Veliko Tarnovo fue fundado para ser la gloriosa capital del Segundo Reino Búlgaro y ha conservado ese aire de leyenda para los nacionalistas. No fue casualidad que este fuera el lugar elegido en 1908 para proclamar la independencia de la Bulgaria moderna por el zar Ferdinand I. El emplazamiento de la ciudad sobre los meandros del río Yantra es espectacular. Las características casas con balcones de estilo resurgimiento se asoman a las paredes verticales que se alzan sobre los meandros. En el extremo este se encuentra la impresionante Fortaleza de Tsarevets, el lugar en el que residieron los reyes medievales búlgaros.
Los turcos fundaron Arbanasi, en las montañas que rodean Veliko por el norte, con el fin de proteger el puerto de las actividades de los bandoleros. El pueblo es hoy famoso por sus iglesias ortodoxas decoradas con magníficos frescos y por sus viviendas fortificadas, ejemplo de una arquitectura que mezcla características turcas y búlgaras.
La puerta de entrada más frecuente a Bulgaria es el Aeropuerto Internacional de Sofía. Cuatro compañías conectan varias ciudades españolas con Sofía: Iberia (Madrid), Bulgaria Air (Alicante, Barcelona, Bilbao, Madrid, Málaga, Santiago de Compostela, Tenerife Norte), Ryanair (Barcelona, Madrid) y Wizz Air (Alicante, Barcelona, Madrid, Málaga, Valencia).
Lo mejor es alquilar un coche en el aeropuerto para viajar por el país. Los 222 km que hay entre Sofía y Veliko Tarnovo se tardan en recorrer poco más de 2 horas y media. Hay que asegurarse en la compañía de alquiler que el coche tiene la pegatina identificativa certificando haber pagado el impuesto de circulación. Si no es así, la viñeta se puede adquirir en las gasolineras (la tarifa para una semana es de alrededor de 8 EUR y para un mes ronda los 15 EUR).
La otra posibilidad para llegar a Veliko es utilizar el Aeropuerto Internacional de Bucarest-Henri Coandă e incluir en el viaje destinos en Rumanía y Bulgaria. La ventaja es que generalmente los vuelos son un poco más baratos. Varias compañías aéreas (Air Europa, BlueAir, Iberia, Ryanair, TAROM y WizzAir) vuelan a distintas ciudades españolas (Alicante, Barcelona, Madrid, Málaga y Valencia). Bucarest está, además, un poco más cerca de Veliko que Sofía aunque hay que tener en cuenta que las carreteras por esta ruta son algo peores y se suele tardar en pasar la frontera. Las compañías de alquiler de coches en Bucarest suelen cobrar una cantidad para poder pasar la frontera.
El Origen de los Búlgaros. Primer Reino Búlgaro
Los límites de la actual Bulgaria corresponden con los de la antigua Tracia. Los romanos la conquistaron en el siglo II aC convirtiéndola en una próspera provincia. Tras la caída del Imperio Romano se sucedieron las invasiones pero a principios del siglo VII la calma había vuelto. El Imperio Bizantino había restaurado el viejo orden romano. La élite bizantina dominaba un territorio con población mayoritariamente eslava aunque mezclada con los viejos tracios. Faltaba por llegar un actor principal: los búlgaros.
Alrededor del año 670 los búlgaros liderados por el Kan Asparuh cruzaron el Danubio y se asentaron en los Balcanes. ¿Quiénes eran?. Tribus de linaje turco procedentes de Asia Central. Eran un pueblo ganadero y guerrero, de costumbres nómadas que a lo largo de los siglos habían emprendido una marcha hacia el oeste hasta acabar llegando a los Balcanes. Y allí les dio la gana de quedarse para siempre. Se calcula que alrededor de 20.000 búlgaros cruzaron el Danubio por aquellos años. Los suficientes, dadas sus belicosas costumbres, para imponerse a la población eminentemente rural. Fijaron su capital en Pliska, muy cerca de la actual Shumen, y fundaron el Primer Reino Búlgaro en el 681. En los años siguientes demostraron su buena organización imponiéndose al Imperio Bizantino que por aquellos años estaba en franca decadencia.
