Conques es un pueblecito con un encanto increíble. Sus casas tradicionales de piedra, entramados de madera y tejados de pizarra, se acumulan en torno a la antigua abadía medieval. El conjunto está impecablemente conservado y mantenido, y conforma uno de los pueblos de la red “Les Plus Beaux Villages de France” que más visitantes recibe a pesar de su aislamiento.
La iglesia de la antigua abadía benedictina es su tesoro arquitectónico más valioso. Los monjes escogieron un lugar recóndito en el fondo de un valle apartado del curso alto de los afluentes del Garona, rodeado de frondosos bosques. A partir del siglo XI se convirtió en un centro de peregrinación por las reliquias milagrosas de Santa Fe (Sainte Foy), mártir cristiana del siglo IV, natural de la ciudad de Agen (cerca de Toulouse), donde fue condenada.
Conques y el Camino de Santiago
Estos y otros tesoros religiosos y la fama de sus milagros convirtieron a la Abadía de Conques en meta ineludible de peregrinos. Equidistante de Le Puy-en-Velay y Moissac, ambas importantes localidades por las que trascurría el Camino de Santiago, se convirtió también en una etapa del Camino de Santitago para aquellos que venían de numerosos puntos del Este de Francia y de Centroeuropa.
La iglesia de la antigua Abadía es una joya del románico compostelano, de altas naves (alcanza los 22 metros de altura) y un tímpano esculpido con el Juicio Final que aun conserva parte de su policromía. Es uno de los ejemplos de escultura románica mejor conservados y valiosos de Francia.
La Abadía de Conques fue fundada en el año 819, el mismo año del descubrimiento de los restos del Apóstol Santiago.
Por carretera desde España son 339 km a La Junquera (3h45). Y estas son las distancias a otros puntos de interés en Occitania de los cuáles tengo artículos publicados en este blog:
Rocamadour : 96 km – 1h38′ Belcastel : 39 km – 47′ Najac : 80 km – 1h25′ Cordes-sur-Ciel: 108 km – 1h50′ Albi : 111 km – 1h35′ Carcasona: 275 km – 3h05′Visita de Conques
Escudo de Conques
El propio escudo de Conques, que deriva de la palabra «concha» nos habla de su relación con Santiago de Compostela. Tres vieiras aparecen en las esquinas y una «Y» representa la unión de los dos caminos que procedentes de Rodez y Le-Puy-en Velay se dirigían hacia la Sepultura del Apóstol en Galicia.
Llegando a Conques, ya tenía ganas de ver como era aquella iglesia románica que tantas publicaciones marcaban como un hito del románico del Camino de Santiago. Había leído que su planta era similar a templos tan señalados como el de San Sernin en Toulouse o la propia Catedral de Santiago de Compostela. Sabía que se trataba de una etapa señalada en una de las variantes más importantes del camino por tierras francesas, pero estaba perplejo por el paisaje que lo rodeaba. En pleno siglo XXI, el rincón que encontraron los monjes premostratenses para instalar su cenobio, seguía siendo un lugar recóndito, apartado de las principales vías de comunicación. Las carreteras corroboran mi pensamiento, son comarcales y llenas de curvas. La comarca es montañosa. No son altas montañas, pues Francia está compuesta principalmente por una gran llanura fértil, enmarcada al sur por los grandes zócalos formados por los Alpes y los Pirineos, y solo curtida por el antiguo macizo central, de origen volcánico, en cuyas estribaciones se enmarcan los nacimientos de estos ríos.
El idioma Occitano
Los bosques abundan, y la quietud se ve potenciada por la pequeñez de las poblaciones que vamos pasando según nos acercamos a nuestra meta. Como tantos peregrinos durante la Edad Media, nosotros venimos también a través de ríos y valles en los que parece haberse detenido el tiempo. Por fin, la señal nos indica que hemos llegado. Está en francés y en occitano. En los últimos tiempos, ha habido un resurgimiento de la cultura occitana, incluido su idioma, abandonado a su suerte ante la hegemonía de la cultura francesa imperante durante siglos. Concas, así se denomina esta localidad en su idioma vernáculo. Un idioma, el occitano, cuyo reducto más vivo está en España. Sí, así es, en el Valle de Arán. El aranés es una variante viva del occitano, y éste último se habló durante generaciones en toda esta región del sur de Francia. Hoy aún se habla de forma marginal pero se está protegiendo y potenciando, aunque ni mucho menos con el cuidado que tenemos en España por las lenguas cooficiales en las regiones de habla no castellana.
Miradores sobre Conques
Al bordear Conques buscando el aparcamiento nos encontraremos en su parte alta, desde la cuál hay un par de miradores con increíbles vistas del conjunto. Una vez dejado el coche, avanzamos hacia el monumento de referencia de esta pequeña localidad que pertenece merecidamente a «Los Pueblos más Bonitos de Francia» (Les Plus Beaux Villages de France), su iglesia abacial.
