El Mar Negro tiene una connotación un tanto exótica para los europeos occidentales. Un mar a caballo entre Oriente y Occidente. Los griegos lo conocieron como Ponto Euxino (Mar Hospitalario) y en sus orillas situaron numerosos mitos que han marcado la literatura occidental como la leyenda de los Argonautas. Bañarse en sus aguas es una experiencia sorprendente porque su baja salinidad produce sensaciones muy distintas a las del Mar Mediterráneo o las de los océanos.
“El nombre deriva del color oscuro de sus aguas. La falta de transparencia se debe a la acumulación de materia vegetal y lodo negro formado por el alto contenido en sulfuro de hidrógeno”
Bulgaria concentra, en sus casi 400 km de litoral, las mejores playas del Mar Negro. Las playas de fina arena dorada cubren el 30% de la costa, pero no os vayáis a pensar que seréis los primeros en descubrirlas. Nada más lejos de la realidad. Enormes complejos turísticos cubren una gran parte de la costa. Los de Slúnchev Briag, Zlatni Piasátsi y Albena concentran cada uno de ellos más de 250.000 turistas en temporada alta. En total, más de 10 millones de turistas visitan cada año Bulgaria y la mayoría de ellos buscan el sol y sus playas. El turismo comenzó a desarrollarse ya en la época comunista (así que os podéis imaginar que hermosos bloques de apartamentos llenan muchos lugares de la costa) pero en los últimos años crece a uno de los ritmos mayores de Europa. Sus vecinos rusos, rumanos, griegos y los alemanes son sus visitantes más habituales. No es extraño que Varna y Burgas, las capitales norte y sur de la costa búlgara, se hayan convertido en la tercera y cuarta ciudades del país respectivamente.
La zona sur del litoral búlgaro es bastante más tranquila y alberga las dos ciudades más bonitas de toda la costa, Sozopol y Nesebar, ambas antiguas colonias griegas. Mi recomendación es, por tanto, sacrificar en norte y disfrutar de las playas del sur.
El Aeropuerto Internacional de Sofía es la entrada más frecuente del país desde España. Las compañías Iberia, Bulgaria Air, Ryanair y Wizz Air vuelan desde distintas ciudades españolas (Madrid, Barcelona, Alicante, Málaga, Palma de Mallorca, Tenerife y Valencia). El Aeropuerto de Sofía tiene frecuentes conexiones con las ciudades costeras del país, Varna y Burgas, principalmente con Bulgaria Air, a precios muy competitivos (alrededor de 60 EUR i/v).
Si la idea es viajar algunos días por el país, lo mejor es alquilar un coche. Hay que asegurarse en la compañía de alquiler de que el vehículo tiene la pegatina identificativa certificando haber pagado el impuesto de circulación. Si no es así, la viñeta se puede adquirir en las gasolineras (la tarifa para una semana es de alrededor de 8 EUR y para un mes ronda los 15 EUR). Sozopol está a 415 km de Sofía y a 285 km de Plovdiv por una magnífica autopista.
Las carreteras de la costa búlgara son buenas, pero soportan mucho tráfico. Los desplazamientos suelen ser mucho más lentos de lo esperado.
Alrededor del año 1000 aC llegan a estas tierras los primero pobladores de los que tenemos constancia escrita, los tracios. ¿De dónde venían? No se sabe a ciencia cierta. De hecho, todo lo que sabemos de ellos se debe a los griegos y a los hallazgos arqueológicos, porque ellos no desarrollaron un sistema de escritura. Lo que sí sabemos es que eran muchos (los griegos decían que era el pueblo más numeroso de la Tierra, aunque es de todos conocida la tendencia a la exageración helena). Se extendieron por el territorio de la actual Bulgaria, norte de Grecia y Rumanía.
Tenían una organización tribal y un carácter muy belicoso. Los conflictos entre tribus tracias fueron la tónica general durante su historia, siendo una de las razones principales por las cuales nunca llegaron a ser una gran potencia. Incluso en sus mejores tiempos, cuando allá por el siglo IV aC las tribus de Odrisios y Getas se hicieron muy poderosas, su falta de unión les impidió resistir al poderoso vecino del sur, Filipo de Macedonia.
Los fabulosos jinetes tracios fueron contratados por persas y griegos como mercenarios. Formaban la famosa caballería tracia. El jinete tracio era objeto de una especie de culto y sus imágenes aparecen en todas las tumbas y tesoros encontrados.
Lo cierto es que los griegos tuvieron sus roces con ellos, pero la mayor parte del tiempo mantuvieron una relación comercial muy exitosa, especialmente a través de las colonias que los griegos establecieron en la costa del Mar Negro en el siglo VI a C, Mesembria y Apolonia. Los tracios les vendían minerales, grano, miel y pieles mientras los griegos les colocaban sus vasijas y objetos de artesanía. La influencia mutua fue muy importante tanto en el arte como en la religión.