Los sucesores de Asparuh, en especial el Kan Krum (803-814) ampliaron las fronteras hacia el sur a expensas de Bizancio. Pero lo más increíble fue la fusión que se produjo entre los diferentes pueblos que ahora vivían en el territorio: tracios, eslavos y búlgaros. Todos aportaron algo en esa unión. Los tracios las viejas tradiciones del lugar. Los eslavos el idioma. Finalmente, los búlgaros conservaron el poder y dieron nombre a la nueva nación.
El proceso culminó con la conversión al cristianismo del Kan Boris en 865. Y ya que había adoptado la fe cristiana se decidió a difundirla al resto de los pueblos eslavos. Para ello llamo a los monjes Clemente y Naum, discípulos de Cirilo y Metodio que ya habían empezado a divulgar los Evangelios en el territorio de Moravia. Clemente y Naum tradujeron los Evangelios al eslavo desarrollando un nuevo alfabeto basado en el griego que lograra dar grafía a todos los nuevos fonemas eslavos. Lo denominaron cirílico en honor a su mentor. El nuevo sistema de escritura tuvo un éxito inmediato y Bulgaria se convirtió en un importante centro de copia de manuscritos y en el nuevo corazón espiritual e intelectual de los Balcanes.
El Primer Reino Búlgaro alcanzó su apogeo durante el reinado del zar Simeón (893-927). Las fronteras se ampliaron hasta el Mar Negro y el Mar Egeo. Pero llegaron los problemas. Por un lado, los vecinos empezaron a presionar. El Imperio Bizantino en el sur había ganado nuevamente cohesión y poder y en el norte se estaba creando una nueva potencia llamada Rusia. Por otro lado, una corriente herética conocida como los bogomilos debilitó a la sociedad búlgara.
Los bogomilos (“queridos de Dios”) negaban la validez de las ceremonias y sacramentos cristianos, el origen divino de Cristo y la Trinidad. Creían en una concepción dualista del mundo y predicaban el ascetismo. Su credo se expandió rápidamente por los balcanes e influyeron para la propagación de la herejía cátara en Occidente que mantenía principios muy similares.
El reino búlgaro se fragmentó a finales del siglo X y su territorio fue progresivamente absorbido por el Imperio Bizantino. El último reducto de los búlgaros que sobrevivió en la actual Macedonia fue conquistado por el emperador Basilio el Bulgaróctono en 1014. Era el fin. Bulgaria volvía a ser una provincia del Bizancio.
En la Biblioteca Nacional de Madrid se conserva la mayor fuente de información sobre este periodo de la historia de Bulgaria y del Imperio Bizantino, el Códice de Skylitzes. Un manuscrito iluminado escrito en griego por Juan Skylitzes que describe toda la historia del Primer Reino Búlgaro desde la perspectiva, eso sí, de Bizancio.
El Segundo Reino Búlgaro
El nuevo dueño y señor trajo paz y prosperidad al territorio pero las cosas ya no eran lo mismo. Las altas cargas tributarias y la sustitución del clero de habla eslava por sacerdotes griegos promovieron un movimiento de descontento que fue aprovechado por la nobleza local conocida como boyars. Fue así como surgió un movimiento de independencia que acabo con la proclamación del Segundo Reino Búlgaro. En 1187 Ivan Asen fue coronado zar y Veliko Tarnovo se convirtió en la nueva capital del reino. La recuperación del antiguo territorio fue facilitada por un aliado circunstancial. En 1202-1204 la Cuarta Cruzada “equivocó” su objetivo y en vez de ir a luchar contra los sarracenos (enemigo poderoso y no muy rico) decidieron hacer la guerra al Imperio Bizantino (un enemigo -eran cristianos pero no del mismo tipo- mucho más débil y bastante más rico). Bizancio cayó en manos cruzadas en 1204 y fue convenientemente saqueada. Así fue fácil para los búlgaros recuperar el territorio perdido.