Antigua Iglesia Abacial de Sainte-Foy de Conques
Timpano del Juicio Final
Al llegar a la iglesia abacial, hay que detenerse en la entrada y admirar el tímpano de la portada. La representación del Juicio Final es asombrosa. En un simple vistazo agrada ver el equilibrio de las figuras representadas, hay hasta 120 personajes, entre ángeles, demonios, santos y personajes históricos. Entre las muchas curiosidades que se pueden descubrir mirando con detenimiento, en el centro el Salvador, a su izquierda el cielo, las virtudes cardinales, la Virgen y San Pedro, el Abad fundador y hasta Carlomagno benefactor, a su derecha los infiernos y el sufrimiento. El arcángel San Gabriel y un demonio pesa las almas, y un leviatán se come a los condenados que son excretados hacia los infiernos, en los que se puede jugar a descubrir qué figuras representan los pecados capitales, como la codicia, la envidia o la codicia (un hombre estrangulado por su propia bolsa de monedas…)
Interior de la iglesia abacial de Sainte-Foy
Una vez traspasada la puerta, la primera impresión que tengo al entrar en este precioso templo es de asombro. Desde el exterior parece mucho más pequeño, probablemente debido a la armonía de sus proporciones. Sin embargo, por dentro es sorprendente su tamaño, y su luminosidad, que contrasta con el aspecto pesado de su estructura. Teniendo en cuenta los 900 años de historia que nos separan desde su construcción, es fácil admirar a quienes la levantaron.
La nave central tiene 56 metros de largo en el interior y 59 en el exterior, 22 metros de alto. La torre central se eleva 26,40 metros
El estilo es románico. Similar a otros grandes templos del Camino de Santiago como la iglesia de Saint-Sernin en Toulouse, o la propia Catedral de Santiago de Compostela. Como todas las iglesias de peregrinaje, posee un deambulatorio para que los peregrinos puedan transitar alrededor del altar mayor para venerar imagen y reliquias, incluso cuando los servicios religiosos tienen lugar. Otra característica llamativa es la ausencia de decoración de la nave central, muy del estilo de los templos de los monasterios cistercienses que se comenzaban a levantar en la misma época.
Claustro y Tesoro de Conques
En el exterior, el claustro posee algunos ejemplos de capiteles historiados muy bonitos, pero no se conserva completo. En uno de sus lados, se aloja el Museo del Tesoro de Conques. Aquí más allá de la belleza de las piezas de orfebrería que exhibe, es que están repletas de historias legendarias.
En primer lugar el relicario de Sainte-Foy (que vemos en la imagen) que conserva en su interior el cráneo de la santa. Esta pieza tiene más de mil años de antigüedad, se le fueron añadiendo adornos según su fama milagrosa iba aumentando y con ella las donaciones de peregrinos.
Otra pieza que podéis buscar es la letra «A» de abecedario de Carlomagno, otra bonita leyenda que cuenta que el Emperador hizo 24 para repartir entre los monasterios de sus dominios, y a Conques le otorgó la primera porque era su favorito. (Nota prosaica: No se han encontrado rastro alguno de las demás…)
Mención especial también merece el relicario de San Jorge, que dicen guarda ¡¡el brazo con el que el santo mató al dragón!! Y así unas cuántas piezas más que se remontan a la Alta Edad Media.
Las Reliquias en la Abadía de Conques
En sus inicios la Abadía de Conques carecía de buenas reliquias que atrajeran la atención de peregrinos. Conscientes de esta carencia hicieron varios intentos para comprar algunas que le dieran reputación, fracasando en sus intentos. Un monje de la abadía llamado Aviscus, ideó una argucia de las de largo plazo. Se infiltró en el Monasterio de Agen que custodiaba las de Sainte-Foy. Diez años pasaron hasta que gozó de la confianza plena de la orden que le encargó la responsabilidad de cuidarlas, y fue entonces cuando decidió robarlas y largarse con ellas hasta Conques….
Bueno, tal cual es la leyenda que se cuenta, aunque más prosaicamente, su llegada a la abadía pudo tener más que ver con las circunstancias históricas. Hacia el año 800 los vikingos asolaban las costas y los ríos franceses, remontando el Garona causando saqueos y desolación en todos los rincones por donde pasaban. Es probable, que entonces, los monjes de Agen, situado a la vera del Garona, decidiera poner a buen recaudo dichas reliquias para protegerlas y llevarlas a un sitio más seguro.
Callejeando por Conques – Plaza de la Iglesia y Rue Charlemagne
No hay nada mejor que tras una visita cultural, sucumbir al sosegado ritmo de una terraza para degustar un vino local, una simple cerveza o un cafetito. El entorno de la iglesia aglutina los restaurantes y las tiendas. Hay de artesanía, librerías y por su puesto de souvernirs. La vía principal que atraviesa Conques de este a oeste se llama Rue Charlemagne, en honor a Carlomagno al primer emperador del Sacro Imperio Romano Germánico bajo cuyo reinado se fundó y prosperó la comunidad de Conques. Además de esa misma época son gran parte de los tesoros de orfebrería conservados en el Tesoro, que son por tanto de estilo carolingio.
Rincones de Conques – Porte de la Vinzelle & Château d’Humières
Encantados con el entorno arquitectónico de este precioso pueblo, donde no hay una sola casa que desentone, no es extraño el querer perderse por sus calles menos transitadas. En cuanto te alejas del bullicio del eje principal, el pueblo recobra su aspecto sosegado y sereno, y sus rincones, muy fotogénicos, harán las delicias de quienes disfruten de la fotografía. En uno de los extremos del pueblo, hay un pequeño castillo-palacio, el Château d’Humières, de origen medieval pero reformado para servir de residencia durante el Renacimiento. A su lado se encuentra una de las puertas de las antiguas murallas, la Porte de la Vinzelle, Que toma su nombre de la localidad hacia la que se dirige el camino que surge bajo su arco.
Y por la puerta de La Vinzelle, o por la propia calle de Carlomagno (Rue Charlemagne) como hacían antaño los peregrinos, nos iremos de este pueblecito precioso, que sin duda ha marcado uno de los hitos de nuestro periplo por Occitania. Sin duda un gran recomendación para todo viajero interesado en la historia, la arquitectura o simplemente el encanto de la belleza.
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