubiertos de un musgo verde esponjoso y grueso. Garður, la población más cercana, compuesta por cuatro casas desperdigadas, cuenta también con un muelle para pescadores y su propio faro.
Aprovechamos la temprana hora, debían de ser aun las 6 de la mañana, para visitar el campo geotermal de Seltún/Krýsuvík . Este fue nuestro primer contacto con la geología volcánica apasionante de Islandia. Campos de sulfataras y marmitas de lodo que burbujeaban eran acompañaban el susurro de una tímida brisa, sin nadie alrededor en kilómetros a la redonda y unos rayos de sol tan oblicuos que tintaban todo de un color precioso. Más allá de Seltún, las maravillas naturales del paisaje de Islandia nos ofrecían el primer aperitivo de sus preciosos lagos. El de Kleifarvatn es el mayor de los lagos de la península, se halla rodeado de montañas uniformes, que aun siendo bastante bajas, están cubiertas de nieve la mayor parte del año. El paisaje es sobrecogedor.
En la costa sur de la península se halla otra población, también dedicada principalmente a la pesca, Grindavik, resulta interesante por su arquitectura sencilla de madera y casas de colores. Para terminar nuestra pequeña excursión y toma de contacto con Islandia, y antes de dirigirnos a nuestro alojamiento en Reykiavik, decidimos visitar uno de los sitios más famosos del país, la laguna Azul.
Laguna Azul / Bláa lónið / Blue Lagoon
Se trata de unos baños al aire libre, que aprovechan las aguas geotermales que surgieron de la explotación geotérmica para la generación eléctrica. Poco a poco se han convertido en uno de los atractivos turísticos principales de Islandia. Se puede elegir entre una visita sencilla para disfrutar de sus aguas, o bien comprar un paquete confort o premium que incluyen más servicios como baños de lodo o masajes. Los precios empiezan en los 66€, pero os aconsejo realizar reserva porque suelen estar muy concurridos. Este es el enlace para comprar los billetes de acceso: www.bluelagoon.com .
A mediodía habíamos completado nuestra primera excursión y nos dirigimos hacia Reykiavik, para instalarnos en la casa que habíamos alquilado por una plataforma digital para quedarnos tres noches.
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