INTRODUCCIÓN:
Las Montes Simien: El Techo de Etiopía.
La cordillera más alta de Etiopía, es un escudo montañoso muy antiguo erosionado durante millones de años, que ha creado barrancos y valles escarpados de extraordinaria belleza. Sus cumbres son tan altas como los Alpes y después del Kilimanjaro y el Monte Kenia son las más altas del continente. El Monte Dashen con 4.500 mts de altura, es el más elevado, pero hay media docena de cumbres que superan los 4000 mts.
Estas montañas sirven de refugio y último reducto a especies de mamíferos en peligro de extinción como el íbice Walia, el lobo abisinio o los babuínos Gelada. Se pueden realizar trekkings de duranción entre dos y siete días que te descubren los mejores paisajes y que con un poco de suerte ver en su hábitat alguno de estos animales. Los babuínos Gelada son más abundantes y menos escurridizos y fácilmente se dejan ver y puedes llegar a estar muy cerca de ellos.
La única forma de visitarlos es a pie, es un Parque Nacional protegido, y hay que estar bien preparado físicamente porque aunque el trekking no sea excesivamente duro, el realizarlo en condiciones de altitud por encima de los 3000 mts puede resultar muy cansado. Los paisajes y las escenas de naturaleza y fauna compensan con creces el esfuerzo.
BITÁCORA DE VIAJE – Parte 4:
Las Montes Simien: El Techo de Etiopía
En esta parte del viaje tan sólo recorrimos unos 80 kms en todo terreno para adentrarnos en el Parque Nacional. A partir de ahí realizamos una ruta de unos 35 kms a pie divididos en tres jornadas.
Desde el punto de partida a 3000mts subimos hasta los 3200mts del Campamento I, los 3600mts del Campamento II y alcanzar los casi 4000mts en la cima del Imet Gogo en la tercera jornada.
Día 1: De Debark a Sankaber (Campamento I)
Debark es la localidad principal dentro de las montañas Simien, desgraciadamente el aspecto no es el de las ciudades y pueblos de Tigray, donde las calles y avenidas estaban más limpias bien trazadas y ajardinadas, y sus casas eran de piedra. En Amhara, predomina como había mencionado antes, el adobe. Esta ciudad se ve pobre, incluso el comercio es de adobe (algunos pintados) pero poca construcción moderna aunque haya tuc-tucs, además por ser sábado el mercado está especialmente animado y la verdad es que no es más que una sucesión de tenderetes de Madera forrados de plásticos vendiendo hortalizas, fruta y patatas y algunos objetos de cocina y cerámica, textiles y mucho ganado.
Aquí nos hemos citado con nuestro guía que nos va a acompañar durante los tres dias y dos noches de trekking. La «casa del parque», proporciona poca información pero es necesario pasar por ella para recoger los permisos y al personal que nos va a acompañar. Es obligado ir acompañado por un guía y un escolta, además nosotros llevamos un cocinero y por supuesto un chófer y todos en el 4×4. ¡Fijáos… cuatro personas de personal para tres turistas que hacemos trekking!
Todo esto lo teníamos reservado y pagado con nuestra agencia local que nos ha organizando el tour, pero para tener una referencia son 14$ por día contratar un guía, más o menos lo mismo por el escolta (que por cierto va con fusil y le llevamos aquí mismo atrás en el maletero de este vehículo) y que se yo lo que habrán pagado por el cocinero también. El caso es que ya hemos entrado en el parque.
El Primer Trekking
El acceso al parque ha sido complicado, primero autorización y permisos en las oficinas del parque en Debark, organización para dejar bien instalado a Fernando, que ha sido el Segundo del grupo en caer enfermo con diarrea. Entonces listos para salir. Unos 20kms de carretera asfaltada y camino de tierra para pasar por el control de la entrada del parque. Unos quince minutos después iniciamos nuestro primer trekking.
A una cota de 3200msnm comenzamos a caminar por un sendero que bordea el escarpe. Unas paredes verticales de unos mil metros de caída a nuestra izquierda y un túnel de verdor que vamos atravesando, formado por unos árboles que se parecen a los alcornoques en su forma y distribución en el paisaje pero que además tienen una especie de muérdago incorporado de textura áspera y color blanco que le dan un toque de cuento de hadas.