El ambiente en Bulgaria era de júbilo, especialmente en la nueva capital. En Veliko Tarnovo se construyó una fortaleza enorme, a la altura de la grandeza del reino. Sin embargo, las cosas iban a ser más difíciles para el Segundo Reino Búlgaro. En los 200 años que duro el nuevo reino surgieron enemigos muy poderosos. Primero el propio Imperio Bizantino que volvió a resurgir de sus cenizas y empezó a recuperar territorios. Después una tribu de origen mongol, los tártaros, emigro a Europa y se asentó al norte del Mar Negro, fundamentalmente en la península de Crimea. Desde allí empezó a hostigar a los búlgaros por el norte. Por último, entraron en escena los serbios que no sólo arrebataron la primacía cultural y religiosa eslava a los búlgaros sino que les presionaron por el este y les arrebataron los territorios de la actual Macedonia. Para resistir los búlgaros tuvieron que andar haciendo pactos con unos y con otros y aún así su reino se redujo progresivamente.
Decadencia del Reino y Conquista por el Imperio Otomano
Otro factor contribuyó a la decadencia búlgara. Una doctrina ascética conocida como hesicasmo alcanzó tal popularidad en Bulgaria que diezmó la población útil para la guerra.
El hesicasmo era o es una doctrina difundida entre los monjes cristianos orientales a partir del siglo VI con los llamados Padres del Desierto. Entre los siglos XII y XIV los monjes del Monte Athos se dedicaron a pulir la doctrina y a difundirla. El objetivo era la búsqueda de la paz interior en unión mística con Dios y en armonía con la creación. Sus tres características básicas eran la soledad, el silencio y la quietud. Así que lo lógico era largarse al campo, construirse una ermita en una roca y esperar a ver pasar el tiempo. La doctrina no ha pasado de moda, sigue practicándose, al menos en el Monte Athos.
Curiosamente, no fueron los bizantinos, ni los tártaros ni los serbios los que acabaron con el Segundo Reino Búlgaro. Fueron los otomanos, que habían estado ganando poder en Anatolia y que finalmente establecieron bases en Europa a mediados del siglo XIV. En los años siguientes, el ejército turco conquistó toda Bulgaria. En 1393 el sultán Bayezid saqueó Veliko Tarnovo, asesinó al zar Ivan Shishman y acabó con el Segundo Reino Búlgaro. El Imperio Otomano se convirtió en dueño y señor de Bulgaria. No deja de tener gracia que un pueblo del mismo origen étnico que los búlgaros fuera el que acabara con su reino y los sometiera durante tantos siglos.
En el siguiente mapa interactivo podrás localizar con exactitud todos los lugares de los que se habla en el artículo:
Los fuegos artificiales iluminan la fortaleza de Tsarevets en las noches de verano. La atmósfera es entonces mágica. Bajo la luz parpadeante las murallas adquieren un aspecto imponente. La puerta principal de la fortaleza, iluminada con luces de colores, parece abrirse para dar paso a la comitiva del zar de Bulgaria. Ese es el objetivo del espectáculo de luz y sonido, recordar que estamos ante la sagrada capital medieval de Bulgaria.
La denominación de «zar» que realizan las monarquías Búlgara o Rusa, tiene su origen en la palabra latina «César»
La Fortaleza de Tsarevets y el Barrio de Asenova
El río Yantra traza un amplio meandro al este de la ciudad diseñando una península con una gran colina que parece creada a propósito para albergar una fortaleza. Los zares búlgaros, además, protegieron con una enorme muralla el que había de ser el centro de su nuevo Reino. En el interior levantaron la gran fortaleza real con todas sus dependencias. Los turcos y el tiempo dejaron todo el complejo palaciego en ruinas. A pesar de ello, los restos dejan entrever la grandiosidad del conjunto, especialmente en el Palacio Real y en la reconstruida Iglesia del Patriarcado que ocupa la cima de la colina. El que no tenga vértigo se puede asomar a la roca de las ejecuciones, en el extremo septentrional, casi una torre natural.