La gran fuente de información sobre los tracios son sus tumbas. Se han excavado más de 50 complejos funerarios, fundamentalmente en el centro del país y en el nordeste. Los túmulos de los reyes tracios resaltan como pequeñas colinas en la llanura. Las cámaras sepulcrales son deslumbrantes hasta el punto de que dos de ellas, la de Kazanlûk y la de Sveshtari, han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad. En algunas se han encontrado fabulosos tesoros, los mejores se pueden ver en los Museos Arqueológicos de Sofía y Plovdiv
En el siguiente mapa interactivo podrás localizar con exactitud todos los lugares de los que se habla en el artículo. Podéis usarlo para llegar hasta ellos fácilmente y para seguir el itinerario propuesto que incluye los lugares más representativos de la costa sur de Bulgaria.
Un viaje a Bulgaria debe acabar saboreando sus famosas playas del Mar Negro. Se trata sobre todo de disfrutar de fantásticas playas con los precios de hostelería más bajos de Europa, pero también de descubrir dos pequeñas ciudades con mucho encanto: Sozopol y Nesebar.
La Costa del Mar Negro al sur de Burgas
Sozopol
En el siglo VI aC los griegos estaban en pleno periodo de expansión. Fundaban colonias por todo el Mar Mediterráneo y el Mar Negro. A los milesios les correspondió la fundación de Apolonia. Fue la primera colonia griega y la ciudad más antigua en la costa de la actual Bulgaria. Entre los socios fundadores estaba Anaximandro de Mileto, discípulo de Tales de Mileto. El célebre filósofo, astrónomo y matemático fue uno de los precursores de las ideas sobre la evolución humana, describió ya la tierra como redonda (aunque como centro del Universo) e inventó un método para la medición de solsticios y equinoccios.
De todas formas, por lo que era conocida Apolonia en tiempos de la Antigua Grecia y a lo que debía su nombre era al gran templo que dedicaron a Apolo, que incluía una colosal estatua del dios. Los griegos no se andaban con tonterías en cuestiones de arte. La estatua aguantó en Apolonia muchos siglos hasta que los romanos al mando de Marco Lúculo conquistaron y saquearon la ciudad en el año 72 a.C., se encapricharon de ella y se la llevaron para emplazarla en el Capitolio. Allí estuvo hasta que su rastro se perdió con las invasiones bárbaras.
Los griegos conocían bien la importancia del merchandising. Aparte de construir un icono arquitectónico en la ciudad, también diseñaron un símbolo. El ancla está presente en todas las monedas acuñadas en Apolonia desde el siglo VI a.C., prueba de la importancia de su comercio marítimo. Los apolonios comerciaban con las grandes ciudades griegas por un lado y con los ricos tracios por otro. Y puestos a hacer propaganda, en cuanto la ciudad creció un poquito la empezaron a llamar Apolonia Magna, tenía que quedar claro cuál era la Apolonia más importante en el mundo.
Cuando la ciudad pasó a formar parte del Imperio Bizantino fue rebautizada con el nombre de Sozopolis, Ciudad Salvada, porque coincidió con su conversión al cristianismo. Bajo bizantinos, búlgaros y luego otomanos la urbe mantuvo sus dos grandes actividades económicas, la construcción naval y el comercio. Lamentablemente no hay restos griegos, romanos y ni siquiera bizantinos o del viejo reino búlgaro. Tan sólo los cimientos de algunas iglesias medievales ortodoxas y los restos de las murallas meridionales de la misma época, agrupados en el Museo de la Torre y la Muralla Sur.
Apolonia fue fundada en una isla muy próxima a tierra firme, y siguió creciendo como Sozopolis aislada, pero el estrecho canal de mar que la separaba del continente fue colmatándose lentamente hasta formar un tómbolo. A finales del siglo XIX se emprendieron trabajos para convertirla definitivamente en una península. Para entonces la ciudad había perdido importancia en favor de su vecina Burgas.
Sozopol empezó a adquirir fama como centro turístico en los años setenta del pasado siglo. Afortunadamente el desarrollo de los complejos de apartamentos ha respetado la isla histórica y las dos mejores playas del entorno, Kavatsite y las Dunas. El casco antiguo conserva sus preciosas casas de madera con sus característicos voladizos, edificadas principalmente en los tiempos en que la ciudad perteneció a Rumelia Oriental (siglo XIX). No hay otra concentración mayor de estas casas en toda Bulgaria. Las galerías de arte y las tiendas de antigüedades contribuyen a hacer de todo el laberinto de calles el lugar preferido por todos los turistas de la zona. De todas formas, mejor recorrer el pueblo tranquilamente a primera hora de la mañana para percibir todo su encanto en solitario; al atardecer enormes masas de turistas llenan las calles para cenar en los restaurantes que ocupan las viajes casas de madera.