Alcanzamos un descampado y nos llevamos la mejor sorpresa. Aparece una enorme manada de Babuínos Gelada. Estos monos son una de las especies endémicas del Parque Nacional, junto con los íbices Walia (que dan nombre a una de las cervezas más famosas del país), los lobos etíopes, éstos dos últimos en peligro de extinción. Al principio tímidamente procurarnos acercarnos pero lo cierto es que nos costó poco darnos cuenta de que de temerosos no tienen nada, y la verdad, con mucha emoción pero muy tranquilo fui acercándome hasta ellos. En un rincón más o menos tranquilo sobre una zona de hierba junto a unos árboles me senté a observarlos, saqué mi cámara me puse a grabarles. Me quede quieto y fije el objetivo en ellos para disparar algunas fotos. Estaba sorprendentemente cerca. Incluso pude hacer un vídeo tan próximo a ellos que yo mismo me quedé flipado. Que sensación, era como estar haciendo un documental de la 2. Un buen rato se me pasé observándoles con una total curiosidad y un poco sin creerme lo que me estaba pasando. Pura vida salvaje al alcance de mis dedos.
Tras una de las experiencias más memorables del viaje hasta ahora (y no han sido pocas ni fútiles) continuamos caminando disfrutando del bellísimo paisaje de montaña y de inmensos horizontes de torrentes y valles profundos excavados por la acción erosiva del agua y viento a lo largo de millones de años. Se ven las diferentes mesetas cultivadas a alturas variables. Sobre todo abundan entre los 2200 y los 1800 metros que es donde más productivos los cultivos pueden ser. En el paisaje son como islas en un terreno que se muestra dócil en las mesetas y súper abrupto en calles e mascarones y torrentes que las separan. Te das cuenta de que son auténticas islas entre sí, favoreciendo precisamente el aislamiento que muchos poblados continúan aún hoy en día teniendo.
Las montañas, a pesar de su protección como Parque Nacional, preservan poco de su manto vegetal y arbóreo original, y han sido ocupadas por cultivos y degradadas a menudo con eucaliptos. Tan solo a mayores alturas y en las zonas más recónditas se pueden ver los bosques de brezo y salvia autóctonos, y más arriba se distinguen las praderas alpinas.
Dos horas de camino y llegamos al campamento base. La organización de nuestra agencia había preparado las tiendas de campaña donde dormiríamos con pequeñas colchonetas. Una caseta hacia las veces de centro de reunión y cocina. Nos sirvieron una riquísima sopa de verduras que nos supo a gloria y unos espaguetis con verduras, y de postre, banana rebozada en una harina local. Estaba sabroso y me supo a gloria. Poco había que hacer habiendo ya caído la noche. Antes de meternos a las tiendas, un ratito de charla, alucinar con los cielos estrellados que teníamos encima, y en poco tiempo el frío se hizo intenso. A las 8 de la noche ya había caído la temperatura por debajo de los 8º.
Día 2: De Sankaber (Campamento I) a Geech (Campamento II)
Amanecía sobre las 6h30 y en cuanto las rayos de sol calentaron un poco salimos a comprobar el rocío que teñía de blanco toda la hierba del campamento. Se deshizo antes de que pudiéramos desayunar. A las 8h más o menos, habiendo recogido todo, estábamos listos para la marcha. Teníamos casi 7 horas de trekking por delante.
La marcha se inició viendo paisaje similares al día anterior, avanzábamos hacia el este manteniendo la cota 3200. Superábamos el primer y segundo «shet» (los shet o shed, son los profundos escarpes formados por la erosión sobre el macizo montañoso formando ríos torrenciales que pierden cota rápidamente. La profundidad de los surcos que producen, los convierte en verdaderas fronteras naturales entre las fértiles mesetas que acotan. Esto se ve muy bien desde las alturas, cuando se aprecia perfectamente como los terrenos de cultivo fértiles sobre los que se asienta las poblaciones, a menudo aparecen como islas de terreno rodeadas de estos profundos torrentes)
Cada quiebro que daba el camino se descubrían nuevas cumbres. Recortadas, violentas y muy verticales. Cruzamos un collado y cambiamos de orientación. De mirar hacia los barrancos y escarpes del norte pasamos a ver un valle profundo pero amable que vertía sus aguas al sur.
