Alcalá del Júcar es uno de los pueblos con más encanto de Castilla-La Mancha. Situado en La Manchuela, la comarca fronteriza con Valencia, y surcada por el río Júcar, es un destino de interior ideal para descansar y realizar actividades de deporte aventura, así como pasear y disfrutar de un oasis natural en medio de la meseta castellana
Alcalá del Júcar es un pueblecito acogedor, encajonado entre las profundas paredes que el río del mismo nombre ha tallado a lo largo de milenios en la meseta castellana. Apenas tres kilómetros antes de llegar uno no es capaz de anticipar en absoluto lo que se va a encontrar, porque lo que único que se acierta a ver son horizontes planos de campos de labranza, con colinas aquí y allá oscurecidas por el color de los pinos, que contrastan con el rubio cereal.
Pero como en un sueño, una serpenteante carretera, sortea una pronunciada cuesta que al menos pierde unos 60 o 70mts hasta llegar al río y ofrecer por sorpresa la más bonita de las vistas de este pueblo escondido.
Visitar Alcalá del Júcar:
Una vez en el pueblo, no hará falta ni mapas ni indicaciones porque es muy pequeñito y fácil de orientarse. En lo alto tenemos el Castillo que se puede visitar, aunque tan solo se ve el recinto de la antigua fortaleza y la torre del homenaje porque los interiores no se han conservado. Más abajo callejeando entre casas encaladas y cuestas, se llega hasta el preciosos Puente de Piedra que con un origen medieval, significó mucho para la historia de la localidad, ya que se puede decir que gracias a este paso sobre el Júcar, el camino de Levante a Castilla pasaba por aquí transportando gran cantidad de mercancías. Estas mercancías pagaban derechos de pontazgo en la villa que pertenecía al Señorío del Marqués de Villena, proporcionando ingresos adicionales a los medios de vida tradicionales.
La vega del río está ocupada por una gran chopera. Se agradece mucho la sombra abundante de los álamos, chopos y otros árboles de ribera que aplaca el calor del sol de verano. Esta parte es donde se levantan los restaurantes, hoteles y comercio del pueblo. Junto al puente se abre en un remanso del río una playa fluvial con forma semicircular. Es de gruesa arena natural, está acotada para bañarse y refrescarse y también se puede tomar el sol. A su lado sobre una pequeña isla del río, unos preciosos jardines ofrecen algunas de las vistas del pueblo, su iglesia, castillo y puente más pintorescas.
Una acequia de riego corre paralela al río unos metros elevada sobre el cauce y pegadita al caserío del centro histórico. El paseo por el camino de la acequia es también muy agradable. Para recorrerlo, buscar el inicio justo a los pies del puente de piedra del lado del pueblo antiguo.
Otra de las cosas especiales que tiene Alcalá del Júcar, son sus numerosas cuevas y bodegas. Construido sobre una piedra sedimentaria muy maleable, el meandro sobre el que se erige el castillo está completamente horadado por largos pasillos formando bodegas y salas que conservan todo el año prácticamente la misma temperatura. Algunas de ellas se pueden visitar. Es curioso pues entras por un extremo de la montaña y terminas asomándote al otro lado, viendo el curso del río antes de entrar en el pueblo. La naturaleza geológica del terreno ha dado lugar a la existencia de otra de las curiosidades de Alcalá, las cuevas fortificadas. En especial la Cueva Fortificada de Garadén que se encuentra a unos 3kms del pueblo, es una de las mejor conservadas de las que en otros tiempos había por este territorio de frontera.
Otros edificios emblemáticos del pueblo son la Iglesia de San Andrés, que posee una bonita cúpula cubierta de tejas vidriadas (influencia levantina); la Plaza de Toros con su llamativa forma irregular cuya obra definitiva data de 1902, aunque de orígenes muy anteriores aún siendo inciertos.