Desde Sozopol a la Frontera con Turquía
La costa más meridional del Mar Negro es la menos explotada turísticamente y la más verde y escarpada. Recuerda un poco a la costa norte española, y no es de extrañar porque, como curiosidad, la latitud de Varna corresponde exactamente a la de Santander en España. No hay pueblos ni ciudades interesantes pero el paisaje merece la pena.
La Reserva Natural de Ropotamo incluye el tramo final del río Ropotamo (en griego significa río fronterizo pues aquí se trazaba la frontera de los territorios helenos frente a los bárbaros), plagado de nenúfares, y con la mayor extensión de dunas de Bulgaria. El espacio da cobijo a multitud de aves y plantas entre los que se encuentran algunas especies autóctonas como el lirio de arena y la artemisia marítima. También es posible ver nutrias e incluso jabalíes. Resulta interesante recorrer el río en una de las embarcaciones turísticas. El paseo se puede combinar con un bañito en la playa de Arkutino, situada dentro del enclave natural.
Desde la playa de Arkutino y siguiendo la carretera de la costa se suceden paisajes parecidos de rocas y acantilados. Unos 45 km más al sur, ya próximos a la frontera con Turquía, nos encontramos la desembocadura del río Veleka. Después de la II Guerra Mundial, este territorio fue considerado por las autoridades comunistas como zona de acceso restringido, una especie de tierra de nadie. Esto explica porque Sinemorets fue el último pueblo de la costa búlgara en desarrollarse turísticamente. Allí, en la desembocadura del río Veleka, está la playa más bonita de la zona y una de las más fotografiadas de toda la costa del Mar Negro. Una lengua de arena separa el último meandro del río del mar abierto.
Unos 7 km más al sur de Sinemorets, y rodeada de acantilados rocosos y de un frondoso paisaje verde, se encuentra la fantástica playa de Silistar. Rezovo, el pequeño pueblo fronterizo con Turquía está a tan solo 5 km de aquí.
La Costa del Mar Negro al norte de Burgas
Nesebar y la Costa del Sol
El nombre de esta costa coincide con la de Málaga, y como la nuestra, recibe una gran afluencia de turistas en verano. Por ello la carretera entre Sozopol a Nesebar suele estar colapsada por el tráfico de la temporada alta. Los 70 km que las separan pueden llevar un par de horas si no se madruga lo suficiente. También se puede coger un ferry rápido que cubre en menos de una hora la distancia entre los dos puertos (alrededor de 25 EUR i/v por persona). Sin embargo, os recomiendo madrugar e ir en coche. De esa forma conoceréis la ciudad sin las muchedumbres de turistas que acuden desde toda la cercana Costa del Sol que acuden a realizar probablemente la única excursión cultural de su estancia.
Nesebar o Nesebûr: De las dos formas puede verse escrito. Las transcripciones del alfabeto cirílico al latino varían según se dé un valor u otro a un sonido vocálico que se encuentra entre ambas vocales y no existe en español
Nesebar es conocida como La Perla del Mar Negro por su belleza y patrimonio histórico. A primera vista tiene muchos parecidos con Sozopol. Una ciudad fundada por los griegos en una isla muy cercana a tierra firme, volcada en el comercio marítimo y la construcción naval y cuyo casco histórico ha permanecido más o menos intacto a lo largo de los siglos por sus características geográficas. Sin embargo, a diferencia de Sozopol, se han conservado algunas ruinas griegas y muchas de las iglesias ortodoxas construidas en época medieval, lo que le ha hecho merecer el título de Patrimonio de la Humanidad.
La ciudad fue fundada por los tracios con el nombre de Menebria pero pronto se convirtió en una colonia griega. Los megarenses eligieron este asentamiento para fundar la única colonia dórica en el Mar Negro. El caso es que el nombre tracio no les desagradó y tan sólo lo trastocaron un poquito para adaptarlo al griego. En adelante sería conocida como Mesembria. Por lo demás, estos griegos se dedicaron a competir con los de Apolonia por el comercio entre Tracia y Grecia.
En la Edad Media la ciudad cambio de manos varias veces entre los sucesivos Reinos Búlgaros y el Imperio Bizantino. Curiosamente el nombre seguía siendo el mismo, aunque la versión búlgara de Mesembria era Mesebar o Nesebar. Como quiera que los búlgaros fueron los que acabaron imponiéndose, este nombre es el que ha llegado hasta nuestros días. Durante esta época se edificaron un montón de iglesias, algunas de las cuales han llegado hasta nuestros días constituyendo el mayor atractivo de Nesebar.