Poco después, de regreso en la vertiente norte alcanzamos un mirador que como un puesto vigía tenía un puesto privilegiado para mirar una cascada de agua con una caída bestial (nos dijeron que unos 500mts pero fácil podían ser más. Se veía como el curso del agua había provocado una profunda hendidura en la roca, a fuerza de milenios de paso. Por aquí se vierte lo que recibe de una extensa cuenca de prados y bosques de altura. Había otros torrentes que también caían sobre este espectacular circo de paredes rocosas verticales. Éstos secos en esta época, pues solo fluyen con las abundantes lluvias de julio a septiembre. Aquí aproveché para hacer fotos y grabar un poco de video.
Continuamos camino entre bosques hasta alcanzar un paso del mismo río que veíamos precipitarse en cascada desde el mirador. Aquí paramos para comer. Estamos justo en el límite de paisaje arbóreo cuando comienzan a convertirse en prados de montaña.
Una hora para disfrutar del río, del prado y del silencio… ¿del silencio? Bueno, un grupo de niños pastores de no sé de qué poblado vecino habían aparecido al ver turistas por el lugar. Andan ya acostumbrados y no sin suerte, habían desplegado sus artimañas para conseguir la atención de alguno de los aventureros e intentar sacar unos Birr vendiendo algo de artesanía o simplemente pidiendo algo. El caso es que tuve el soniquete constante de «Hello», «Hello»… sin parar. Salvo ese detalle, todo genial.
Tras el almuerzo ligero una empinada cuesta nos saca del curso del río y nos coloca de pleno en praderas de alta montaña. Enseguida llaman nuestra atención las plantas (a menudo endémicas según parece) que salpican el paisaje de hierba. Una hierba que por otra parte, es la que usan para techar las casas por toda esta parte del país. De vez en cuando una estampa muy típica ha sido tropezarnos con algún lugareño que porta un fardo a hombros hacia su aldea para uso privado, desde estas tierras altas. ¡Llama la atención que alguno de ellos vaya totalmente descalzo!
Pero volvamos a la vegetación. Hay una especie de palmera muy extendida de dimensiones intermedias que se parece a una drácena pero de tallo más gordo y hoja más tierna, carnosa y verde. Aquí y allá hay algunas flores de montaña, principalmente amarillas, y unas diminutas flores violeta. Quizá otro de los hitos de este paisaje de alta montaña sea encontrarse con otra planta a priori xerófila, que presenta una gigantesca flor parecida al tejinaste (aquellos que conozcan Tenerife y hayan estado en el PN de las Cañadas del Teide sabrán a que me refiero). Una flor de dos o tres metros de altura en distintos estados avanzados de madurez a la que vimos acercarse algún pájaro que cuál colibrí de mayor tamaño libaba su néctar. Son impresionantes las imágenes que se consiguen cuando estas plantas se colocan con preciosos fondos de montaña con espectaculares caídas rocosas.
Dos horas de caminata para llegar a nuestro objetivo los 3600msnm del segundo campamento ase en el que pernoctaremos. Son solo las 14h30 así que tenemos tiempo para descansar y organizarnos bien nuestras cosas en la tienda de campaña. Ya estamos sobre aviso de que por la noche hará mucho frío y aunque el sol pega y se alcanzan fácil los 20/24 grados a estas horas, es probable que ahora en noviembre la temperatura llegue a bajo «0».
El horizonte que abarca nuestra vista es pura loma de alta montaña poblada de bosques hasta los 3400 más o menos. Al fondo se ven otras cumbres de Simien. Hay mucho ganado, por el camino nos hemos encontrado muchas ovejas y también rebaños de cabras, sin embargo pocas vacas (o ninguna) para lo que se podía esperar con estos pastos tan jugosos. Las mulas que han transportado las tiendas y todo el material hasta el campamento están paciendo tranquilamente. La verdad, echo de menos mas vida salvaje. A parte de los monos del primer día, nada, ni rastro del famoso íbice Walia, del que dicen quedan tan solo 500 ejemplares. No habremos tenido suerte. Y justo cuando lo estaba pensando viene el cocinero, Bazé, y me lleva corriendo hasta un extremo del campamento para enseñarme a lo lejos un chacal. Por fin otro ejemplar de la fauna salvaje que se deja ver. No es un lobo Abisinio de los que son endémicos en las Simien, pero me entretiene verlo a unos 500mtrs campando a sus anchas sobre un cauce seco buscando algo que no alcancé a ver.