El Barrio de Asenova se extiende por debajo de Tsarevets, a ambas orillas del río Yantra. La Puerta Asenova, protegida por una enorme torre medieval, conduce directamente al barrio. El lugar estuvo habitado durante siglos por artesanos y clérigos y conserva las mejores iglesias medievales de la ciudad. Un terremoto en 1913 causo graves daños y provocó su abandono. En los últimos años la población ha vuelto al barrio, que todavía guarda una atmosfera particular. El hecho de estar oculto tras un meandro del río le da un carácter especial, casi rural, con sus pequeñas casas de tejados rojos pegadas a las riberas.
La Iglesia de los Cuarenta Mártires está muy asociada a los zares del Segundo Reino. Fue construida para celebrar la victoria del zar Ivan Asen II sobre los bizantinos. La joya en su interior es un iconostasio de mármol. En los pilares que soportan la cubierta hay inscripciones realizadas por algunos de los zares de aquellos siglos. La Iglesia de San Demetrio, en la parte alta de la ribera opuesta, es uno de los mejores ejemplos de arquitectura religiosa románica ortodoxa combinando en su constricción el ladrillo con la piedra. La coqueta Iglesia de San Pedro y San Pablo es la más pequeña de las tres pero es la más famosa porque tiene frescos del siglo XIV y porque aquí fue donde los turcos masacraron a toda la nobleza búlgara tras la conquista de Veliko Tarnovo en 1393.
El Casco Antiguo y los Meandros del río Yantra
El casco antiguo de Veliko también guarda sorpresas. Las típicas casas con balcones de madera se asoman a los precipicios sobre los meandros del río Yantra componiendo la imagen más característica de la ciudad. Sus calles están llenas de tabernas típicas donde se pueden disfrutar los mejores platos de la gastronomía búlgara a un precio imbatible en la Unión Europea. Entre las casas típicas de finales del siglo XIX destacan la de Sarafkina, cuya visita merece la pena para hacerse una idea de lo que era una vivienda señorial búlgara del resurgimiento, y la del Monito, que recibe el nombre por la curiosa estatua que adorna la fachada.
En la parte alta del casco antiguo, en el barrio de Varusha, está la Samovodska Charshuya. Un auténtico bazar turco con sus estrechas calles de piedra repletas de comercios. El mayor legado que dejo el Imperio Otomano en la ciudad.
Desde casi todos los balcones del casco viejo se observa al otro lado del río el Monumento Asenevski, una escultura de gusto más bien dudoso erigida en 1985 para conmemorar el 800 aniversario de la fundación del Segundo Reino Búlgaro.
Arbanasi
El pequeño pueblo de Arbanasi es conocido por sus iglesias ortodoxas y sus viviendas fortificadas. Situado en un alto, a escasos 6 kilómetros de Veliko Tarnovo, fue fundado durante el Imperio Turco con el fin de proteger el puerto de las actividades de los bandoleros. Los primeros pobladores fueron al parecer cristianos albaneses que gozaron de una cierta autonomía y se dedicaron principalmente a la exportación de cuero. Las exportaciones alcanzaron fama internacional y con ellas el nivel económico aumento hasta llegar a ser poblado por ricos mercaderes.
Las iglesias ortodoxas albergan la más importante obra pictórica de Bulgaria. La Iglesia de la Natividad es la más espectacular. Los muros y techo de la iglesia están decorados íntegramente con fantásticos y coloridos frescos del siglo XVI con escenas de la Biblia. Tampoco hay que perderse la Iglesia de los Arcángeles Miguel y Gabriel cuyos frescos son posteriores, del siglo XVII y XVIII, pero también llenan completamente los ábsides y bóveda.
El otro gran atractivo de Arbanasi son sus viviendas fortificadas con el piso inferior de piedra y el superior, donde estaba la residencia, construido en madera. La Casa Konstantsliev, convertida en museo etnológico, permite hacerse una idea de cómo era una vivienda otomana del siglo XVII. Otras casas han sido reformadas para albergar a reputados restaurantes y hoteles. Difícil elección entre volver a la más bulliciosa Veliko o dejarse subyugar por la paz que se respira en Arbanasi.