Si las iglesias fueron construidas durante el periodo en que la ciudad pertenecía al Imperio Búlgaro o al Bizantino es a veces difícil de averiguar. Ambos eran cristianos ortodoxos y llegaron a construir más de 40 iglesias con la técnica del opus mixtum, que mezcla ladrillo y piedra. Prácticamente debían tocar a una iglesia por cada 5 familias, esa debe ser la razón de que fueran tan pequeñas comparadas con los patrones occidentales. Hoy quedan 10 de aquellas iglesias en diferentes estados de conservación, salpicadas entre las cuidadas calles y las preciosas casas que combinan una primera planta de piedra y una segunda de madera. Las 5 imprescindibles son:
- Iglesia del Cristo Pantocrátor: La mejor conservada y más espectacular de Nesebar. Edificada entre los siglos XIII y XIV con planta de cruz latina y una rica decoración exterior. El interior alberga un pequeño museo de los tiempos de los imperios bizantino y búlgaro.
- Iglesia de San Esteban (Sveti Stefan) o Nueva Iglesia Metropolitana: Fundada en el siglo XI y ampliada en el siglo XVI, su exterior es austero pero el interior es la gran joya de la ciudad. Los frescos de los siglos XVI a XVIII representan la vida de la Virgen. El iconostasio es del siglo XVI mientras el trono del obispo y el púlpito son tallas de madera del siglo XVIII.
- Iglesia de Santa Sofía o Antigua Iglesia Metropolitana: La iglesia más grande y antigua de Nesebar fue edificada entre los siglos V y VI justo en el centro de la ciudad. Lástima que hoy sólo podamos contemplar las evocadoras ruinas de lo que fue una antigua basílica de tres naves.
- Iglesia de San Pareskeva: Pequeña iglesia de una sola nave cuyo exterior recuerda al de Cristo Pantócrator. Alberga una galería privada.
- Iglesia de los Santos Arcángeles: Edificada entre los siglos XIII y XIV en un estilo muy similar al de Cristo Pantocrátor. La iglesia tiene una sola nave y planta de cruz griega con una cúpula. Sólo se conservan los muros exteriores y parte de la cúpula.
En 1453 la ciudad cayó en manos de los turcos y aunque esto supuso su declive económico, el nuevo Imperio respetó los antiguos monumentos. Los edificios de madera y las calles empedradas se levantaron en la época en que Nesebar perteneció a la Rumelia Oriental y la confieren un encanto especial. Una delicia recorrer sin prisas en una mañana soleada sus recoletas calles y el perímetro de la isla.
La oferta de alojamiento en la costa del Mar Negro es inmensa y la relación calidad-precio está entre las mejores de Europa. Sin embargo, la inmensa mayoría de los hoteles y apartamentos son bastante insulsos. Si preferís un alojamiento con más encanto os dejo tres sugerencias:
Hotel Diamanti: Morski skali, 8130 Sozopol (www.hoteldiamanti.com). Situado en el extremo de la antigua isla, con vistas al mar Negro y a la isla de Sveti Ivan. Cuenta con una bonita terraza al borde del mar. Alrededor de 70 EUR por día el apartamento con desayuno en temporada alta.
Villa Bizantium: Saint Marina, 8130 Sozopol. Este apartotel destaca entre los insulsos establecimientos de la costa. A medio camino entre el casco antiguo de Sozopol y la playa de las Dunas. Tiene una pequeña playa privada y piscina. Alrededor de 120 EUR por día el apartamento para 4 personas con desayuno incluido
The Beach House: Budjaka, 8130 Sozopol. Una casa moderna acristalada con enormes terrazas con vistas al mar al pie de la playa de Kavatsi. Cuenta con 4 habitaciones con baño y un gran salón comedor en la planta baja. Se alquila completa. En la urbanización hay también piscina. Ideal para un grupo. Alrededor de 150 EUR por día (obligatorio reservar un mínimo de 3-4 días).
Los sitios de turismo masivo no suelen ser los mejores para probar la cocina tradicional de un país y la costa del Mar Negro de Bulgaria no es una excepción. Teniendo en cuenta esto, dos restaurantes que merece la pena probar en el casco antiguo de Sozopol son:
The Windmill: Morski Skali Street 27, 8130 Sozopol. Tf: +359 887270022. Una casa tradicional caracterizada por el molino de madera que se alza sobre el patio. Bonitas vistas al mar. Cocina tradicional y mediterránea. Alrededor de 15 EUR por persona con bebidas.
Mehana Sozopol: Ulitsa Apolonia 48, 8130 Sozopol. TF: +359 878150055. El restaurante ocupa dos casas tradicionales de madera justo en el centro de la antigua isla. El mejor sitio para degustar la cocina tradicional búlgara en Sozopol. Alrededor de 15 EUR por persona con bebidas.
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