Drottningholm: La Isla de la Reina

Una isla para una reina. Eso significa Drottningholm. Y el lugar siempre ha hecho honor a su nombre. Fue el regalo de un rey a su consorte. Luego, otra reina lo concibió como el Versalles del norte de Europa. Y, por fin, una tercera hizo redecorar el Palacio en estilo rococó y le añadió sus dependencias más originales.

Aún hoy, las reinas siguen siendo las protagonistas. La Reina Silvia, a la que el grupo ABBA dedicó su Dancing Queen, fue la máxima impulsora para volver a convertir el Palacio en la residencia oficial de la monarquía y ella es quién ha protagonizado la reciente polémica sobre los fantasmas que habitan en Drottningholm. Cosas de reinas.

El Palacio de Drottningholm es el mejor ejemplo de arquitectura palaciega barroca del norte de Europa. Su posición a la orilla del lago Mälaren ayuda a convertirlo en uno de los lugares más especiales de Suecia. En 1991 fue declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad.

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Una Historia de Reinas

Tres esposas extranjeras para tres reyes suecos.

Tres reinas que fueron las motivadoras e impulsoras de este Real Sitio. En el siglo XVI, destaca la figura de Catalina Jagellón, hija del rey de Polonia, y casada con Juan III. En el siglo XVII, fue la alemana Eduvigis de Leonor, hija del Duque de Holstein-Gottorp y esposa de Carlos X, quien influyó en su desarrollo. Finalmente en el siglo XVIII, fue la prusiana Luisa Ulrika, hija del rey de Prusia y esposa del rey Adolfo Federico; cuyo hijo, Gustavo III de Suecia, aportó grandes obras y recursos a Drottningholm.

1/ Catalina Jagellón

La historia del Palacio comienza en 1580, cuando el rey Juan III decidió regalarle una pequeña casa de campo a su esposa Catalina Jagellón. Él fue quién le dio el nombre de Drottningholm en honor de la reina. En realidad, el Palacio es sólo una pequeña parte de la Isla de Löbon, pero el nombre quedo para siempre.

Eduvigis Leonor de Suecia

2/ Eduvigis Leonor

En 1661 la pequeña residencia real fue completamente destruida por un incendio. Suecia era entonces la mayor potencia del Báltico. Eduvigis Leonor, esposa del todopoderoso Carlos X, decidió su reconstrucción a imagen del Palacio que Luis XIV se estaba construyendo en Versalles. La corte sueca no podía ser menos que la francesa.

Las obras fueron comenzadas por el arquitecto Nicodemus Tessin el Viejo y finalizadas por su hijo, Nicodemus Tessin el Joven, ya a principios del siglo XVIII, siempre siguiendo el estilo barroco. Ellos fueron también responsables del diseño de los jardines, muy del gusto francés de la época.

3/ Luisa Ulrica y su hijo Gustavo III

Luisa Ulrica de Prusia

En 1744 el Palacio fue de nuevo obsequiado a otra reina, Luisa Ulrica, como regalo de bodas. Luisa gastó una fortuna en redecorar completamente el interior del Palacio en estilo rococó, remodeló el Teatro e hizo construir el Pabellón Chino en el mismo estilo. Los despilfarros de la reina le costaron a su esposo, el rey Adolfo Federico, un claro descenso de su popularidad.

El rey Gustavo III fue el último monarca, el único varón, en hacer reformas importantes en el Palacio de Drottningholm. Añadió el Jardín Inglés, conformado por un gran estanque central rodeado por un frondoso bosque, y revitalizó los espectáculos en el Teatro. De hecho, tras el asesinato del rey en 1792 durante un baile de máscaras en la Opera de Estocolmo, el teatro fue cerrado y olvidado. Por cierto, que la ópera de Verdi “Un baile de máscaras” está basada en el asesinato del rey Gustavo III.

Drottningholm sufrió durante el siglo XIX un progresivo deterioro. A principios del siglo XX se emprendió su restauración y desde 1981 es residencia oficial de la familia real.

Un Día en el Palacio de Drottningholm

El Viaje de Estocolmo al Palacio de Drottningholm por el Lago Mälarem

Drottningholm no está lejos de Estocolmo. Poco más de 12 km separan el Palacio del centro de Estocolmo. Se puede acceder fácilmente combinando metro y autobús. La gracia está, sin embargo, en hacer el viaje en barco.

Los barcos parten del muelle de Klara Mälarstrand, entre el Ayuntamiento y la Estación Central. Dos embarcaciones de vapor de principios del siglo XX cubren el trayecto de menos de una hora. Los simpáticos “vaporettos” permiten contemplar desde la cubierta el paisaje de los alrededores del lago durante la travesía e incluso, para los que se quieran dar el lujo, comer en el restaurante que han acondicionado bajo cubierta. Consultar horarios en la página web de Stromma (https://www.stromma.com/es-se/stockholm/excursiones/escapadas-de-un-dia/barco-al-palacio-de-drottningholm/)

El lago Mälarem era la razón de ser de Estocolmo. La ciudad se construyó para defender el paso desde el Mar Báltico al lago. Navegar por el inmenso lago, lleno de recovecos e islas, es imprescindible para entender la historia de la capital báltica.

Nada más empezar la travesía se disfruta de unas estupendas vistas sobre el Ayuntamiento y de la Isla de los Caballeros. Luego, poco a poco, se van dejando atrás los barrios periféricos del oeste de Estocolmo. Las casas junto al lago revelan el nivel de vida sueco. Si el día es soleado, las pequeñas ensenadas de la costa estarán llenas de gente tomando el sol.