Veliko es una de las localidades más visitadas de Bulgaria. Tiene una buena infraestructura turística y, como el resto del país, posiblemente la mejor relación calidad-precio de la Unión Europea. Es posible encontrar una buena habitación o apartamento desde 25 EUR. Si preferís la comodidad de un hotel, algunas buenas opciones son:
Hotel Studio: Todor Lefterov 4, 5000 Veliko Tarnovo. Tf: +359 62604010 (www.studiohotel-vt.com). Magníficamente situado entre la Fortaleza de Tsarevets y el centro histórico. Desde la terraza, convertida en un chill-out, se disfrutan las mejores vistas de la fortaleza. El hotel está recientemente renovado y tiene habitaciones espaciosas y muy acogedoras. Quizás la mejor opción en la ciudad. Alrededor de 50 EUR la habitación doble con alojamiento y desayuno en temporada alta.
Gurko Hotel: Gurko 33, 5000 Veliko Tarnovo. Tf: +359 62627838 (www.hotel-gurko.com). El hotel ocupa una casa tradicional en el centro del casco antiguo. Habitaciones sencillas con vistas a los meandros del río Yantra. Alrededor de 55 EUR la habitación doble con alojamiento y desayuno en temporada alta.
Arbanashki Han Hotelcomplex: Georgi Kandilarov 8-10, 5029 Arbanasi. Tf: +359 62650064 (www.arbanashkihan.com). Disfrutar de la tranquilidad del pueblo de Arbanasi también puede ser una magnífica elección para conocer la zona de Veliko. El hotel ocupa una casa de campo tradicional con un precioso jardín. Tiene grandes habitaciones con decoración rústica y un moderno spa. Las comidas se sirven en una taberna rústica deliciosa. Alrededor de 55 EUR la habitación doble con alojamiento y desayuno en temporada alta.
Los Sabores de la Cocina Búlgara
La cocina búlgara tiene muchos parecidos con la griega y la turca, aunque se suele emplear más el aceite de girasol que el de oliva y se utilizan más verduras y frutas. Hay también platos semejantes a los de la cocina del resto de los países eslavos de los Balcanes.
El yogur es el producto nacional. Les fastidia mucho que los griegos y turcos se hayan apropiado del producto porque según ellos el yogur genuino es el búlgaro.
El sirene es el queso nacional, muy parecido al feta griego. Las verduras de las llanuras de Bulgaria tienen fama internacional, con ellas elaboran los guisos conocidos con el nombre genérico de gyuvetch. Los embutidos se suelen ofrecer como aperitivos, mezes, y suelen incluir salami, jamón curado, sarmi o un queso fuerte de color amarillo intenso llamado kaskaval.
Los 10 platos que bajo ningún concepto hay que perderse en la estancia en el país son:
Tarator: Una sopa que se elabora con yogur, pepinos, eneldo, aceite de girasol, ajo y nueves. Se sirve fría y resulta muy refrescante. Se considera el palto nacional. Ensalada Shopska: Combina tomate, pepino, pimiento, cebolla y queso fresco (sirene). Es quizá el plato más conocido internacionalmente porque suele servirse en casi todas las comidas. Kyopolou: Berenjena, pimiento y tomate aliñados con ajo, perejil y vinagre de vino tinto. Kebapche: El bocata típico búlgaro está hecho con una pieza alargada de carne picada a la parrilla con queso rallado por encima de aproximadamente el mismo tamaño que un perrito caliente. La carne suele ser de cerdo. Muy parecido a los cevapcici del resto de los Balcanes. Ideal para acompañar una cerveza. Kavarma: Carne de ternera, cordero, cerdo o pollo guisada con cebolla y vino tinto. Kyufteta: Albóndigas con especias asadas, fritas o a la brasa. Musaka: La versión búlgara lleva patatas, huevos y carne de cerdo picada. Suele cubrirse con yogur en su parte superior. Pimientos dulces rellenos con diversos ingredientes como arroz, queso, huevo o carne. Se hornean o fríen. Banitsa: Pastel salado de hojaldre relleno de queso. También puede hacerse con manzana y nueves en su versión dulce o con verduras y carne en otras versiones saladas. Suele ponerse para desayuno o postre en todo el país. Baklava: Muy semejante a los de Turquía y países árabes. Hojaldre relleno con nueves y especias empapado en sirope.Los vinos de Bulgaria tienen fama de ser especialmente aromáticos. Los tintos más famosos son los de Melnik y Plovdiv. La rakia es el aguardiente típico de todos los países balcánicos, obtenido a partir de la destilación de varios tipos de frutas.
