Calvi es un precioso puerto fortificado en la costa noroeste de Córcega. Un cabo rocoso coronado por una ciudadela que defendió durante siglos la espaciosa bahía a la que se abrían las mejores y más fértiles tierras del norte de la isla de Córcega. Calvi es hoy un pintoresco pueblo apiñado junto a las murallas de su ciudadela y dispuesto en forma de media luna frente a su puerto. Conserva todo el encanto de las pequeñas poblaciones costeras, con multitud de restaurantes y tiendas que se afanan en recibir a los turistas en verano y se disponen en terrazas junto al paseo del puerto y en la calle principal de la población que corre paralela a esta primera. Pasear por la noche entre sus calles trae a la cabeza por instantes estar en una pequeña Ibiza, con sus murallas, su bullicio, sus terrazas, etc.
La Ciudadela:
La visita de Calvi debe comenzar por la Ciudadela, aunque solo se visita el adarve de su fortaleza, dado que el resto son dependencias del ejército francés. Entrar por la puerta de tierra y recorrer el perímetro de sus murallas basta para hacerse una idea de la importancia que este bastión defensivo tuvo. Tres baluartes conforman las defensas de unas murallas, desde las cuáles se observan preciosos paisajes costeros. Desde los baluartes orientados hacia la bahía y el puerto se tienen las vistas más maravillosas de Calvi y su bellísimo entorno natural de montañas. En primer término las murallas del puerto, el pueblo, un poco más allá la bahía y la preciosa playa semicircular de casi 5kms, y como telón de fondo las impresionantes paredes de las cordilleras corsas que alcanzan los 2706mts en el Monte Cinto o los 2554mts del Capo Bianco. Grandes alturas si tenemos en cuenta las dimensiones relativamente reducidas de la isla. Dentro de la Ciudadela, se encuentra la Catedral de San Juan Bautista, reconstruido sucesivas veces, la última en 1555, conserva en su interior algunos tesoros, como un tríptico del siglo XV, una interesante pila bautismal y un altar de mármol policromado.
El Puerto y el Pueblo:
Una visita a pie del pueblo, no nos llevará mucho tiempo, ya que el centro histórico se recorre en diez minutos. El conjunto de callejuelas que lo conforman están situadas a diferentes alturas como si fuera un anfiteatro que se alza sobre el puerto. En una de las placitas más acogedoras nos encontraremos frente a la Iglesia de Santa María la Mayor (1774), un edificio barroco, inconfundible con su fachada rosa y albero. En verano muchas terrazas se despliegan a sus pies, convirtiéndola en uno de los rincones más animados de Calvi.
Dónde ver la puesta de sol:
Ya fuera del casco urbano, situado a unos 4kms hacia el oeste por la carretera de la costa, merece una visita la Capilla de Notre Dame de la Serra. Una ermita que corona una colina con un amplísimo paisaje del mar, desde el que se observan unos atardeceres espectaculares. Desde las alturas (unos 250mts de altura sobre el nivel del mar) se divisa una lengua de tierra penetrando en el mar, la Pointe de la Revellata en cuyo extremo, hasta el que se puede llegar por un camino de tierra (4kms), se levanta un faro.
De Calvi, sus paisajes:
Lo cierto es que desde Calvi se puede observar una de las panorámicas más bellas de este concierto de picos y agujas que conforman las sierras septentrionales de Córcega, distribuidas en diferentes planos que a menudo cambian sus perspectivas dependiendo del momento del día y la luz que los ilumina.
Las Playas y el Trinighellu (Tren de vía estrecha):
Calvi es conocido por sus playas, no solo la preciosa y extensa playa en media luna que se extienda a sus pies, si no muchas de los alrededores. Durante el verano, en la playa se pueden hacer todo tipo de deportes naúticos (windsurf, motos de agua, buceo…) o simplemente pasear.
Otro de los atractivos de la comarca es el pequeño tren de vía estrecha que une las localidades de Calvi y L’Ille Rousse. Localmente conocido por el apodo de «U Trinighellu» o trenecito, es un ferrocarril de vía estrecha que recorre 20kms pegadito a la costa ofreciendo bonitas vistas.