Más tarde la vegetación va ganando terreno. Bosques de abetos sobre enormes rocas de granito. Todo el paisaje aparece salpicado de pequeñas casas de madera de colores que los habitantes de Estocolmo utilizan como segundas residencias.

El barco va rodeando las islas hasta divisar la gran isla de Lövon. Sólo queda entonces virar hacia el norte para buscar la residencia real. El Palacio va dibujándose lentamente en el horizonte. A medida que el barco se acerca al embarcadero real la larga silueta del Palacio reflejándose en el lago parece cobrar vida. Al atracar un corto paseo ajardinado con estatuas conduce al recinto palaciego. Estamos en Drottningholm.

El Mejor Palacio Barroco del Norte de Europa

El Palacio de Drottningholm fue construido entre finales del siglo XVII y principios del XVIII, la época de mayor expansión del Imperio Sueco. Los reyes del país que dominaba el Báltico querían su Versalles junto al sagrado lago Mälarem y vaciaron sus arcas para conseguirlo. La arquitectura barroca del Palacio y sus dependencias son consideradas el ejemplo más espléndido de residencia real de la Europa septentrional por lo que desde 1991 están incluidos en la lista de la UNESCO de Patrimonio de la Humanidad.

Tras desembarcar en la isla, basta caminar hasta la plaza con los edificios auxiliares del palacio para sorprenderse con las dimensiones. A un lado los jardines franceses, perfectamente ordenados para construir perspectivas y relajarse entre sus parterres y fuentes. Al otro los jardines ingleses, tratando de imitar un paisaje natural idílico: aparentemente desordenados, pero siguiendo un patrón bien delimitado que incluye una laguna con su bosque alrededor y un gran prado diáfano para poder admirar el conjunto. En pocos lugares pueden apreciarse tan nítidamente las diferencias entre ambos tipos de jardines. Rodeando a ambos, un frondoso bosque con algunas sorpresas.

Palacio Real: Exterior Barroco, Interior Rococó

La elegante y sencilla construcción barroca de los Nicodemus Tessin, padre e hijo, contrasta con las sobrecargadas dependencias del interior, reformadas en estilo rococó. La escalera central, la biblioteca y el suntuoso dormitorio de la reina Eleonora, utilizado como sala de audiencia, son los lugares más impresionantes de entre la parte visitable del Palacio. Una buena parte es reservada para la familia real que ha convertido Drottningholm en su residencia habitual  Las visitas son siempre guiadas y duran alrededor de 45 mn (www.kungligaslotten.se/english/royal-palaces-and-sites/drottningholm-palace.html).

Los Jardines y el Pabellón Chino

Los elegantes jardines franceses, trazados con escuadra y cartabón, regalan constantemente preciosas perspectivas del Palacio. Las fuentes y la vegetación contrastan con la alargada silueta del Palacio, pintado de amarillo y con techos de cobre.

Las estatuas de bronce de la zona más cercana al Palacio fueron realizadas por el escultor Adrien de Vries, aunque para una ubicación bien diferente. En realidad, formaron parte del botín de guerra del ejercito sueco tras sus conquistas en Praga y Frederiksborg . Las que vemos son copias; los originales se guardan en el museo, quizás por el temor a que Chequia o Dinamarca soliciten su devolución.

Más allá de los rectilíneos jardines barrocos se extiende un agradable bosque. En el sendero que conduce al Pabellón Chino nos tropezamos con una curiosa Tienda de Guardianes. Un poco más allá, en un pequeño pabellón levantado sobre unas falsas ruinas del gusto romántico, es posible tomarse un temtempié o un café y descansar lejos del bullicio.

El Pabellón Chino fue otra de las excentricidades de la reina Luisa Ulrika. En casi todas las cortes europeas se había puesto de moda el arte del extremo oriente. En los palacios se construían salones de estilo oriental. Ella quiso ir un poco más lejos y construir todo un Pabellón en ese estilo. Una maravilla del arte rococó.

Para la vuelta hacia el Palacio es mejor escoger los jardines ingleses. En el siglo XVIII la moda había cambiado. Los jardines franceses eran demasiado artificiales. La cuestión era reproducir una naturaleza ideal. A eso se dedicó el rey Gustavo III, hijo de Luisa Ulrica. Él fue el último rey que intervino significativamente en Drottningholm.

Teatro de Drottningholm

Giuseppe Verdi compuso su ópera “Un Baile de Máscaras” basándose en el asesinato del rey sueco Gustavo III mientras asistía a una representación. El rey había sido el gran impulsor del Teatro de Drottningholm construido por su madre, la reina Luisa Ulrica. Tras su muerte el Teatro dejo de funcionar y se convirtió en el trastero del Palacio hasta que las obras de remodelación, ya en el siglo XX, volvieron a sacarle a la luz.

El pequeño Teatro de Drottningholm es una joya de la arquitectura barroca. La sala habilitada para 400 espectadores se conserva igual que cuando fue creada a mediados del siglo XVIII, incluyendo, y esto es lo más importante, toda la maquinaria del escenario. Hasta cuatro escenarios podían montarse simultáneamente gracias a un complejo engranaje de grúas y railes. Descubrir la tramoya entre bastidores es lo más sorprendente de la visita.

En el verano el Teatro es sede de un afamado y exclusivo Festival de Ópera. La tarea de conseguir entradas para un espectáculo es prácticamente imposible.

El Teatro es la mejor forma de terminar la visita a Drottningholm. La visita no puede prolongarse hasta el atardecer porque el último barco a Estocolmo sale a las 17 horas y las dependencias palaciegas cierran; no hay que olvidar que es la principal residencia real.