Restaurantes
Veliko es uno de los mejores lugares de Bulgaria para probar los excelentes platos de su cocina tanto por la gran oferta de restaurantes como por su magnífica relación calidad-precio. Dos buenas opciones son:
Hadji Nikoli Inn Restaurant: Georgi Sava Rakovski 19, 5000 Veliko Tarnovo. TF: +359 879066455 (www2.hanhadjinikoli.com). Esta taberna fundada en 1858 en el corazón del casco antiguo de Veliko es un lugar imprescindible en la ciudad. En sus salones clásicos o en el encantador patio se sirven los mejores platos de la cocina búlgara. Alrededor de 15 EUR/persona con un primero compartido, segundo, postre y bebidas.
Shtastliveca Old Town: Stefan Stambolov 79, 5000 Veliko Tarnovo. TF: +359 62600656 (www.shtastliveca.com). Esta pequeña cadena de restaurantes tiene sucursales en las principales ciudades búlgaras y es una de las mejores elecciones para probar las especialidades del país. El restaurante de Veliko está situado en el casco antiguo. Tiene un comedor interior en un salón con una decoración moderna y otro en el exterior en una terraza con vistas a los meandros del río Yantra. Alrededor de 15 EUR/persona con un primero compartido, segundo, postre y bebidas.
Monasterios Rupestres de Ivanovo
Veliko está a sólo dos horas y media de Varna y las fabulosas playas del Mar Negro. Así que resulta fácil combinar el descubrimiento de la capital medieval de Bulgaria con unos días de relax en sus playas.
En cualquier caso, uno no debería dejar Veliko sin acercarse a conocer uno de los lugares más representativos de la historia de Bulgaria. Uno de los pocos sitios del país que ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO: los Monasterios Rupestres de Ivanovo.
En la Bulgaria del siglo XIV se produjo una curiosa migración. Miles de personas siguiendo la corriente ascética del hesicasmo (ver el apartado “un poco de historia”) abandonaron sus hogares en busca de lugares aislados para orar y fomentar su relación con Dios y la naturaleza. Muchos de ellos encontraron el lugar ideal en las cuevas naturales formadas en el desfiladero del Rusenski Lom.
El valle se encuentra a poco más de una hora al norte de Veliko. El río forma un cañón de una gran riqueza ecológica. Las iglesias rupestres forman parte de ese Parque Natural. La primera comunidad monacal fue fundada por Joaquín, futuro Patriarca de Bulgaria en 1320. Llegaron a construirse hasta cuarenta iglesias, fomentadas por las donaciones que realizaban el rey y la nobleza. El complejo monacal debe su actual fama a los extraordinarios frescos, considerados el mejor ejemplo de arte medieval búlgaro. Las pinturas se han conservado en cinco de las iglesias pero algunas son muy difíciles de visitar. La más espectacular, por su balcón colgado sobre el precipicio y por sus frescos bien conservados, es la Iglesia de la Santa Madre de Dios. Un poco más al norte, en Basarvobo, se puede visitar el único monasterio rupestre que permanece activo en Bulgaria: El Monasterio de Sv Dimitûr Basarbovsky.
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«Bulgaria: Un Viaje a la Tierra de los Tracios»