Tras nuestro campamento un sendero asciende hacia la cima más cercana. El guía nos dice que subiremos a coronarla a las 16h30 justo antes del atardecer para poder ver la puesta de sol. Y así hicimos.
Para entonces habíamos socializado con otros viajeros que compartían campamento base. Habría en total unos treinta, pero cada grupo traía su guía, escolta y equipo de logística (cocinero y ayudantes) La presencia española era notable, al menos cinco de todos ellos. Según he leído y por lo que nos cuentan Guias y en Hoteles que visitamos, de España llega un gran número de viajeros, siendo de los cuatro primeros países emisores de turistas. ¡Cómo cambian los tiempos!
La caminata no es larga y alcanzar la cima nos lleva unos 30′. De nuevo el espectáculo del paisaje a vista de pájaro es sobrecogedor con el juego de sombras sobre el precipicio las crestas y el infinito paisaje de Valles y altiplanos escalonados y separados por profundos cortes de ríos y torrentes que a menudo bajan decís en esta época del año.
Pero la sorpresa aparece en forma de vida salvaje. Otro grupo de babuinos gelada acuden a visitarnos (más bien somos nosotros quienes ocupamos con su permiso el territorio en el que viven). Prácticamente nos ignoran, a una cierta distancia, el grupo llega desde las praderas de alta montaña y se van metiendo poco a poco por el acantilado con pericia y de forma inverosímil. Con mucha rapidez y pericia saltan entre los riscos buscando refugio en las cárcavas de las paredes casi verticales a donde nos asomamos. El proceso dura una media hora. Estamos atónitos, viendo el espectáculo de la naturaleza en estado puro. Por un lado un paisaje de ensueño, de frente el sol naranja ir se mezcla con las nubes de polvo africano que tiñen la luz de color cálido, y contraluz las siluetas rubias del pelaje de los monos preparándose para pasar la noche. Durante el día se alimentan de forma casi exclusiva de raíces de plantas y oeueños tubérculos. Por la noche y para refugiarse de depredadores como el leopardo, se agrupan en lugares casi inaccesibles para protegerse de estos ataques y también del frío. La escena más graciosa es contemplar a alguno de estos monos, sentados mirando al sol como hipnotizados durante su nos minutos antes de precipitarse hacia los riscos.
Satisfechos de la experiencia, regresamos al campamento atravesando las praderas «jurásicas» (ya os contare por qué) con las ultimas luces del día.
Al llegar, ya se nota como cae el frío. De repente 15 grados, en poco tiempo solo diez. La sopa caliente de lentejas sienta de maravilla. Arroz, verdura y algunos trozos de pollo completan nuestra dieta. Se ha hecho la noche y el frío aprieta. Son las siete y media, noche cerrada, estrellas por doquier, un cielo maravilloso, limpio. Nuestra hora de meternos en la tienda, en el saco bien abrigados y echarse a dormir.
Metidos y resguardados del frío no puedes si no reflexionar en las condiciones de incomodidad que soportan quienes nos acompañan. Cocineros y ayudantes se agrupan en la pequeña cabaña-refugio del campamento base, pero por ejemplo, nuestro escolta, hoy como ayer pasara la noche a la intemperie. Y si ayer hizo frío, hoy lo hará con más intensidad. Bajo cero. El nuestro, un hombre mayor que no habla una palabra de inglés, es todo amabilidad y tiene siempre el detalle de alúmbranos si salimos de atendernos si necesitamos algo y en todo momento está pendiente de nosotros.
La noche se hizo larga en esos diria suelos con una fina colchoneta y un saco. El frío se metía en el cuerpo pero conseguimos dormir y en la medida de lo posible descansar.
Día 3: De Geech al Imet Gogo
A las 6h30 sale el sol y nosotros de la tienda como tortugas de su caparazón, para ver todo lleno de escarcha. Blanca y helada ante nuestros ojos se deshace en gotitas de agua por momentos.
Un buen desayuno con manteca de cacahuete, huevos revueltos, tostadas y un té y nos preparamos para el reto de hoy; subiremos al Imet Gogo (3980msnm) para después descender y alcanzar el punto de recogida que se encuentra a 3700mts.
La marcha empieza por el mismo paisaje de alta montaña que cruzamos ayer al atardecer. Os decía que me recordaba al Parque Jurásico y es por la naturaleza de estas plantas, pues bien aquí hay un paraje lleno de ellas en donde lo único que falta es in diplodocos o un velociraptor pasando entre ellas. Es de película.
Dos horas después alcanzamos la cresta final. En una especie de plataforma rocosa paramos y nos hacemos fotos, aquí aguardaron los escoltas mientras accedemos a la cumbre del Imet Gogo, restan tan solo 15′ pero hay riscos y a veces da vértigo y hay que agarrarse y ayudarse con las manos. Lo conseguimos. Lo celebramos. Podemos ver las cumbres más altas de Etipia desde aquí: la más alta, el Monte Ras Dashen (4550mts) que da nombre a una de las cervezas más populares del país. Justo frente a nosotros pero separados por un gigantesco tajo formado por un río de más de 2000 metros de caída, el monte Hay (4135msnm); y en el mismo macizo que nos encontramos el Monte Biuat (4345msnm). Son tres de la media docena de picos por encima de los cuatro mil que tienen estas montañas y este país.
(CERVEZAS DE ETIOPIA- Comparte la Dashen mercado con la Walia, nombrada en honor a la especie endémica de Íbice que habita los montes Simien, la Sant Giorgis o San Jorge, que es el patrono del país y alguna otra que se fija en otro puntal cultural etíope como son sus etnias.)
Del Imet Gogo al punto de recogida
Y ¿ahora? Pues una larga caminata aún para retornar a la civilización. Hora larga por pradera hasta llegar a un nuevo mirador sobre el precipicio. Una corta parada porque el lugar merece la pena. Llevamos más de tres horas bajo un sol radiante a casi cuatro mil metros y casi todos a pesar de llevar protección solar, estamos notando los incipientes tes avisos de posibles quemaduras si no le ponemos remedio. El sol pega fuerte sin que te des cuenta, ya que las temperaturas son muy agradables, sobre 19/21 grados calculo. Voy en camiseta y pantalones cortos y con la brisa a veces siento fresco y he de ponerme un jerseycito.
La caminata nos lleva a atravesar un frondoso bosque de este árbol que se parece a la encina o el alcornoque. Forma túneles de sombra y ahora sí que lo agradecemos porque el sol comenzaba a estar demasiado fuerte. Los senderos forman escenas preciosas con rayos de sol que se filtran entre las ramas de los árboles t sus musgos. Desafortunadamente no puedes admirar mucho tiempo seguido el entorno porque los caminos de esta ladera norte de la montaña, están muy húmedos y a menudo hay barro y pequeños torrentes que lo ponen resbaladizo y hasta peligroso. ¡Ya he metido la pezuña hasta el fondo dos veces y en otra ocasión casi me voy de lado si no es por una mano a tiempo del guía.
Sobre las 12h hacemos un descanso para comer algo. Estoy agotado. Está siendo una paliza, y esta última parte ya no estoy disfrutándola tanto, pues tan solo deseo acabar, llegar al coche y tener una buena ducha y una buena cama para descansar esta noche.
La buena noticia es que solo quedaban 20′ de camino hasta alcanzar el punto de recogida. Nos sentimos un poco «Robinsones» tras tres dia y doa noches de aventura de montaña. Ha merecido la pena, ha sido alucinante pero tiene su precio, el del esfuerzo y la superación. Creo que no hay nada mejor que ganarse así la experiencia inolvidable de haber conquistado el techo de Etiopia.
Acabas de terminar de ver/leer la CUARTA parte de los seis capítulos o etapas (4/6) en las que he dividido el Viaje a Etiopía. Continúa viendo o regresa a la etapa anterior pulsando en los «Tuk-tuk-iconos».